31 agosto 2010

Una novela recién rescatada

Para sacarnos las vergüenzas recientemente ha visto la luz la primera edición en España de la novela de Paulino Masip La aventura de Marta Abril (Madrid 2010, ed. Zimerman) censurada y prohibida en 1953, es de suponer que su supuesto contenido erótico habría escandalizado a alguna sotana de mente calenturienta. Masip fue un periodista riojano con diferentes trabajos en la prensa regional, en Madrid y al final de su vida en España, en La Vanguardia de Barcelona, desde donde parte al exilio en el 39. Como tantos otros después de lograr esquivar la presión en Francia, logra llegar a México, donde continúa su labor como dramaturgo, periodista, poeta, narrador, y conseguir el éxito como guionista de cine (el llamado por Buñuel en ocasiones cine alimenticio). Se ha estudiado mucho el papel y las dificultades de los escritores en el exilio, se dijo que los poetas lo tenían más fácil, que la lírica era extemporánea y universal; que el problema real era el de los novelistas que intentaban retomar su actividad tal y como la habían dejado al abandonar el país y, sobre todo, porque seguían pensando en su público, en el que les leía en los momentos de su derrota, es decir, no saben lo que pasa en España en realidad, no saben cómo se desarrolla la nueva generación lectora, no saben si las nuevas técnicas y modas han calado o no en su público potencial. Cuando Masip publica El diario de Hamelt García o la novela a la que nos referimos hoy, la posguerra y sus males aún no han desaparecido, y me refiero sólo, claro está, a los males económicos; el resto de ellos, bien lo sabe Masip, aún tardarán décadas en desaparecer. Es decir estamos quizá ante la continuación de lo que en los 20 y 30 se dio en llamar novela galante, que sí tuvo gran difusión hasta el comienzo de la guerra entre las clases medias urbanas e iba de lo más suave e intranscendente, casi ñoño, pasando por el claro erotismo de autores como Zamacois hasta el sexo explícito en autores malditos como Hoyos y Vinent. La aventura de Marta Abril es sin duda continuación de aquel género de la España de la preguerra, si la historia hubiese sido otra, su repercusión también lo habría sido. Pero hay una diferencia fundamental entre la hoy comentada y sus referentes: la mujer es protagonista absoluta. Evidentemente no es el primer caso, pero en la novela galante al narrador adopta sin reparos el punto de vista masculino, aquí nos encontramos con que desde el primer momento Marta es el centro, a través de su punto de vista nos enteramos de su pasado más o menos poco confesable, del que evidentemente no se avergüenza, es una mujer culta, formada, independiente y sobre todo, libre, sin más dependencias masculinas que las que ella decide. Evidentemente la acción se basa en el enredo, los saltos sin red de los personajes que el narrador va dosificando de forma que se mantenga la tensión narrativa cara a un final quizá por más previsto no menos sorprendente sin mucha moralina. En el 53, cuando intenta ser publicada, no sólo sigue vigente la novela épica y victoriosa de los vencedores, sino que vieron la luz Pascual Duarte, Nada y sorprendentemente Lola espejo oscuro, que retoma el folletín de tema amoroso. Es cierto que Masip es un exiliado en México y Foxá, Cela, Laforet o Darío Fernández Flórez viven en España.

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