10 agosto 2010

Lidiar es inevitable

Anda el patio alborotado, sin verano, sin sequía informativa, pareciese que una inoculación de estrés pretraumático -aún seguimos en crisis y aún no hemos entrado de lleno en la gran depresión- tuviese a la peña en pie de guerra de forma que no hubiese que acudir a banalidades para rellenar el folio como otros veranos. Por el terruño, como no hay taurinos a los que masacrar por seguir conservando un rasgo cultural en decadencia natural acelerada por las factorías de dibujos animados, se optó por mantener la vida política de la Xunta al calor de los efluvios jacobeos y su continuo fluir de personajes con prisa para que el cielo los proteja. Mal momento, el cielo sin duda está, como es debido, ocupado en Haití y Pakistán y le importan un bledo los trajes de Camps. Sin embargo Feijóo, que sí pone las velas a los dioses cuando hace falta, es un poco más descreído que sus comilitones y se encomienda más fervorosamente a los poderes terrenales buscando escenarios en Santiago y en Madrid que vayan más allá de las fotos inevitables de las merendiñas y toda suerte de degustaciones de moluscos y crustáceos, de alacranes y bichos variados, que deambulan por los alrededores de nuestras iglesias. Pero decíamos que para Feijóo el concepto, el mismo que el de Manquiña, busca trascendencia mundana y la encontró en el bipartito; sí, sorprendentemente el gobierno de Touriño le dejó en herencia un buen lote de preacuerdos firmados con empresarios y sindicatos que no habían llegado a plasmarse en foto de portada. Pues bien, con estos mimbres más cuatro duros bien colocados, más unas buenas intenciones bien aliñadas de promesas fácilmente exigibles y con cumplimiento poco problemático, encontramos justificación para esa foto de los cinco juntando las manos en remake de la conseguida por su antecesor. Sus frutos empiezan a propagarse estos días, la reforma de la renta de inserción social para personas en exclusión y su relación con la atención a la dependencia, puede ser el buque insignia. Mientras tanto los nacionalistas echan pestes, pero algunos han de callar, porque fueron cómplices antes, sin embargo, los rencorosos y marginados políticos son los más ágiles matarifes de toros y toreros. Ni estas fotos son balón de oxígeno ni evitarán broncas duras ya en septiembre, Feijóo lo sabe, los otros firmantes también, aquí no hay indulto para ningún toro de casta noble y buen embiste. Puede que haya sido una buena faena, pero nadie saldrá por la puerta grande, después de lidiar con azabaches o bragados sin afeitar. Se apuntan gran cantidad de monosabios para guiar las reatas en su faena secundaria, pero en realidad no son más que un paseíllo de ratas de burladero que no se acercarían ni al más manso de los cabestros. Sin duda la negociación en la política, en todos los ámbitos de la vida real, no deja de parecerse al bien natural o a la manoletina con la muleta, a fin de cuentas, a parar, templar y mandar por parte de más inteligente, que sabe que se arriesga a ser bien empitonado si su rival es más listo o mira a lo zaino. El triunfador no siempre está en el mismo bando, pero el que consigue los trofeos, fuese cual fuese el escenario, merece respeto, como dijo -hay dudas sobre si fue El Gallo o Gerrita- cuando le presentaron a Ortega como filósofo: Hay gente pa tó. www.lafelizgobernacion.blogspot.com

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