30 julio 2008

El manifiesto y la normalización (I)

Amenazo con aburrirles algunos martes de verano con la polémica del Manifiesto por la lengua común. Para no dárselas todas desde el mismo lado trataré de comentarles mis impresiones sobre otra breve lectura en la que llevo enfrascado una temporada, A impostura e a desorientación na normalización lingüística de Xosé Manuel Sarille, presidente de la Mesa pola Normalización Lingüística desde 1986 a 1997.Empecemos con el manifiesto, les confieso que una vez publicado y leído sólo por encima, mis ansias por firmarlo casi me arrebatan, en esas breves páginas se resumen sin acritud hechos, deseos y voluntades por muchos compartidos. De hoy para mañana lo vas dejando, no sabes si firmarlo y proclamarlo a los cuatro vientos, si firmarlo a escondidas para que te quede la conciencia tranquila?te paras a pensarlo más y ves cómo los buitres se apropian del manifiesto, desvirtúan su contenido, argumentan lo que no dice y ese estado de cosas te retrae: si firmas ¿sólo firmas lo que dice allí o te adhieres a todos sus apócrifas apologías?A fin de cuentas con lo que les amenazo es con unas reflexiones en voz alta para ver si me ayudan a decidirme a firmar o no, si es que aún no lo tengo claro. De paso a lo que sí les animo es a leer con detenimiento ambos textos.De verdad les aseguro que el Manifiesto por la lengua común es más simple que la maquinaria de un chupete, sólo dice verdades de Perogrullo, como las que figuran en sus premisas: que hay una lengua común que presuntamente todos conocen, que eso es importante en España y fuera de España; en segundo lugar habla de los derechos de los hablantes, sea cuál sea la lengua que hablen o hayan decidido hablar, en tercer lugar se constata que está feo eso de torcerle la voluntad a nadie para que hable una lengua que no quiere y un corolario intachable, que hay que respetar el artículo 3.3 de la Constitución. Para cumplir todo ello el manifiesto postula una serie de puntos más concretitos sobre la lengua en la educación, en la administración pública?todos muy garantistas tanto para los óptimamente bilingües como para los forzosa o voluntariamente monolingües.¿Cuál es el problema? Desde el punto de vista legal, escaso; desde el punto de vista político más grave. Sin ánimo de ofender, la derecha se tomó el contenido del manifiesto como aquello de la furgoneta Kangoo o el ácido bórico causantes de todos los males del 11-M, es decir, España se rompe a cachos y yo soy el único pegamento. Los nacionalistas se encomendaron a todos los santos vernáculos y el gobierno embistió contra los molinos de viento, contra sus propias alucinaciones sin contradecir el espíritu del texto en cuestión y sin poner nada de su parte para corregir los desfases que denuncia el manifiesto.Argumentos peregrinos se han oído y leído a espuertas estos días, pero lo que más pena me da es que el poeta Antonio Gamoneda se haya desvinculado de la firma del manifiesto por la utilización de su nombre por parte de El Mundo y de la COPE.

23 julio 2008

¿Qué milonga es esa de la crisis?

Al presidente Touriño le recogían hace días unas declaraciones sobre la crisis de Fadesa en las que confesaba que las urbanizaciones de esa empresa en Galicia eran segundas viviendas de madrileños, esos amantes de la brisa veraniega y de comerse las sardinas y los mejillones con la rebequita puesta en las terrazas atlánticas; el resto no pensábamos en ellos, estábamos preocupados por los puestos de trabajo directos e indirectos que se estaban perdiendo en los adosados que se quedaban a medio hacer y en las expropiaciones que aún no habían pagado a los paisanos, por los camareros que no tendrían madrileños a los que llevar los pimientos de Padrón a la mesa del velador; al señor Martín y demás socios les pueden dar bertorella al pil pil que no me van a quitar el sueño.En un hiper de la informática un abuelo aconsejaba sin el menor rigor científico a la nieta -seguramente le hacía el regalo de cumpleaños o de buenas notas- sobre el portátil a comprar y guiado por un vendedor oportunista que intentaba colar el producto de alta gama. Aquel buen hombre usaba el argumento de autoridad, su coche había sido más caro, pero duraba más años. La chica hablaba de megas y gigas devaluados semana a semana.Es la cultura de los hígados que sufrieron las carencias alimenticias, las de los perdedores de siempre, los que siempre soportarán mejor las crisis, porque para ellos siempre hubo crisis, pudo haber espejismos que les hiciesen ver otra cosa, pero fueron los paganos de toda la vida y los primeros en pringar.¿Qué milonga les vienen a contar ahora el especulador del suelo y el banquero que deja tirado al especulador en la estacada?Recuerdo a otro abuelote, ya era mayor cuando le conocí; era un viejo rojo, un cantero del granito pontevedrés, tenía fama de tacaño, seguramente se había hecho comunista por eso, porque no tenía nada y lo poco que tenía lo quería usar, no sólo conservar. Sólo tenía un libro, lo leía todos los días al atardecer, no entendía ni una sola frase de lo que allí decía, era un ensayo de Rosa Luxemburgo, él sabía que había sido una revolucionaria, que era de los suyos y el resto le daba igual. No sabía que tenía pocas simpatías en el estalinismo, pero también le daba igual.Era la cultura del instinto de conservación, no del ahorro, esa que sólo pueden poner en práctica los supervivientes natos, que nada tiene que ver con esos grandes relumbrones del capital que dicen haberse hecho a sí mismos. Habría que echarle un vistazo a sus armarios, sería interesante saber qué se esconde.Que no nos sorprenda el renacer de la publicidad sobre los bienes robustos, duraderos, caros y supuestamente mejores, ni el ansia por su posesión y ¿quizá la crisis de lo fungible y lo superfluo? Pero seguro que estoy equivocado, Zara está en expansión y las colas para comprar el último berrido de teléfono móvil son insoportablemente largas.

16 julio 2008

La crisis de las corbatas y el pucho de Quintana

La pasada semana muchos trabajadores de la Vicepresidencia de la Xunta recibieron, cual aguinaldo complementario a su paga extra, un sombrerete tipo cowboy. Procedían tales prendas de las merendiñas de Quintana, una especie de transferencia que le quedó al prócer del nacionalismo gallego del pasado de la derecha, llevar a los abuelos de comida campestre acompañada de verbena y pachanga con orquesta Panorama o similar. Nada que objetar a tales eventos si se quedan en el mero ejercicio y disfrute de la convivencia, juerga y alborozo de los asistentes; lo que no es tan presentable es que sirvan para que el candidato de turno se retrate en periódicos, telediarios... y de ahí se devenguen réditos electorales gratuitos. Pero a lo que íbamos, al pucho que resguardaba las calvas de las calores; todos tranquilos, que tienen el buen gusto de no repartir sancosmeiros, sino modernos sombreros sintéticos con, eso siempre, su firma e impronta: allí se dice que el obsequio es de la Vicepresidencia, no llega con el simple anagrama de la Xunta, ha de quedar bien claro que de la insolación y del calentamiento del planeta no les ha librado Touriño, sino Quintana. El otro ejemplo que les recuerdo es el del rifirrafe de Bono con los sincorbatistas. Que a estas alturas el señor Bono se atreva a hablar de la imagen personal de nadie por el hecho de llevar o no corbata al Parlamento me pone los nervios a flor de piel. Esto lo dice el presidente del Congreso después de haber colaborado a destruir la capa de ozono y a la tala compulsiva de árboles la pasada semana vendiendo papel cuché en cantidades industriales a cuenta de no sé qué sarao de famoseo al que asistió supongo que como coprotagonista, por voluntad propia o por exigencias del guión. El motivo de su ira o de su ironía fue la asistencia del ministro de Industria descorbatado al pleno y el consiguiente regalo de un ejemplar de ese resto de la soga con la que se conducía a los esclavos. El ministro Sebastián tampoco goza de mis simpatías, pero he de reconocerle que ha sabido encajar el golpe y tocarle la sensibilidad a Bono, dándole a entender que el ahorro energético no es cosa de cuatro pirados ecologistas, sino que es un deber ciudadano, y correspondiéndole con un termómetro para que se sepa que se derrocha aire acondicionado, es decir, petróleo. Vamos a ver si centramos las cosas, el gesto del ministro Sebastián no va a acabar con el supuesto cambio climático, pero si colabora a un cierto cambio de costumbres, me alegro. Sin faltarle al respeto a nadie y menos a quien considere que el sincorbatismo vaya a ser la panacea del nuevo milenio, Bono representa lo más rancio y conservador que se despacha en estos momentos en la vida política española, independientemente de su carné de partido y de su pose nacionalista. Me fastidia más que un ultraliberal en lo económico como Sebastián, tan de derechas como Bono, sea el moderno que nos instruya a la vez que nos amenaza con los efectos de la crisis. Pero aún así, tengo que estar a su lado un ratito mientras que los tertulianos episcopales destilan homofobia cuando dicen que puede hacer con su cuerpo lo que quiera. Faltaría más, señor obispo, como usted.

08 julio 2008

Médicos sin bata: lo natural contra corriente

Algunos recuerdan que durante la transición se publicaba una viñeta, la liga de los sin bata, en la que los párvulos que se negaban a ponerse la bata como gesto de rebeldía eran metáfora de la oposición antifranquista. Nadar contra corriente es muy saludable, mucho más que nadar y guardar la ropa, por eso les propongo el seguimiento de una noticia aparecida estos días, la de la médico que va a ser inspeccionada porque trata a sus pacientes, con su consentimiento, con métodos naturales, dejando de lado cuando es posible, los fármacos. Asómbrense de que a esta persona se le vaya a perseguir por recomendar infusiones como alivio de la gripe u otras aberraciones semejantes. Sin duda esa profesional se ha preocupado de saber si había vida inteligente más allá de la farmacopea para poder recomendar a sus pacientes remedios para sus dolencias y prevención saludable explicando las virtudes y maldades de lo que comen. Espero que si el doctor Montes demostró su inocencia frente a quienes le acusaban de matar pacientes en Leganés, esta médico no sea quemada en la plaza pública acusada de brujería. ¿Contra quién se están rebelando los que siguen estas prácticas? En primer lugar contra las malas costumbres de los propios pacientes, ávidos de pastillas, la persona mayor, cuyos males están en su mayor parte en su propia cabeza, acude a la consulta quejándose de sus dolores y pidiendo que escuchen sus penas, se encuentra con que no le recetan nada y se marcha frustrado; no le han escuchado más que los latidos al tomarle la tensión, eso con suerte y si no hay retrasos. Si protesta, le recetan. En segundo lugar contra el culogordismo de muchos médicos que cuando oyen una tos se alejan parapetándose detrás de su bata y esgrimen el bolígrafo y el talonario de recetas cual espada y escudo fuesen y así defenderse del enemigo desconocido. El tercer flanco es el de los intereses de los laboratorios farmacéuticos y de los despachos de farmacia, unas pescadillas que se muerden la cola doblemente. Dependen del sistema sanitario para poder mantener sus niveles de investigación y de diseño de productos que sean lanzados al mercado y el sistema sanitario, los propios médicos dependen de ellos para que los pacientes les duren vivos más tiempo. Ahí comienza la espiral que nace en el investigador novato al que se le predispone a la búsqueda de los remedios que atenúen las enfermedades más comunes, que sean más baratos de producir, que se puedan vender a un precio más caro y que termina en el pringado del visitador médico que hace pasillos, hace la pelota y reconforta económicamente al corrupto que se deja consolar con un viajecito o un congreso exótico. Una farmacia no es un negocio tan lucrativo como una buena inmobiliaria en buena temporada, pero su rendimiento es constante y en la mayor parte de los casos con menos requisitos técnicos que cortar salchichón en una charcutería. El sistema de salud ha de ofrecer todos los medios complementarios de educación sanitaria y de mejora de la calidad de vida para que no todo tenga que pasar obligatoriamente por la amoxicilina y el paracetamol como bálsamos todopoderosos. Seguramente tardaremos mucho más aún en dejar de ver al médico como el brujo de la tribu, poseedor de la sabiduría curadora, pero para evitar intrusismos y que los chamanes sustituyan a los escribientes que sólo saben rellenar formularios de recetas y volantes, la Administración ha de facilitar la formación, ampliar, controlar y divulgar los distintos protocolos de actuación entre los médicos, de forma que las diferentes variantes de la medicina natural no sean privilegio de unos pocos.

01 julio 2008

A vaca parindo...

Con frecuencia cuenta una amiga, profesora de Matemáticas, que en una ocasión, habiendo conseguido poner a toda la clase en situación, es decir, participando de esa especie de comunicación que se produce entre los que hablan y los que escuchan alternativamente, sin interrumpirse, un alumno tuvo la genial ocurrencia de participar en el proceso poniendo en conocimiento de los demás el siguiente pensamiento positivo y, sobre todo, profundo: "Manda carallo, a vaca parindo e eu aquí". De esa breve y escueta forma dejó sin argumentos a la profesora, dejó atónicos a sus compañeros sin saber si reaccionar jaleando la ocurrencia o reflexionar sobre el contenido del mensaje. Sin lugar a dudas lo seguro es que el adolescente del que hablamos tenía, supongo que seguirá teniendo, una escala de valores clarísima, solvente, a prueba de cualquier amenaza de soborno ideológico por parte de todo aquel que quisiese sorberle el seso con el pretexto de hacerlo ciudadano a la medida del gobierno de turno. Por otro lado, también dejaba absolutamente claro que sus intereses pasaban, y supongo que seguirán pasando, por el mismísimo centro de su ombligo y el de sus más cercanos. La economía familiar seguramente dependía en aquel momento de que la vaca sobreviviese al parto, de que fuese ternero o ternera, de que la cría fuese sana; poco valor tendría para él y para su vaca el álgebra que solucionaba problemas planteados sobre el diferente caudal de agua de dos grifos o sobre dónde y cuándo se encontrarían un par de trenes que salieron a distinta hora, de distinto sitio y no se sabe si por la misma vía. Su soledad era eso, la abstracción de la realidad presente y la concentración en la propia vida alejada de allí diez minutos a pie. Ese individualismo es comprensible, por lo tanto el alejamiento de ese estereotipo también lo es. Párense un momento a pensar cuántos, como nuestro protagonista de hoy, pasmaron estos días de fútbol compulsivo, cuántos estaban huyendo de sabe qué, escondiéndose tras la pantalla, sin importarles lo más mínimo ni colores ni naciones, ni goles ni prórrogas, ni fichas multimillonarias ni penaltis. ¿Cuántos estarían pensando aquello de: "Manda carallo, a vaca parindo e eu aquí"? ¿Crisis? ¿qué crisis? La selección española de fútbol le jorobó el Congreso a Mariano Rajoy, los dioses se conjuraron para que los titulares se solaparan. El destino deparó que la caída de las bolsas pasase desapercibida, incluso que los 200 euros del primer plazo de los fijos en nómina amortiguase el enésimo atraco del Euríbor. Todo eso lo consiguieron los mozalbetes de laboratorio que despuntaron de niños por sus cualidades antropomórficas, por tener un código genético seguramente saludable y sobre todo por estar en el momento justo en el lugar oportuno para ser transformados en deportistas de élite cuyo cuerpo robotizado cotiza en Bolsa para destilar beneficios opulentos con destino a su cuenta corriente libre de impuestos y también con destino a la de sus patrocinadores que venden los productos que nos anuncian. La verdad es que poca diferencia encuentro entre la conciencia ciudadana del chaval preocupado por su vaca y la del forofo taquicárdico por los colores de no sé qué nación.