26 agosto 2014

UTILICE LA ESCALERA, SR. ALCALDE

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Este tendría que haber sido el primer consejo del ministro de interior  al señor alcalde de Valladolid para que su integridad física e intelectual –en caso de haberla- no fuese violentada. La verdad es que no sé si se cree que es artista de éxito alterando las hormonas de la juventud o se palpa continuamente el costillar para buscar el hueco dejado por la pieza ausente usada para crear a la mujer. Está claro que es un monstruo de la naturaleza, creo que lleva la manzana de Eva tatuada en el cerebelo y que en las mujeres solo ve carne vestida a punto de desvestirse. Supongo que muchos investigadores del comportamiento humano tendrán sus teorías sobre las lesiones psíquicas que puede sufrir el señor De la Riva; puede ser que las chicas le hayan dado calabazas con frenesí en su juventud, espero que no haya sufrido abusos traumáticos en su infancia…
Es cierto que toda la culpa de sus actuaciones no es absolutamente suya, no sé nada de su genética, pero sí me aventuro a sospechar que la educación recibida algo tendrá que ver en su comportamiento; mas también es cierto que la mayoría de su generación ha evolucionado o, por lo menos, lo disimula; han superado lo de la manzana y la serpiente paradisíacas y la fruta envenenada de la madrastra de Blancanieves.
Podríamos ser benévolos y cargar la culpa a su subconsciente, pero tengo para mí que sus actos han superado ya las simples emociones intelectuales y han llegado a un punto de consciencia muy hábil y rentable para sus intereses, él ya sabe que su auditorio es receptivo a sus bravuconadas, sobre todo porque todos mordemos el anzuelo y le ponemos altavoz a sus barbaridades incompatibles con la civilización.
El segundo consejo que el ministro del interior debería haberles dado hace tiempo, tanto a él como a su colega malagueño –entre otros-, es que sigan manteniendo escoltas, chóferes y guardaespaldas a su disposición, que les acompañen siempre y a todas horas, en plazas, escaleras, ascensores, parques, portales…no tanto para no les roben la cartera o les partan la cara, sino para que las mujeres no abusen de sus ilustrísimos cuerpos gentiles.
Pensarán que son consejos propios de cualquier radical islamista del califato naciente con las mujeres bajo siete llaves; pero, como sus colegas integristas, ellos siguen viviendo en la barbarie, no han llegado a la civilización racionalista, seguirán pensando que la educación segregadora por sexos es la panacea, los niños a mandar y las niñas ya veremos.
Se resisten a saber que padres y madres, incluso la escuela, hace décadas que educan en el respeto, en la prevención, pero también –sobre todo a ellas- en la creación de un mundo en el que vivan sin miedos y con libertad; aunque siga habiendo sujetos salvajes que se cobren vidas, depredadores que no suelen ser Jack el Destripador ni salen de ninguna selva; sino que surgen de los círculos más cercanos.
El discurso del alcalde de Toledo en su disputa política con su oponente de la derecha también es desgraciado, pero su origen es el mismo: los roles femeninos y, sobre todo, clasistas y machistas.

A estas alturas no sé si habría que sancionarles a todos quitándoles puntos del carné de ciudadano o seguir los consejos del gobierno y dejarlos de alcaldes perpetuos para que sirvan de anticuerpos contra la infección. Ustedes decidirán, pero casi me inclino por la jubilación anticipada, que la deportación solo está bien vista para los subsaharianos de las vallas.

19 agosto 2014

Mirador, fortín o púlpito

http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2014/08/19/mirador-fortin-o-pulpito/870819.html

En ocasiones las mitologías sirven para explicar diferentes consecuencias de nuestros actos y las asociaciones que hacemos entre ellas permiten explicar algunas de nuestras ocurrencias o las del prójimo.
Hay que ver lo que era el Olimpo, con Zeus campando a sus anchas, teniendo descendencia sin ton ni son, como rey de dioses, para que nacieran Apolo, Hércules, Atenea, Dionisio o las Musas.
¿Para qué tendría que molestarse en explicar nada si su voluntad no podía ser contrariada? Él vivía en las alturas inalcanzables, el cielo inaccesible a los mortales.
Desde entonces diferentes culturas y religiones nos sitúan sus más arriesgadas aventuras en los lugares más altos.
Recordemos que Yahvé se busca las maneras para que Moisés suba al monte Sinaí y allí entregarle las tablas de la ley, los mandamientos que habrían de creer y cumplir sus pecadores seguidores que adoraban al becerro de oro.
Una lástima que se haya ido perdiendo la costumbre, porque ya hace tiempo que el oro gobierna desde las alturas y los becerros siguen adorándolo.
Lo de Noé tampoco estuvo mal, que su arca navegadora destinada a salvar la civilización, cual búnker de los escogidos, quedase anclada en el monte Ararat no está mal traído, podría haber sido cualquier valle o mar más accesible, pero hubo de quedar a más de 5.000 metros entre Turquía e Irán; desde allí se podría otear lo que quedaba a sus pies después de aquel diluvio o lo que fuere.
Parece que la costumbre, o mejor dicho la habilidad, de subirse a las alturas para divisar, controlar y defenderse no ha perdido vigencia; es más, parece que la vamos recreando con el tiempo y los archivos informáticos los guardamos en una nube virtual que bien podría estar físicamente en servidores soterrados bajo blindaje.
Aprovechar la orografía para decidir el lugar para aposentarse, para defenderse con castros, murallas o castillos, eligiendo lugares elevados, es costumbre para ponerle dificultades al enemigo o controlar al súbdito.
Quiero verte y quiero que me veas, desde aquí soy capaz de todo, parecía pensar Clarín cuando nos describía al Magistral Don Fermín de Pas desde la torre de la catedral de Vetusta mientras "la heroica ciudad dormía la siesta" y él imaginaba controlar los pensamientos de Ana Ozores, la Regenta.
Algo así se le pudo haber pasado por la cabeza al obispo Munilla al comparar el aborto con el despido libre y gratuito.
Pero no me negarán que nuestro nunca suficientemente valorado presidente del gobierno estuvo genial subiéndose al monte Lobeira, cual Zeus desde su Olimpo, y desde esa pequeña cumbre de 300 metros en la costa del norte de Pontevedra, rodeado de palmeros, se dirige al mundo -ante periodistas forzosamente mudos- para dejar claro que somos los mejores, que el billón de euros de deuda ya lo pagará quien le toque, que en lo del ébola somos campeones de la transparencia, que alemanes, italianos y franceses han de venir por aquí a que Ana Mato, Montoro y Wert les den clases particulares de cómo se llega a morir de éxito, aunque no haya terminado el mundial de baloncesto, lo realmente importante.
¿Cómo le sienta esto a los parados?

12 agosto 2014

Ganó una guerra y perdió vida

http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2014/08/12/gano-guerra-perdio-vida/868886.html

Permitan, a estas alturas de agosto, que este folio haga caso omiso del culebrón mafioso protagonizado por los distintos señores y señoras del clan Pujol y así aprovecharlo para recomendarles una lectura, Herederos de una guerra, obra de Luis García Trapiello (Madrid 2014, Incipit Editores). Los más suspicaces podrán decir ya ahora que no les gustan las guerras, los vencedores y los vencidos; los arriesgados pensarán en otra novela de la Guerra Civil. Concédanme el beneficio de la duda y el producto no les defraudará.
Para empezar hablaremos de una novela porque lo dice el editor en la portada, pero bien podría ser que las dos narraciones que conforman el texto fuesen ficción verosímil o memorias del propio autor.
Les hablo de dos narraciones, pero podríamos hablar de metaliteratura, de cómo construir una narración a partir de unas memorias, de un relato? Este conjunto está íntimamente cohesionado por la trama y por los vínculos que unen a los personajes. Las propias voces de los narradores nos sirven también de nexo aunque hablen desde diferentes perspectivas.
Son el espacio y el tiempo, lógicamente también los personajes, quienes marcan los límites de ambas narraciones, que se intercalan a lo largo de toda la obra, la que nos cuenta el presente y la que nos recrea el pasado.
Por empezar por la más breve señalemos que está organizada por un narrador en primera persona, protagonista, que reflexiona en voz alta sobre sus recuerdos familiares, sobre la falta de los mismos, en varias conversaciones con otro personaje, Paco, que, tal y como especulábamos antes, bien podría ser ficción o un alter ego del narrador para sostener el juego dramático de los diálogos que van dando sostén argumental al resto de la narración, esos en los que se reflexiona y que dotan de contenido al título del libro y al de este folio, el padre del protagonista que vive su vida casi sin ser capaz de explicar qué le llevó a ella, qué significó ganar una guerra cuyas causas ignoraba y no haber compartido recuerdos y cavilaciones con sus más íntimos, con sus hijos. La idea de la muerte, la consciencia de matar, la posibilidad de desentenderse de actos propios tan crudos. Como pueden suponer son unas reflexiones descarnadas, como las que todos nos hacemos cuando examinamos nuestro pasado, pero expresadas sin aspavientos ni melodramas, vemos que la procesión va por dentro.
El resto de la narración se nos ofrece por medio de un narrador en tercera persona, pero me atrevería a decir que el autor ha apostado por la omnisciencia minuciosamente neutral en las descripciones geográficas y en la escasez de adjetivos valorativos.
El salto temporal es, lógicamente, al desarrollo de la guerra y el espacio que nos describe cambia desde los frentes bélicos de Teruel, la batalla del Ebro, Castellón? hasta los episodios de tregua por licencia en León, un esfuerzo de fidelidad y verosimilitud.
Mayor asombro causa la construcción de los personajes, un grupo de jóvenes falangistas leoneses encabezado por Venancio -referente real de toda la obra- que se toma como centro alrededor del cual giran otros combatientes del bando nacional, la consciencia de lo que había al otro lado de la trinchera, sus mandos, personajes históricos, la crueldad del ambiente, los ratos de ocio?hasta que les llega la victoria y comienza la incertidumbre de la vida.
En resumen, una profunda reflexión abierta al lector, levantada sobre una arquitectura narrativa muy bien forjada

05 agosto 2014

Una batalla inútil para la ciudadanía

http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2014/08/05/batalla-inutil-ciudadania/866822.html

La batalla se presentaba tensa y expectante desde hacía meses, había habido abundantes amagos precedentes, pero ahora las disputas eran cada vez más frecuentes, personales o por medio de interpuestos. Cada uno de los contrincantes hacía acopio de agravios y errores del adversario, como en cualquier escaramuza diplomática. En los dos casos había que salvar la honra política y los dineros.
Ambos contaban con el peligro del fuego amigo, más cruel que el del adversario, los quintacolumnistas y, sobre todo, los columnistas poderosos disfrazados de periodistas de investigación podrían causar más bajas que el propio adversario.
Las escaramuzas previas de los revoltosos habían sido abundantes, ellos no lo deseaban fervientemente, les iba bien con la paz tensa, pero sus aliados eran muy beligerantes y provocaban continuos y rentables enfrentamientos cuerpo a cuerpo entre ambos generales, pese a que entre ellos nunca había llegado la sangre al río.
Poco a poco se acercaba el día en el que ambos líderes se verían las caras; durante ese intervalo el desgaste era cada vez mayor en los dos bandos; al líder legitimista la retaguardia le ardía, las deserciones abundaban y las traiciones eran cada vez más frecuentes, pero era un dirigente pachorrón y conseguía mantener neutrales a las otras fuerzas que podrían manifestar su beligerancia. Más peligrosos eran sus, aparentemente, más fieles que querían sangre y fuego a toda costa, menos mal que la parsimonia y la caradura del mandatario estaba a prueba de bombas conspiradoras; incluso, dicen los cronistas, que era tan falso, que lograba embaucar a los suyos con las mismas artes que usaba para trabar al adversario. ¡Vaya si era capaz!
El general levantisco que gozaba de apoyo popular creciente se encontraba con impedimentos naturales que impedían su avance y no le reportaban defensa, contra los elementos no podía luchar. Para colmo el ardor guerrero popular se arrimaba cada vez más a sus teóricos aliados, mermando sus propias filas, el que había sido su mano derecha durante años abandona el puesto de mando arguyendo diferencias de criterio táctico en la próxima batalla, cuando en realidad estaba escapando de la quema que le venía encima.
Más lo peor llegó cuando al patriarca de la dinastía díscola se le descubren abundantes traiciones, llega a los oídos de la opinión pública que se había vendido al enemigo durante décadas, que les había ofrecido su apoyo a los legitimistas de todas las tendencias a cambio del silencio; él aportaría paz y ellos mirarían hacia otro lado mientras él, su prole y su partido hacían negocios rentables e innombrables.
Este descubrimiento desanimó y debilitó, pese a que era conocedor a todas luces, al general Artur; solo le quedaban dos opciones, la huida hacia adelante en asalto suicida o la búsqueda de una paz pactada que contuviese las compensaciones simbólicas y económicas que salvasen su honor y su futuro.
Mientras tanto el general Mariano salvaba los muebles momentáneamente, calmaba a los más feroces y dejaba a sus aliados desarmados y sin discurso.
Hay tregua, sin duda, pero habrá más guerrillas; mientras, el pueblo municipal y espeso sigue sufriendo las consecuencias de un conflicto artificial y no buscado.