26 octubre 2010

Bendita formación

Desde este folio se reclama de vez en cuando, se intenta llamar la atención, se insiste en ocasiones en que la formación continua de los trabajadores es imprescindible. Lo es, y nadie osa ponerlo en duda, cuando se trata del médico que te ha de implantar ese mágico muelle que permite que por tus arterias fluya la sangre sin obstáculos de tocino inyectado a fuerza de cocidos. Tampoco se le ocurre a nadie que su mecánico le meta mano a su coche sin tener instrumental ni formación adecuada, aquí poco importa cómo la adquiera, pero que la tenga, la use y que nos salga barato. Ni que decir tiene que ese reparador de electrodomésticos que nos visita cuando ya fallan todas las rogativas a los santos patronos, y que pasea linterna y destornillador por las tripas de nuestra lavadora sin tener la más remota idea de sus penas y corriendo el contador, casi taxímetro, que se verá reflejado en los euros del recibo, nos pone la úlcera a flor de piel y lamentamos hasta la saciedad que la bendita marca no le hubiese dado un cursillo, le hubiese regalado un DVD con las instrucciones de reparación, en fin, que el bueno del hombre se hubiese reciclado un poquito para poder pagar a gusto la factura. Echamos de menos la buena formación continua y agradecemos encarecidamente que se demuestre en nuestro beneficio, casi siempre es así; pero de vez en cuando la vida nos da sorpresas y la semana pasada vivimos una que es para encontrar el pasmo definitivo y levitar, levitar sin cesar. Es el caso de un curso de formación del profesorado, algo que ustedes seguramente consideran normal y corriente, necesario, justo e imprescindible; porque los que educan a las criaturas también han de reciclarse aunque no arreglen lavadoras. Seguramente supondrán que la Administración educativa les proporciona actividades siempre útiles, siempre abundantes y siempre con facilidades de asistencia. Pues bien, están equivocados de cabo a rabo, ya que, salvo cuatro aparentes envíos de profesores a que barnicen su inglés, siempre a medias con el Ministerio, aquí cada uno ha de buscarse la vida como pueda. Hubo una época en la que una estructura de centros de profesores fue renqueando con pocos medios para ofrecer cursos y colaborar en la autoorganización de los propios colegios e institutos. Todo va camino de ser historia. Sin embargo, el caso del curso que nos ocupa hoy está organizado por un sindicato amarillo de Ourense, buen amigo de conselleiros, presidentes y demás jerarquías, se desarrolla siguiendo el siguiente esquema: a las 10 una misa en la catedral con la participación de reputado organista, de las 11 a las 12 la entrega de documentación del curso, la bienvenida a los nuevos docentes e inauguraciones varias, a continuación estaba prevista la lección magistral del presidente del Gobierno de la autonomía, seguida de la laudatio del conselleiro. Después de tanto ajetreo científico es lógico un merecido descanso y solaz de los cursillistas a cargo de un cuarteto de viento y canto, para terminar siendo clausurado el docto acontecimiento por el virrey perpetuo de esa única provincia gallega sin mar y de media hora de sesión fotográfica a los pies del ilustrado padre Fejóo, menos mal que el pobre no puede enterarse de los usos de su efigie No me olvido, no, que ya deben ser las dos y media de la tarde y ya hay que comer, es el momento del banquete de gala (sic) en un prestigioso restaurante local. ¿Será capaz la Administración de expedir certificado de asistencia a este curso y darle validez legal? 1 comentario #1 - Ciudadano. el día 26-10-2010 a las 11:36:30 Buen botón de muestra. De los que gobiernan los dineros públicos, y de los que callan y comen de ellos. En España hay corrupción en la política, pero también hay corrupción (moral) en los ciudadanos, que venden su alma por un banquete de gala.

19 octubre 2010

¿Cómo se puede decir eso sin tener miedo?

Está claro que no es lo mismo nacer y ser educado en una tribu amazónica que en pleno primer mundo. La tribu advierte y prepara a sus retoños para que sepan defenderse, para que sean precavidos y venteen el peligro antes de que sea demasiado tarde. No recuerdo ahora el nombre de la etnia, seguro que en el sur de América, en la que, desde que tienen memoria, se adoptó como método de educación sexual y de conservación de la especie que los adolescentes, antes de que las hormonas hiciesen sus efectos, fueran emparejados con un hombre o una mujer adultos, convivieran con ellos durante años como pareja, fueran en cierto modo educados en todo aquello que sus padres biológicos no hubiesen podido o sabido hacer y, ya cuando fuesen adultos maduros, cuando ya no pudiesen poner en peligro la seguridad de la tribu, cuando ya fuesen suficientemente capaces de desarrollar su proyecto de vida en aquella sociedad escogiesen pareja, tuviesen hijos?sabiendo lo que es el miedo a los peligros que acecharían. Eso mantenía su civilización a salvo, muy endogámica y sin lo que normalmente llamamos progreso, pero a salvo por el miedo. Hace pocos días mantuve unas charlas con directivos de un instituto, seguramente modélico por la dedicación de sus profesionales, situado en la Galicia rural, la del interior, en la mal comunicada, podíamos decir que esa especie de Amazonia de la montaña gallega; me contaban que una de sus labores fundamentales era no alterar el entorno cultural de sus alumnos, pero que al mismo tiempo tenían que normalizar su vida para poder enfrentarse a lo que podría ser su vida futura, es decir, se encontraban con pocos miedos a lo que conocían como su entorno inmediato y una gran irresponsabilidad ante lo que podrían encontrarse en el exterior, reflexionaban sobre lo fácil de la convivencia con los adolescentes educados en el respeto, pero no tanto en ser respetados, consideraban imprescindible su socialización exterior, sus viajes físicos y reales, sin internet como intermediario, su normalización en castellano; en resumen, tratando de respetar su hábitat y de ampliar horizontes en los que el miedo fuese un referente que impidiese cometer imprudencias. Sirvan estas dos referencias educativas previas para llegar al objeto real de la pregunta que títula este comentario, la respuesta a esta pregunta es el pasmo ante las declaraciones, por ejemplo del señor Díaz Ferrán, todavía presidente de la CEOE en las que reclama relaciones laborales similares a las de la China aún estalinista, de mayor trabajo y menor salario ¿Está culpando a sus miles de ex empleados, hoy parados por su culpa, de que él ya no tenga empresas? ¿No tiene miedo de que en cualquier momento alguna de esas personas olvide su buena educación judeo-cristiana y le parta la cabeza, porque ya no encuentra otro mecanismo de defensa? ¿De verdad no tiene miedo de salir a la calle y que cualquier damnificado de la reforma laboral por él inspirada le reconozca y pierda las formas y los estribos? De verdad, tampoco es comprensible que un señor portavoz de la derecha como González Pons defina su actitud ante la vida y los problemas actuales perpetrando declaraciones como la de hace pocos días en las que dejaba meridianamente claro que lo suyo hubiese sido ser cristiano en 1212, en la batalla de las Navas de Tolosa para haber matado muchos moros combatiendo codo a codo con el maestre de la orden de Santiago, Pedro Arias. Definitivamente no tiene miedo ni vergüenza.

12 octubre 2010

Después de la huelga ¿qué?

Dejando absolutamente claro que la convocatoria de esta última huelga general fue irremediable podemos, ya a toro pasado, reflexionar un poco sobre las causas que la provocaron y las consecuencias que ha de tener. Eso sí, quedan absolutamente excluidas de este comentario aquellas afirmaciones del tipo "la huelga no existió y si la hubo fue por los piquetes" o aquellas del tipo "hay que preparar la siguiente huelga general. Habiendo marcado los límites de la discusión yo creo que el origen está en la miopía, es decir, ante un contexto de depresión económica algunos actores con capacidad de influencia fueron capaces de ver bien de cerca lo que les convenía y no usaron lentes correctoras para ver de lejos; esta no es una crisis normal, cíclica o coyuntural, nos encontramos ante un sistema que hace aguas y los cerebros que tienen que poner sus neuronas a funcionar pecaron de cortoplacismo. Era imprescindible una reforma de la negociación colectiva, seguramente también era necesaria una reforma de la legislación laboral y repensar con calma el sistema de pensiones. Tres problemas y tres interlocutores que con mayor o menor urgencia han de acudir al oculista. Una patronal descabezada y tratando de salvar los muebles in articulo mortis, tratando salvar los intereses de una cúpula desgastada y sin autoridad interna, que, buscando el premio de la lotería sin comprar boletos, quiso ganar un bote multimillonario que incluyese el despido subvencionado, ya no sólo gratuito, y que la seguridad social la pagase el maestro armero. ¿A alguien le cabe duda de que consiguió lo que pretendía? Evidentemente se lleva la mayor tajada del pastel y gratis, pero no consiguió la paz social, imprescindible para que sus accionistas reciban dividendos, siguen siendo titulares de empresas poco competitivas y en las que no invierten ni un real en investigación, sólo esperan que papá-estado siga haciéndose cargo de todo. Un gobierno descoordinado, alocado, esperando a un Godot desesperadamente que nunca acaba de aparecer; con bandazos de libro, como un pollo sin cabeza que no busca más que cumplir con los mandatos de los jerarcas financieros que acogotan la economía del país y con encontrar un socio que apalabre la votación de los presupuestos generales del Estado para el 2011. Así legisla como legisla, incumpliendo todas las promesas electorales. Frente a ellos un sindicato fiel al gobierno, llevándole la contraria sin querer y el otro con el corazón partido, tratando de reencontrar el liderazgo social que se vio trastocado en su último congreso. Con estos mimbres es indispensable que haya interlocución, interlocutores fiables, que se nombre ministro de trabajo, que la CEOE se defina y diga quien dirige su política y que los dos sindicatos aparquen sus disputas electorales y se planteen en realidad llegar a la reforma de la negociación colectiva y a la reformulación del Pacto de Toledo de forma realista en ambos casos, mirando a lo lejos, como siempre han sabido hacer, dejando que ladren los que ponen en cuestión sus existencia, su legitimidad. Previo a todo es imprescindible que el gobierno, escogiendo la fórmula que estime oportuna haga un guiño que se pueda interpretar como que aquí sí ha pasado algo, que los reglamentos de la reforma laboral han de corregir los excesos perpetrados en la ley que tan presuroso llevó a aprobar al Parlamento y que tan pocos consensos suscita. 1 comentario #1 - Ciudadano. el día 12-10-2010 a las 11:19:130(0 Votos) A favor En contra Lo malo de España... son los españoles. ¿Cuántas empresas hay que no vivan de las subvenciones públicas, de tener algún amigo que adjudique contratos públicos a dedo o de sobornar a autoridades para que hagan la vista gorda con los incumplimientos de la legislación laboral? Y, lo que es peor y hace que lo anterior suceda impunemente ¿cúantos españoles de a pie callan todo lo que ven porque esperan que algún día les toque la pedrea en alguna corruptela de las que ven a diario? Luego nos vienen con el cuento de la competitividad, los salarios y la investigación. Este es un país de sinvergüenzas y vagos desde la noche de los tiempos. Y cada vez que un grupo de ilustrados han intentado sacarlo del pozo, la chusma los lincha y pide a gritos que vuelvan las cadenas.

08 octubre 2010

¿Ser analfabeto hoy?

Pudieron escuchar al policía ecuatoriano que a duras penas perpetraba la lectura de un comunicado, que él sin duda no había escrito, en el que proclamaba el golpe de Estado el pasado jueves? Seguro que era un personaje cualificado, pero ¿entendía lo que leía? ¿Era analfabeto? Podríamos responder a esta pregunta con algún argumento fácil, del tipo de que analfabeto es todo aquel que no sabe leer ni escribir, ni está familiarizado con la informática o el lenguaje audiovisual. Pero no creo que fuese lógico acudir a esos extremos. Hoy un analfabeto, además, es un idiota, es decir, un individuo que no hace uso de sus derechos ciudadanos, del derecho al voto, a la huelga, a la participación, a la propia imagen, a la intimidad, a la educación? Incluso podría ser que el actual analfabeto fuese lo que siempre se llamó imbécil, el dependiente del apoyo permanente, el que siempre precisa de un báculo, de un bastón, no necesariamente físico; sino a menudo y muy frecuentemente, el que está necesitado de un apoyo psicológico imprescindible. Estos días, como casi todos los días, hemos conocido estadísticas, por ejemplo las que nos dicen el porcentaje de personas que en Galicia no han ejercido el derecho a la educación o a la huelga, por poner sólo dos ejemplos. Un 40% de los gallegos no tiene los estudios básicos, no ha alcanzado el graduado, lo esencial para que hoy en día sea válido un contrato de trabajo ¿Son idiotas que no ejercen sus derechos? ¿Son imbéciles que sólo esperan el apoyo del Estado para que les facilite un puesto de trabajo y la titulación correspondiente? Seguramente no sean más que estúpidos, los que etimológicamente se quedan pasmados, los que no saben cómo reaccionar ante los problemas que se les presentan. Por ejemplo, piensen en el pasmado de 23 años al que le cundió el tiempo hasta ahora como aprendiz de ayudante de soldador, pero que malamente sabe leer y comprender lo que lee, como el viejo oficial de primera de toda la vida, como el técnico comercial o administrativo de toda la vida, que siempre le juraron al jefe fidelidad eterna y él siempre les correspondió de boquilla mientras ellos trabajaban las horas extra gratis, mientras ellos pillaban vacaciones cuando viniese bien aunque no viesen a sus hijos, que siempre cobraron poco, tarde y mal y que ahora se ven pagados con carta de despido y finiquito a la yugular y sin anestesia. Ahora todos, veinteañeros y cincuentones que siempre se apoyaron en los más poderosos y siempre obviaron ejercer sus derechos, ahora le ven las orejas al lobo y saben que la formación puede ser una salida. Lo sorprendente es que buscando ese báculo, ese apoyo salvavidas, siguen sin saber que ese es su derecho y que no lo han ejercido, que no están demandando ninguna limosna, que es obligación de los poderes públicos el facilitar esa formación aunque sean adultos, que en sus años de vida laboral, pocos o muchos, de sus nóminas se han detraído cantidades destinadas a ese fin, a su formación, aunque ellos no lo supiesen y aunque -lo que es más grave- sus patronos, que sí lo sabían, no las hubiesen utilizado como debieran facilitando la formación permanente y ahorrando penas y despidos en las vacas flacas.