28 febrero 2006

El accionariado militante

Apuesto las tres cuartas partes de la liquidez de mi capital a que el noventa por ciento de los que lean este folio son absolutamente inactivos, y digo son, no digo están, sé que están muy activos, pero que no tienen acciones, es decir participaciones en el capital de una empresa. Suponiendo que a algún despistado le hayan emplumado alguna en su banco y que, por lo tanto, sea propietario de endesísticas o de gasísticas, por no hablar de las matildes -que aún resisten- o de fuerzaselectricasdelnoroestes, a estas alturas ya se habrá dado cuenta de que tiene tanta capacidad de decisión en la copropiedad de su empresa como posibilidad de entender el contrato del móvil. Pero quiero darme y darles ánimos, no quiero conformarme con ser un mero abajo firmante de contratos de adhesión, claudicantes, plagados de cláusulas leoninas, para poder encender la luz o calentar el descafeinado. Quiero ser accionista, pero no de una sociedad cualquiera, de las que se despachan en las bolsas normales y corrientes. Quiero ser accionista de una entidad de futuro, para ello preciso socios, capitalistas por supuesto. Es decir, que hace falta que entre todos encontremos a alguien que tenga un primo de un amigo que tenga capacidad de ahorro voluntario; no me vale el ahorro forzoso para pagar las letras, sólo nos vale el de aquel al que le sobre a fin de año. Los que aparezcan pueden formar sociedad, acto y acción en actividades con mucho futuro y en las que nadie pone sus ojos. Desengáñense de invertir en laboratorios que fabrican antivirales supuestamente efectivos contra la gripe del pollo, aunque entre todos forcemos a los gobiernos para que se atiborren de dosis y así se forren las farmacéuticas. Tampoco se paren en seguir las cotizaciones de los molinillos de viento, se levanta el temporal en Galicia, en Canarias... y no van a dar abasto con los quijotes. Además siempre está aquello de lo que el viento se llevó. (...)

21 febrero 2006

Faltan 48 horas

Continuaban los disparos dentro del Congreso. Se oían vidrieras rotas y cristales cayendo en los alrededores. -No hay que alarmarse, caballeros. Se trata sólo de un simulacro patriótico para restaurar prestigios deteriorados. -¿Qué quiere decir? -Que no habrá difuntos. ¡Nada de fiambres en esta memorable jornada!
[Ramón J. Sender. Chandrío en la plaza de las Cortes´, octubre de 1981]
Eran compañeros de trabajo y sólo eso, relación profesional y tensa. Alguien podría decir que ni siquiera se conocían. Nunca se habían llevado bien; vamos a ver, siempre se habían llevado mal, no se podían ver ni en la punta de la escopeta. Aquel anochecer inestable, un 23 de febrero hace 25 años, le conoció de verdad. Sólo sabía de él que había tenido problemas de estudiante revoltoso, que seguía en las mismas en el trabajo, sabía que discutían, sabía lo que pensaba, sabía que se opondría a todo lo que propusiese, que no estaba de acuerdo con él en casi nada; pero pintaban bastos y su compañero no se merecía nada de lo que pudiera pasarle. No es que tuviese el corazón partido entre el bigote cuartelero en blanco y negro que aparecía en la tele y su incómodo compañero, sino que se dio cuenta de que aquel delincuente que hoy cultiva aguacates en Marbella era un indeseable inconsciente ansioso por recuperar el tiempo perdido, para ser feliz. (...)

15 febrero 2006

Con perdón de la cara de usted, señor Vázquez

Disculpe la tradicional y trasnochada fórmula de encabezamiento que usaban los mayores para dirigirse a un hombre de respeto, como dicen los viejos gitanos. Porque, para mí, usted lo es; le tengo respeto, pese a no confesar mi voto electoral. Se le trató y, supongo que seguirán atacándole en el futuro por su natural defensa de la unidad de España, ahí estoy yo, pero sin superfluos orgullos y vanidades. No vale la pena, ahora que estamos solos, coincidimos en que el Estado de las Autonomías es manifiestamente mejorable. Casi le llevan al cadalso mediático-político por su defensa del castellano y los topónimos consuetudinarios. Aquí también coincido, cualquier esporádico lector de este periódico estos últimos años habría leído múltiples alegatos contra los atropellos al bilingüismo, aquí, en Cataluña y donde haga falta, sin acritud; pero con firmeza. De sus casas-museo no puedo hacer más que elogios, me refiero a las de las Ciencias, la del Hombre, éstas. Pero he de confesarle que mis tres hijas no nacieron en La Coruña y lamento que mi familia más cercana hubiese de abandonar sus domicilios en la ciudad; ya supone que alquileres caros con caseros usureros e hipotecas prohibitivas no lo ponen fácil a pensiones exiguas y salarios menguados. Más no hay problema, todos vamos al cine y a casa de los amigos, al médico y a Hacienda, No quiera usted interpretar mal mis palabras; ni buscar la menor crítica urbanística, faltaría más, ya sabemos que en una pequeña península poco cabe y que lo bueno es caro. (...)

07 febrero 2006

Y ya puestos a firmar...

Aquel día tuvo el desparpajo suficiente como para detener a la seria profesora de la facultad y solicitar su firma en un manifiesto en el que se pedía que los presos políticos antifranquistas fuesen amnistiados. A ella le pareció lo más justo y así lo hizo, estampó nombre y rúbrica; pero cuando lo comentó a la hora de la cena con su esposo, a la sazón jerifalte de la policía, empezó a dudar, los razonamientos de su marido eran contundentes, había metido la pata y tendría que deshacer el malentendido al día siguiente. El papelón que le tocó representar fue poco recomendable, hubo de buscar al postulante de las firmas y rogarle la retirada de la suya. Sólo encontró la disculpa obvia de que ya se habían enviado a la prensa, él lo sentía mucho, pero aquel palo tendría que aguantar su vela. Es que esto de las firmas tiene su miga, no voy a decir yo que no haya que firmar todo aquello con lo que se esté de acuerdo o con lo que nos presente aquel de nuestra confianza, pero hay que hacerlo con sentido común. Es que el señor Rajoy nos pone en unas tesituras muy comprometidas. Vamos a ver, nos dice que España se rompe, que nos quedamos sin nación y sin igualdad de derechos y ¿lo único que nos pide es una firma en un folio? ¿El único esfuerzo que nos pide es el garabato? Poco patriotas nos considera o poco peligro de desaparición de España ve a su alrededor. Si de lo que se trata es de salvar a España, habría que hacer algo más, digo yo. (...)