15 febrero 2006

Con perdón de la cara de usted, señor Vázquez

Disculpe la tradicional y trasnochada fórmula de encabezamiento que usaban los mayores para dirigirse a un hombre de respeto, como dicen los viejos gitanos. Porque, para mí, usted lo es; le tengo respeto, pese a no confesar mi voto electoral. Se le trató y, supongo que seguirán atacándole en el futuro por su natural defensa de la unidad de España, ahí estoy yo, pero sin superfluos orgullos y vanidades. No vale la pena, ahora que estamos solos, coincidimos en que el Estado de las Autonomías es manifiestamente mejorable. Casi le llevan al cadalso mediático-político por su defensa del castellano y los topónimos consuetudinarios. Aquí también coincido, cualquier esporádico lector de este periódico estos últimos años habría leído múltiples alegatos contra los atropellos al bilingüismo, aquí, en Cataluña y donde haga falta, sin acritud; pero con firmeza. De sus casas-museo no puedo hacer más que elogios, me refiero a las de las Ciencias, la del Hombre, éstas. Pero he de confesarle que mis tres hijas no nacieron en La Coruña y lamento que mi familia más cercana hubiese de abandonar sus domicilios en la ciudad; ya supone que alquileres caros con caseros usureros e hipotecas prohibitivas no lo ponen fácil a pensiones exiguas y salarios menguados. Más no hay problema, todos vamos al cine y a casa de los amigos, al médico y a Hacienda, No quiera usted interpretar mal mis palabras; ni buscar la menor crítica urbanística, faltaría más, ya sabemos que en una pequeña península poco cabe y que lo bueno es caro. (...)

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