27 noviembre 2012

Coles buenos y coles malos

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Supongo que como yo habrán sufrido experiencias negativas en las actividades desarrolladas en los colegios, recuerdo como especialmente penosas algunas competiciones deportivas en las que los padres y los profesores se comportaban como auténticos energúmenos animando a sus hijos e hijas a acabar con el contrario usando las malas artes si fuere menester.




Por el contrario también supongo que tendrán algún recuerdo amable en el que el alumnado de los centros competía en buena lid, para demostrar cuál es el mejor proyecto científico en una exposición, en un concurso de redacción, de ortografía, en las famosas olimpiadas de diferentes materias. Todos sabían que eran competiciones y que habría ganadores y menos ganadores, pero terminaban en sano intercambio de experiencias.



¿Qué centros eran mejores? ¿Cuáles son de mejor calidad? ¿Es mejor la educación en unos que en otros? Los comentarios del barrio sobre la calidad del centro, los resultados de una evaluación externa y seria sobre la calidad de un centro, quieren ser convertidos en un ranking según las notas que obtengan sus alumnos y todo esto en un sistema educativo como el nuestro que estaba camino de llegar a niveles de equidad reconocidos por las instituciones internacionales de evaluación.



Es cierto, este bendito ministro planea que la financiación de todo tipo de centros, públicos y privados, dependa de proyectos educativos y del éxito de sus alumnos: los Programas de Mejora de la Calidad Educativa. Craso error pedagógico y social utilizar los resultados de la evaluación del alumnado y de los centros, seguramente precisará más recursos aquel que atienda ambientes y alumnado más desfavorecido que el que atienda a clientela selecta. En resumen, los ricos, más ricos y los de abajo, más abajo.



Desengáñense, la desigualdad es algo natural para Wert: hay que mirar únicamente por su nivel de "productividad", o sea, por los resultados escolares, como si se tratasen de fábricas y no lugares en los que se educa y forma a personas en edad escolar. Se privará de los recursos necesarios a aquellos centros docentes con un elevado porcentaje de alumnos con necesidades educativas especiales, y que son en su inmensa mayoría centros públicos, ¿podrán competir en resultados con los privados que seleccionan a su alumnado según su origen social?



Todo encaja en la visión exclusivamente economicista que el Ministerio quiere imprimir a esta reforma, al margen de la comunidad educativa, sin un debate democrático y por imposición. La ley actual, mientras la autoridad competente lo permita, sostiene que la educación ha de actuar como elemento compensador de las desigualdades personales, culturales, económicas y sociales, con especial atención a las que deriven de discapacidad, de acuerdo con que no lo está consiguiendo totalmente, pero lo que es seguro es que no se conseguirá sin dotar a los centros de los recursos humanos necesarios para asegurar la atención personalizada del alumnado con necesidades educativas específicas.



La Lomce no es más que una reforma ideológica que no solucionará los dos grandes problemas del sistema: el abandono prematuro y el fracaso escolar. Al contrario, con la excusa de la transparencia en los resultados de las evaluaciones, se impulsará innecesariamente una competencia desleal entre centros, en perjuicio de la equidad del sistema.

21 noviembre 2012

Una cosa y la contraria



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Al os niños chicos podemos torearlos fácilmente, que si vamos al parque, les gusta la idea barata; al rato, que si nos quedamos viendo una película y pedimos una pizza, les encanta la idea más cara.
Pero creo que el ciudadano medianamente informado empieza a estar dolosamente harto de que intenten venderle gato por liebre, que lo obvio se le oculte y en su lugar le pongan unas preciosas ruedas de molino bien puliditas y listas para ser consumidas.
No hubo mucha divulgación de la convocatoria de la huelga general desde este folio, apenas unas líneas redactadas expresamente la víspera de los actos, pero a poco avispado y esporádico que sea el lector o la lectora supondría que el tratamiento que desde estas líneas se da a temas como la educación, la sanidad, a reforma laboral, los recortes en los servicios públicos... lleva a pensar que de poco sirven las tertulias de café para lamentarse si después no se ponen los medios al alcance de cada uno para solucionar los problemas; en resumen, que sí, que hacían falta la huelga y las manifestaciones porque son la única forma de hacer visible el cabreo de quien tenga motivos y que no crea que se pueda vivir una cosa y la contraria.
Evidentemente hay mucha gente que está escondida como avestruz y otra mucha que está haciendo el agosto, con ellos no va esto; pero ya saben aquello del San Martín ¿no?
Ya les auguro que no será la última, que los vendedores de seguros, los grandes bancos y los fondos de inversión ya le han puesto el ojo a las pensiones y muy pronto el lanzamiento de cargas de profundidad contra la caja única de las públicas forzará la maquinaria sin piedad para tomarla al asalto; exigirán rebajas en las pensiones y endurecimiento de las condiciones de acceso. Al tiempo que presentarán como imprescindible la suscripción de pólizas privadas para garantizar la supervivencia en la residencia de ancianos privada.
Llegado el caso habrá que demostrar otra vez que no se está de acuerdo, al votar y en la calle.Todos sabemos que el voto es conservador, que dura cuatro años y que el votante medio siempre dice nunca peor que hoy y piensa virgencita que me queda como estoy, aunque esté parado y cobre el subsidio de 400 euros y ese conservadurismo es el que da mayorías de todos los colores, en todos los sitios y también se puede hacer lo contrario, despotricar y lavarse la conciencia en público. Estoy harto de esta esquizofrenia, pero también convencido de que la cultura de la doble moral en la que nos educaron pesa mucho.
Pero estos no son los únicos ejemplos del doblete; los días pasados asistimos a un auténtico festival de la confusión, de la contradicción; gobierno, empresarios, comentaristas cavernícolas que adivinaron el futuro dejando la crónica escrita 24 horas antes...se empeñaron en decir que ni hubo huelga ni manifestantes.
Al mismo tiempo, los mismos señores y señoras se empeñaron en machacar la conciencia del protestón diciéndole que estaba creando incertidumbre en los mercados, que por su culpa subiría la prima esa y que se crea desconfianza fuera de nuestras fronteras.
En qué quedamos, ¿hubo huelga y manifestaciones o no? Si hubo puede ser que todos esos males fueran ciertos; pero si al mismo tiempo dicen que no hubo o que el seguimiento fue mínimo y las manifestaciones fueron testimoniales, ¿a qué se teme? Los mercados estarán tranquilos y confiados porque el gobierno convence a sus conciudadanos y aquí no pasó nada el 14N. ¿En qué quedamos? Defínanse

13 noviembre 2012

La fea pobreza visible

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Se puede ser pobre, estar simplemente parado, pero que se vea que eres pobre, que no tienes trabajo y que además no tienes casa es feo, no nos gusta verlo, nos escandalizamos, lo evitamos, cambiamos de ruta, nos hacemos cruces porque no entendemos que a estas alturas de la civilización, la usura siga impidiendo un derecho fundamental.
Dicen que la ley es de principios del XX, como el último Galdós, aquel que en Misericordia contaba cómo la criada Benina salvaba del desahucio a su ama Doña Francisca, acudiendo a sus ahorros de tres mil reales guardados en el Monte de Piedad. ¿No les suena muy actual?
Ahora parece que entró el apuro, queda muy feo que se nacionalicen bancos, les pongamos a flote y no seamos capaces de poner en marcha la dación en pago como cancelación de la deuda hipotecaria. Ahora parece que los dos partidos que parten el bacalao están apurados para que las postales no les salgan llenas de familias que tengan una furgoneta en ruinas como vivienda habitual y menos cerca de la Navidad, podrán pactar lo que quieran, que hasta que los bancos den el visto bueno, aquí se seguirá incrementando el número de suicidios por desesperación que los próximos al desahuciado no puedan evitar.
No me vengan con lo de las chabolas, que no es lo mismo, los bienpensantes asimilamos sin problemas la subculturas, el lumpen que toda sociedad moderna tiene, lo ocultamos al mismo tiempo que echamos a los mendigos de la Gran Vía. Todo eso entra dentro de la cuota soportable.
Pero es que ahora son los nuestros, los que tenían trabajo como nosotros, nuestros familiares y vecinos, los que pasan hambre y sufren el peso de la ley, ¡hasta los jueces han protestado! No duermen tranquilos aplicando esa ley.
¡Qué panda de hipócritas nos hemos vuelto! ¿Desde cuándo viene pasando esto a cuentagotas? ¿Desde cuándo se viene ocultando y miramos para otro lado?¿Es que no sabemos que se revientan a pastillas para quitarse de delante, de pura vergüenza al desahucio, al fracaso?
Para el paro tenemos callo, hay que ver lo bien que se disimulan los seis millones de parados, los jóvenes a resguardo de sus padres, los padres a resguardo de los abuelos, son invisibles, se manifiestan a veces, en ocasiones un suceso sangriento fruto de un arrebato de locura, pero la sociedad lo absorbe.
Empieza a haber reacciones inconscientes, un grupo de jubilados contempla los tesoros de una catedral, antes se decía "cuánto trabajo tiene", ahora seguramente escucharán "canta fame podían quitar".
Los documentales de animales de la 2 sí se ven, sin ir más lejos y sin ánimo humorístico, hace unos días en la sobremesa de un bar aparece en pantalla una jirafa en apuros por culpa de algún depredador, un parroquiano sentencia: "¡Canto daba de comer!". Y la dueña del bar reafirma: "¡Solo co pescozo xa mataba bastante fame moita xentiña!". Donde antes se veía arte y trabajo, ahora se ve oro para empeñar y pagar hipotecas y alquileres, donde antes se veía majestuosidad relajante, ahora se ve carne cruda para el guiso.
En resumen, podemos ver a los directivos de las cajas haciendo el paseíllo en los tribunales y abonando fianzas, pero sus señorías de los bancos son los que tienen la clave a la hora de evitar el problema de los desahucios, puede haber leyes, moratorias, compromisos políticos, pero el poder está en otro sitio, por ejemplo mañana en la calle.

06 noviembre 2012

Soberanía o soberbia

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Estos días recordaba la actuación de un pequeño grupo de danza y música del país en unas fiestas de aldea a la salida de la misa y antes de la sesión vermú de la orquesta contratada para el día. La verdad es que aquellas jóvenes ponían todo el entusiasmo en aquel atrio tuercebotas, como si fuese el mejor teatro, pero la parroquia no les hacía ni caso; al final una de ellas comenta con desanimada ironía: otra de autoconsumo. Pero le contestaban enseguida con argumentos como que eran sus propios jefes, que sacaban para gastos y una cena de vez en cuando, eran soberanos.
Esa bendita inocencia me trajo dispersos recuerdos y variadas asociaciones relacionadas con la crisis y la soberanía. Me acordé de Las ratas, la novela de Delibes que se teje entorno al Nini, un muchacho de once años que vive con su padre (llamado el tío Ratero pues se dedica a cazar ratas para comer y vender) en una de las cuevas del imaginario pueblo de Torrecillórigo. A pesar de que sus padres son hermanos, el Nini es un auténtico superdotado, un sabio con la capacidad de observar su entorno, de interiorizarlo y ofrecer respuestas certeras sobre todo lo relacionado con la vida en el campo: siembra, riego, cosecha, heladas, etc. La primera vez que la lees no eres capaz de dejar de pensar en el consumo de esas ratas de campo, después ya ves la descripción de la vida rural, del autoconsumo de lo producido, porque no se puede consumir otra cosa, no porque no se quiera.
La Galicia urbana que fue rural, siempre mantuvo el cordón umbilical de los productos que se podían traer de casa, que sí que eran mejores y más sanos; pero sobre todo eran gratis. Esos tomates son muy buenos y, sobre todo, los del súper hay que pagarlos. En resumen, autoconsumo soberano, pero sin renunciar a los caprichos que se pudieran sufragar en forma de cigalas, por ejemplo, que no se dan bien en la huerta; gran afición al caldiño y al morro de cerdo, pero nadie se hace cruces ante las mariscadas de las bodas o los autohomenajes en las cenas de empresa.
Más pasmo me produjo comprobar que en las pasadas elecciones vascas, los nacionalistas de Bildu llevaban en su programa la creación de una consejería de Soberanía alimentaria (Pesca, Agricultura, Consumo y Comercio), que no sé yo bien qué conjunto de aranceles, dietas contemplaría para proponer leyes este departamento gubernamental, para distinguir sus anchoas de las de Santoña, la localización de sus bonitos y merluzas... hay quien dice que solo serían autosuficientes en vino y huevos, pero miedo me da pensar que con la crisis se proponga reubicar a toda la población en autárquicos caseríos y volver a las guerras carlistas que nunca se fueron o los deseos de no mestizarse para conservar su ADN de pura raza. Que sí, que a todos nos gusta el chuletón y el marmitako, aunque no seamos vascos y no veo lo de la soberanía y menos aún lo veo en las colas de la cocina económica o en las visitas a los centros de caridad donde se palía el hambre sin mirarle la etiqueta a la lata de atún o al paquete de macarrones. Soberanía o soberbia.