30 marzo 2010

Miguel Hernández y el mito (I)

La crítica literaria, como todas las ciencias, sociales y experimentales, se ve sometida a los caprichos de la ideología, de la historia que le toca vivir. El poso, y el paso, de los años y de las mismas tendencias coloca y descoloca a los personajes en pedestal o en el pozo. En la crítica literaria que dio forma a nuestro bachillerato el pobre Baroja, el arcipreste de Hita, La Celestina, Quevedo o Larra se estudiaron bajo el prisma de Pemán o Foxá. Antes de que la tortilla diese la vuelta (¿ha dado la vuelta de verdad, juez Garzón?) ya podías empezar a vislumbrar que el secuestro de información había dejado sin investigar y, por lo tanto sin divulgar ni enseñar, listas de nombres y obras sin fin. El riesgo que se corrió y, por lo tanto, el error que se cometió fue el de la mitificación y elevación a los altares del Parnaso a La venganza de don Mendo. En estos momentos la astracanada de Muñoz Seca goza del estatus que le corresponde en los manuales de literatura, sin que intervenga en ello la muerte de su autor. Sin ánimo de comparar, hemos tenido que esperar años, quizá hasta el 2002, para tener una biografía del poeta nacido hace cien años (MH, pasiones, cárcel y muerte de un poeta, Madrid, JL Ferris). Hasta entonces era un poeta rural casi analfabeto, que sin magias deviene culto clasicista, vanguardista, agitador y ejemplo de padre de familia, que murió joven, como un mártir del franquismo, y se consolidó en pocas décadas como objeto de estudio que tenía a su disposición el testimonio directo de personas que, habiéndolo conocido, seguían vivas; pero al mismo tiempo, la precaución de aquellas más cercanas evitaba documentos fundamentales y los interesados se vieron abocados a guardar un pudor que impedía airear hechos documentados por respeto. El agotamiento biológico de la generación de Miguel Hernández y la salida a la luz de la documentación dio aires nuevos a la investigación. Por ejemplo, se desvanecen los tópicos del absoluto autodidactismo y el de poeta-pastor, que estuvo escolarizado de los cuatro a los catorce años con buen aprovechamiento, y se abunda en el carácter conservador de su educación, de la mano de Ramón Sijé, y su salida a la luz como poeta regional y rural, pero también el desarrollo satisfactorio de su vocación con la publicación de Perito en lunas y el primer acceso a los círculos literarios de Madrid, subiéndose en marcha al tren de la vanguardia, preso por el conflicto entre el instinto y la moral religiosa aprendida, recuérdese, por ejemplo, que su amor platónico de adolescencia, Carmen Samper, que le rechazó porque tenía ojos de loco. La verdad es que tarde también nos enteramos de que forenses y fiscales achacaron lo desorbitado de los mismos al hipertiroidismo, incluso culparon a esa alteración metabólica de su emotividad, su gran rapidez y facilidad para la producción poética. Permítanme una maldad, que termine este folio -que seguirá hablando de Hernández la semana próxima- con la reflexión que podríamos hacer sobre el estado de la crítica literaria en Galicia. ¿Hemos pasado de la simple hagiografía de Pondal, Curros... a la crítica sin vendajes en los ojos? ¿Estamos preparados para asimilar que ciertos mitos de la literatura gallega, como la de cualquier otra con escasa producción, no pasan de la mediocridad?

23 marzo 2010

De la anarquía y la desobediencia

No estamos en el aniversario de las barricadas del 68, ni vivimos un período prerrevolucionario, ni tratamos de quitarnos de encima a ningún dictador que esté en riesgo de extinción? Sin embargo desde todas las esquinas nos llegan llamamientos a la rebelión, a la desobediencia civil, a la reacción contra el poder establecido; a veces parece como si uno hubiese consumido alguna pócima mágica y rejuvenecedora, que le llevase a los veinte años de nuevo y tuviese carta blanca para despotricar contra gobiernos y preparar la huelga general contra todo y contra todos. Si la situación económica fuese todo lo grave que señalan las cifras de paro, de crecimiento, de productividad? sin duda todos esos marcadores nos llevarían a la revuelta popular, al asalto a los supermercados; pero no ocurre así, está funcionando la relación tribal y familiar. Están funcionando los poderosos instintos protectores de los próximos, los que llevan a que los económicamente estables sirvan sostén a la prole durante mucho más tiempo. Es aquí, en este contexto, en el que agitadores como Esperanza Aguirre llaman a la desobediencia, al boicot al IVA, a no pagar impuestos, sin ponerse colorada, siendo como es una gestora, recaudadora y derrochadora del dinero público. En un arranque de chulería dice que renuncia en nombre de los madrileños a la parte del IVA que le correspondería; muy cuca ella, a sabiendas que las comunidades autónomas trincan poco de ese pastel fiscal. Su bravuconada calculada sabe que sólo les costará a los ciudadanos 36 millones. Bien se lo puede permitir y gastárselo en titulares de chulapa. No veo a los madrileños siguiéndola, como el 2 de mayo al de Móstoles contra los franceses, pero seguro que tendrá rédito electoral. Otro caso más cercano quiero comentarles, también tiene como fondo la llamada a la desobediencia de las leyes y tiene que ver con la legislación educativa sobre el gallego. Aún dejando claro que mi pensamiento personal cada vez se reafirma más en la idea de que poco efectivas son las leyes que se vinieron dictando desde hace treinta años para conseguir objetivos tan difusos como la normalización lingüística; y además, siendo consciente de que, a poco que se observase, todos coincidirían en que mínimo caso se les hizo por parte de quienes habrían de seguirlas a rajatabla. Es decir, mayoritariamente hubo un seguimiento flexible, a nadie se le llevó al paredón por usar el gallego más lo que la norma marcaba y se tuvo cierta vista gorda en casos en los que la convivencia de ambas lenguas se regía por el sentido común. Ahora el Gobierno se empeñó en reformar la norma y así darle cuartelillo electoral a sus adversarios más cómodos, a los nacionalistas. Empecinados ambos en posturas aparentemente irreconciliables y obviando toda solución, cercana a ambos, que fuese fruto del consenso, practican la retroalimentación, llegando al extremo de que, sin estar en vigor la nueva norma, ya se está llamando a la revuelta popular y a que se practique la desobediencia y se use el gallego en la docencia sin más criterio que el que a uno le salga de sus antojos. Lógicamente, el que quiera argumentar después que él sólo usa el castellano porque le sale de los mismos argumentos, tendrá las mismas razones

Rosa Díez, El españoleto y lo gallego

Caminando sin prisa por una ciudad gallega, hace pocos días, cruzamos por una calle cuyo nombre recordaba a El españoleto. Uno de mis acompañantes, inmediata y espontáneamente, exhaló su más íntima bilis -eso sí, sin acritud, con normalidad- diciendo algo así como que hay que ver lo fachas que son en esta ciudad. Como nadie me había interpelado, permanecí en mi pasmo sin atreverme a intervenir, mucho menos a contradecir lo que al resto de los oyentes no les había llamado la atención; bien pensado, más que falta de atrevimiento, fue una infinita pereza. Tendría que explicarle a esa persona que simplemente al pintor tenebrista Ribera le habían puesto ese apodo porque vivía en Italia y era más bien canijo de estatura. Sin ningún tinte ideológico, puesto que llamarle facha a un sujeto del siglo XVII es un poco problemático. Digamos que la contradicción fachas versus progre no estaba aún de moda. Permítanme un inciso: Quevedo, ¿era facha o progre? Ya lo he visto con diferentes etiquetas sin entender demasiado las razones. Seguramente los protagonistas de la anécdota estaban siendo fagocitados por las declaraciones de Rosa Díez usando el gentilicio gallego de forma valorativa y despectiva. Pero a lo mejor es que cada palo ha de aguantar su vela y el que se apunta a una tribu, ha de apandar con lo que lleva consigo ser de la tribu o abjurar de fronteras, himnos y banderas. A partir de ahí ser gallego es progre y español, facha. La verdad es que la justificación del uso de los gentilicios peyorativos que se ha desplegado en los agravios tribales estos días ha sido bastante pobre, se ha acudido a los vizcaínos del Quijote, al gallego de Costa Rica y poco más, cuando en realidad donde está el mogollón de la madre del cordero de lo que pasa con el apelativo de gallego (como con el de judío, gitano, andaluz...) está sobre todo en el folklore tradicional; y, cuidado, el pueblo nunca se equivoca en estas cosas. Volvamos un ratito al peyorativo gallego de la señora Díez. ¿De dónde pudo haber salido? Porque la verdad es que por estos lares desde hace bastantes quinquenios se nos está vendiendo la moto de que en el medievo gallego fue ejemplar desde el punto de vista político, cultural, militar? y a partir de ahí vivimos en la alegría de ser pueblo ejemplar. Pero no todos nos veían así. Si los gallegos de entonces presumían de limpieza de sangre, seguramente despreciarían al resto. Para entendernos, el ideal oficial vigente en la España de los siglos XVI, XVII, XVIII y primeras décadas del XIX era el de los cristianos viejos limpios de sangre: gallegos, montañeses, asturianos y vascos, por lo tanto, merecieron el desprecio y la marginación de toda persona manchada de sangre judía o mora. Así las cosas, parece claro que las letras anónimas del cante, de expresiones populares o dichos irónicos, o claramente despectivos o minusvaloradores de la supuesta superioridad biológica y cultural de esos pueblos, constituyen una autoafirmación en negativo de la propia identidad andaluza, sabida mestiza y poco limpia. El que aquí se siga apuntando a la tribu sabe que tendrá que cargar con las consecuencias, las de sus actos y las de sus antepasados. Si arrastra rémoras, ¡qué le vamos a hacer!

09 marzo 2010

Gürtel y toros

Ya luchan la paloma y el leopardo/ a las cinco de la tarde./ Y un muslo con un asta desolada/ a las cinco de la tarde./ Comenzaron los sones del bordón/ a las cinco de la tarde./ Las campanas de arsénico y el humo/ a las cinco de la tarde/ ('Llanto por Ignacio Sánchez Mejías') / Augusto es una amigo andaluz, biólogo de formación, de derechas por convicción; con todo lo que ello trae como consecuencia por aquella tierra, es conservador, es santero, es capillitas, es un poco señorito; pero -pese a su formación- no es muy conservacionista, si hay que comer especies protegidas, se comen, sean chanquetes o pajaritos. Hay una cosa con la que no puede y es con los toros. Él reconoce que lo intentó, reconoce que su ideología se lo demanda, pero que le resulta imposible, tanto como cambiar de equipo de fútbol o de cofradía de Semana Santa. Se aferra a las tradiciones, pero con esta no puede. Sin embargo, otros muchos sobrevolamos el fenómeno taurino sin pena ni gloria, para muchos no es seña de identidad de nada, simplemente no entendemos el lenguaje, si nos lo explicasen puede que incluso fuésemos aficionados; mientras tanto lo único que vemos son los restos de la tradicional lucha del cazador y la pieza a cobrar. Seguramente estamos muy acostumbrados a convivir con escenas en las que el hombre tortura al hombre y no nos rasgamos las vestiduras, seguramente es injusto que ese atleta se enfrente con un trapo colorado a seiscientos kilos de animal cabreado. Insisto en que seguramente los bisontes de Altamira tienen algo que ver con los restos de una fiesta que se muere sola porque pocos en la actualidad la cambiarían, como espectáculo, por las piruetas y la tableta de chocolate de Cristiano Ronaldo. Pero ahora parece que es el mayor problema nacional. Los conflictos se enconan mucho más cuando se les busca la punta identitaria, ahora parece que no se puede ser catalán y aficionado a los toros y que tampoco se puede ser español sin ser abonado al tendido 7. Es decir, ahora no hay nada de lo que preocuparse, más que de lo bien que luzca Esperanza Aguirre con montera y capote, mientras se celebran referendos independentistas en pueblos catalanes, apoyándose entre otras cosas en las maldades de las corridas de toros. Mientras tanto, personajes como Garzón -al que personalmente le tengo poco aprecio- se ven perseguidos por la extrema derecha y utilizados por la trama Gürtel para que una pirámide de delitos y corruptelas se diluya cual azucarilllo. Parece que la fiesta nacional es torear a la justicia y ajusticiarla poniendo al pie de los caballos a los que la sirven. Al espectador parece que le da lo mismo que le pongan dos pares de banderillas a Garzón y que caiga a las cinco de la tarde, que Correa y demás sujetos justiciables se lo lleven crudo y sin un rasguño del código penal. Ya no hay crisis en España, señores; hay corridas con sol y sombra, hay enredos entre jueces y peloteras entre nacionalistas, mientras tanto se puede ir al garete la seguridad social y el jefe de la patronal puede proponer una contrato para jóvenes en el que no haya cotización a la seguridad social ni indemnización por despido, y no pasa nada, nada de nada. Ni se pone colorado el pollo.

02 marzo 2010

La endogamia de los ´frikis´

Uno se cree curado de espantos y hace mal, peca de orgullo, siempre hay una nueva vuelta de tuerca, esta vez de la mano del BOE, sí, de verdad en el BOE, que es donde se puede encontrar en estas fechas el surrealismo que nos toca vivir, que hasta en eso tenemos mala suerte, ni nos toca un Dalí, Lorca o Maruja Mallo. Les cuento, pues, lo que nos anuncia el Boletín Oficial del Estado del día 25 de enero de este mismo año y firmado por el Ministerio de Sanidad y Política Social. Es ni más ni menos que el reconocimiento público de la Fundación ASVAM, entidad que nace de la mano de nombres como doña Leticia de Borbón de Rojas, doña Oliva de Borbón y Rueda, doña Cristina de Figueroa Borbón, doña Beatriz Bullón de Mendoza Gómez de Valugera, para -y cito literalmente la página 7219 del BOE nº21 de este año- perseguir los siguientes fines: "atender y cuidar a pobres vergonzantes y ancianos solitarios venidos a menos, que vivan solos o en condiciones precarias, con su familia o con personas a quienes también estorban, o en residencias que tienen deficientes condiciones de higiene y en donde, además les traten mal, atendiendo primero a las mujeres, y preferentemente a las que tuvieron una buena posición, con preferencia a las personas de la condición social que tuvo la extinta Excma. Sra. Marquesa de Balboa, que necesitan ayuda y no se atreven a solicitarla o no lo consiguen" ¿Está tan enferma esta sociedad que las buenas damas son perseguidas y han de asociarse para protegerse y no contaminarse? ¿Es la crisis? ¿No tienen otra forma de evadir impuestos? Siempre estudiamos que en las épocas de crisis, en las entreguerras, en los felices veinte, es cuando lo irremediable se ve como natural, la realidad se vuelve insuficiente y hay que superarla, el surrealismo sirvió en sus épocas más vigorosas como expresión artística imprescindible de la sociedad de su tiempo. Quizá la crisis sea la culpable de los comportamientos estrambóticos de muchos personajes públicos, de dirigentes de todo rango y condición que se entregan sin mesura a la burla y choteo de sus prójimos presentando declaraciones de patrimonio propias de indigentes. No cabe en cabeza sensata que se haga ostentación de la condición de rufián sirviendo en cargo público. Los ejemplos se agolpan, uno ya no sabe si comentar las manualidades del señor Aznar haciendo sombras chinescas a la luz del día o las burlas al ciudadano de Camps y demás séquito. Sinceramente no creo que haya lugar para asombrarse del éxito de John Cobra labrándose un futuro en un programa de televisión y su actitud sea menos digna que la de los próceres que no mendigan cheques por los platós vendiendo sus actitudes de jovenzuelos poligoneros, porque los dividendos ya se los llevan a casa. Hay veces que parece que la máquina del tiempo te ha llevado a dar una vuelta sin tu permiso, te vuelves un poco friki, confundes la realidad con la ficción, te aíslas viendo la escena de damas con miriñaque, de reverencias, de sedas y tules, de cardenales intrigantes y nobles guerreros. Pero en realidad lo que estás viendo es a Lázaro de Tormes cayendo en manos de su tercer amo, el hidalgo. Un vez aquí, ya de vuelta, entiendes mejor esas logias de frikis que se retroalimentan