06 diciembre 2016

Intolerancia y fanatismo cercan la escuela

http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2013/04/02/intolerancia-fanatismo-cercan-escuela/707672.html


Shahnaz Nazli, una maestra de 41 años de una escuela para niñas cercana a la ciudad de Jamrud en Peshawar, Pakistán, fue asesinada el 26 de marzo mientras se dirigía a la escuela. Varios hombres armados abrieron fuego contra la señora Nazli cuando se encontraba a 200 metros, huyendo tras alcanzar su objetivo. El director la llevó al hospital local, pero Shahnaz murió tres horas después a consecuencia de las heridas de bala. Su delito fue enseñar a las niñas.
La mayoría de organizaciones de profesionales de la educación se hacen eco de las condenas y, en su tarea de velar por el derecho a la educación y por los derechos de los educadores, se comprometen a hacer todo lo posible para garantizar que su muerte sea condenada, y presionar a las autoridades pakistaníes para que garanticen la seguridad de profesores y de su alumnado dentro y fuera de la escuela. Se trata de que "las escuelas sean santuarios seguros", organizaciones de todo tipo instan a la comunidad internacional a actuar para prevenir que se vulnere el derecho a la educación, a garantizar la seguridad y la protección de los estudiantes, de los maestros y a poner fin a la impunidad con la que actúan los que se creen -y demuestran ser- señores de horca y cuchillo a la hora de controlar qué se enseña y a quién se enseña.
Este oficio siempre fue de riesgo, en mayor o menor medida lo sigue siendo, el poder siempre lo ha visto con recelo y siempre ha tratado de domesticarlo y usarlo a su servicio. El asesinato de la maestra Shahnaz Nazli pone de manifiesto, una vez más, los peligros a los que los profesores se enfrentan cada día en situaciones adversas.
No puede haber tolerancia con la violencia contra docentes en general, en particular profesoras y alumnas. Carece de sentido pensar en ningún tipo de desarrollo o progreso en cualquier lugar del mundo si las personas que dedican su vida profesional a los niños no son capaces de ejercer su trabajo en libertad.
La muerte de Shahnaz Nazli y el atentado contra la vida de Malala Yousafzai nos muestran que en Pakistán se ha llegado a una encrucijada en la que se enfrentan quienes niegan a las mujeres el derecho humano a la educación y quienes desean proteger ese derecho a toda costa. Es hora de que las autoridades paquistaníes prediquen con el ejemplo y hagan lo correcto. El futuro de sus hijas, de su país, depende de ello.
De ninguna forma hay que ver episodios como los anteriores desde el punto de vista del observador internacional descansado en la cultura occidental que se consuela diciendo que es producto de extremismos islamistas. Todo descerebrado neonazi busca sus preferentes objetivos en institutos y universidades, eso sí, del mundo cristiano, civilizado. Las persecuciones, las vigilancias, esa especie de sutil escrache -tan de moda estos días- se sigue propiciando desde muchas instancias políticas y religiosas. No es baladí que en determinadas comunidades el desmantelamiento de la escuela pública se haga a velocidades siderales para favorecer la enseñanza confesional. No es casualidad que a los mozalbetes del partido en el gobierno se les encargue una campaña de denuncia anónima contra sus profesores por supuestos adoctrinamientos, todo un escrache clandestino digo de ultracachorros. Cría cuervos y tendrás muchos, además, te sacarán los ojos.


Eduardo Mendoza, una vela, una estufa de butano...

http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2016/12/06/eduardo-mendoza-vela-estufa-butano/1132069.html

Supongo que, después de recordar a la señora de Reus abrasada por una vela, habrán leído que dos hombres de 50 años, más o menos, con domicilio fiscal en una furgoneta estacionada en un descampado madrileño y de profesión fontaneros, murieron hace pocos días porque su mayor posesión era una estufa de butano asesina.
Tragedias que casualmente salen a la luz, que algún genio podría distanciarse de ellas, parodiarlas y partírnoslas en la cara. Ojalá Mendoza, el reciente premio Cervantes, se pusiese a ello. Evidentemente no espero que elija como objeto de sus caricaturas a las víctimas de estas masacres, seguro que él encontraría a los culpables en los barrios pijos a los que parodiar, ridiculizar y presentarnos como los sepulcros blanqueados que son en realidad; con ese humor tan cercano a nuestros traviesos como el Arcipreste de Hita, Cervantes, Quevedo, Gómez de la Serna o el propio Valle-Inclán.
Como ellos deshace y rehace el realismo buscando un purgante, la risa; el mismo que Gila buscaba cuando nos contaba aquellas historias en las que "sí, le habíamos matado al hijo; pero y lo que nos reímos". El sarcasmo y la parodia pueden alejar del maniqueísmo como el anarquismo español en La verdad sobre el caso Savolta o la transición en El misterio de la cripta embrujada y El laberinto de las aceitunas o el franquismo en Una comedia ligera .

Quizá haya algún estudio que explique su fijación con los locos y los marcianos; en la serie del detective loco, El misterio de la cripta embrujada (1979), El laberinto de las aceitunas (1982) y La aventura del tocador de señoras (2001), donde la locura es la libertad para hacer un repaso crítico a la sociedad. La segunda serie podría ser la de los extraterrestres, Sin noticias de Gurb (1991) El último trayecto de Horacio Dos (2002). Aquí nosotros somos los locos, la raíz y causa de todo absurdo; la crítica abarca todo Occidente y sus formas de vida.
Mendoza muestra una tendencia natural a jugar con el idioma, al que trata sin respeto, no se inhibe a la hora de crear neologismos, pero reniega de anglicismos. No falta la ironía, el sarcasmo y la sátira que mezcla humor, ingenio y actitud crítica elegante.
En resumen, fustiga a una sociedad imperfecta, denuncia la falta de valores y el cinismo, censura las conductas agresivas, el racismo del español, su nivel cultural deplorable, no podía faltar tampoco la sátira religiosa, burlándose de la castidad y la supuesta pobreza, la sátira política, hace balance de la situación actual y descubre un panorama desolador, paro, incultura, empresariado usurero, leyes estúpidas, corrupción?
Toda esta perspectiva desesperanzadora se resume magníficamente en una frase puesta en boca de un ministro con la que Eduardo Mendoza ofrece valientemente su opinión sobre el estamento político. El ministro, como colofón a un discurso ante su partido, afirma vehementemente:
"No, amigos, no nos moverán. Al fin y al cabo estamos donde estamos porque nos lo hemos ganado a pulso. Hubo una época en que el poder nos parecía un sueño inalcanzable. Éramos muy jóvenes, llevábamos barba, bigote, patillas y melena, tocábamos la guitarra, fumábamos marihuana, íbamos salidos y olíamos a rayos. Algunos habían estado en la cárcel por sus ideas; otros, en el exilio. Cuando finalmente el poder nos tocó en una rifa, voces se alzaron diciendo que no lo sabríamos ejercer. Se equivocaban. Lo supimos ejercer, a nuestra manera. Y aquí estamos. [...] El camino no ha sido fácil. Hemos sufrido reveses. Algunos de los nuestros han vuelto a la cárcel, bien que por motivos distintos. Pero, en lo esencial, no hemos cambiado. De coche, sí; y de casa; y de partido; y de mujer, varias veces, gracias a Dios. Pero seguimos con las mismas convicciones".

J. E. Zúñiga, de 1980 al Premio de las Letras hoy

http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2016/11/29/j-e-zuniga-1980-premio/1129897.html


Evidentemente Juan Eduardo Zúñiga no empezó a escribir en 1980; pero para mí, sí; en aquel momento la curiosidad se podía ir curando con lecturas, con novedades que iban saliendo. Recordemos que al final del franquismo esperábamos que saliesen de los cajones de escritorio multitud de obras que no habían podido ser publicadas y tal avalancha, que pudiera recomponer nuestro pasado, no existió. Tampoco existía terreno seguro por el que pisar, la fragilidad obligaba a buscar verdades en otras fuentes.
Aún en aquellos años la guerra civil seguía siendo tabú, se estudiaba mal, los secretos familiares seguían ocultos, se precisaba alimento escrito, el realismo de Arturo Barea, Max Aub? iba quitando legañas y de vez en cuando soplaba aire fresco como fue el caso de J. E. Zúñiga que en ese año publica Largo noviembre de Madrid, al conocer el premio recordaba lecturas posteriores, pero necesité comprobar si aún conservaba aquella 1ª edición de Bruguera de 550 pesetas; costó un poco encontrarla, pero resistió las mudanzas.
El autor tenía siete años en el Madrid de noviembre del 36 y los hechos dejaron huella, nos lo demostró a lo largo de su vida, como maestro del cuento, con esta tragedia como su principal materia narrativa. "La guerra civil me llegó en un momento terrible, tan joven, me hirió, me perjudicó mucho, a una mente joven, (?). Yo no he podido olvidarlo y una parte de ello lo he recogido en mi obra", recuerda, aún con pesar, defendiendo la narración como reconstrucción de la memoria,

Hay una cita en el relato que abre el libro, Noviembre, La madre, 1936, que arroja un poco de luz sobre lo que estamos comentando: "nada se olvida (?) rehago pacientemente la foto rota en mil pedazos y recorro los caminos ilusionados de la infancia".
Los mejores relatos de Largo noviembre de Madrid son precisamente aquellos en que el autor ha reelaborado ese material de infancia fragmentado y recuperado. Esa creación aparece, por ejemplo, en la figura de la madre, el abrigo verde del refugiado que convive con las ratas en un Ruido extraño, o en la avaricia familiar desatada entre los dos hermanos que protagonizan Campos de Carabanchel. Forman parte de esa "foto rota en mil pedazos" el paisaje de escombros y cascotes de donde emerge como un fantasma un ciego, las calles a oscuras, los refugios atosigantes del metro y las lentejas cocidas flotando sobre el agua salada.
Sin embargo, el resultado es distinto en aquellos relatos en los que el autor no parte del recuerdo, sino que elabora materiales prestados y los recrea, el comerciante de armas del Hotel Florida, o los amantes que se citan al calor de la panadería en 10 de la noche. Cuartel del conde Duque, o la quintacolumnista que inunda el depósito de harinas.
El resultado es un fresco del Madrid sitiado, del cerco sobre las existencias de sus habitantes, anónimos antihéroes, pero con unos problemas humanos al alcance de los lectores todoterreno. La tragedia del sacrificio diario de vidas sirve de telón de fondo a los hechos sobrecogedores -como el ciego abandonado durante un bombardeo- que desfilan por cada relato.

Mentiras y verdades

http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2016/11/22/mentiras-verdades/1127650.html

La semana pasada asistimos a un espectáculo absurdo sobre unas declaraciones inéditas off the record de Suárez hablando de la monarquía. Los que tienen, tenemos, la memoria más o menos en funcionamiento recordamos que había quedado "atado y bien atado" ese fleco, antes de que se diese por muerto oficialmente al dictador, con la oposición de los sectores más retrógrados del régimen y del ejército. La izquierda dio el asunto por amortizado para centrarse en temas de más enjundia y posibilismo; el PCE se sinceró sin vergüenza, apuntalando la transición, y el PSOE jugueteó al radicalismo de mentirijillas; hasta en la ponencia constitucional fue de farol.
Faltan algunas verdades de Suárez, en alguna ocasión ya recordé la existencia de una entrevista inédita de Vázquez Montalbán a Suárez, que -desaparecidos ambos- tendría que ver la luz.
Pero parece que se sigue acudiendo a mentiras interesadas o posverdades, como se les llama últimamente con ese neologismo (continuador de selfie, vapear y emoji) en una época la en que los hechos cuentan menos que la emoción, a cuenta de Colombia, el Brexit o Trump; pero que si lo pensamos bien, mentiras como esas ya formaron parte de nuestra educación sentimental y quizá de nuestra castración sentimental nacionalcatólica. No hace falta acudir a las posverdades de relatos infernales traumáticos en la infancia, porque hoy intentan bastantes monseñores recuperar llamamientos a la emoción, olvidando la razón.Sin duda estos juegos forman parte del deterioro democrático del que muchos culpan a las redes sociales, que sí difunden exponencialmente mentiras, pero mentiras o posverdades que alguien creó. El debate en democracia consiste en persuadir mediante la palabra, y no hay argumentación que valga si se basa en falsedades. La tecnología y los medios no existen aisladamente, ayudan a configurar la sociedad y son modelados por ella. Esto significa comprometerse como ciudadanos libres e iguales, hacer rendir cuentas al poder y asumir la responsabilidad de crear sociedad democrática.
Algo así ya lo vimos cuando nos impusieron otra posverdad, la posmodernidad, cuando no habíamos vivido la modernidad, todo era deconstrucción, alternativas, perspectivas, indeterminación, descentralización, disolución, diferencia? la muerte de la utopía. Logré entenderlo gracias, otra vez, a Vázquez Montalbán: "No asumo una posmodernidad ahistórica, y por eso planteo la necesidad de recuperar la voluntad de un cambio histórico, la posibilidad de un futuro que la posmodernidad nos había negado", sobre todo leyendo El pianista (1985), en la que destaca una reflexión ética sobre el papel del artista en la sociedad y una respuesta a la avanzadilla posmoderna. Una novela en tres períodos, la Barcelona de los ochenta; la ciudad en plena posguerra y, por fin, París en julio de 1936; el personaje del pianista como hilo conductor, como testigo, actor y sufridor de los distintos tiempos y acontecimientos históricos.

Cierto apego a la verdad resulta esencial para la salud de la democracia. Cuando la verdad pierde, no puede haber más democracia.