23 febrero 2010

Quizá sea hora de tomar alguna decisión

Pues sí, decisiones sobre las pensiones, sobre los contratos de trabajo, sobre las causas del paro, sobre el déficit público? que alguno deje de vitorear consignas sobre las mejores soluciones que se le ocurren y que no solucionan nada. Recuerdo que se le atribuye a Galbraith, el premio Nobel de Economía inspirador de los socialdemócratas neokeinesianos, una cita que rezaría algo así como que hay buenos economistas que son conscientes de su inutilidad y otros que ni siquiera son conscientes de eso. Como la economía está de moda, quizá abunden demasiado en los últimos años comentaristas de cabecera, una suerte de nuevos brujos, alquimistas de la bolsa y los fondos de inversión, que le asegurarán la versión más fiable y leal de las causas de la crisis, de la recesión, de la deflación. Es el caso del premio Nobel del 2008, Krugman, que se desenvuelve con soltura comentándonos que los europeos nos hemos pasado de listos inventándonos el euro cuando no teníamos las estructura política necesaria para competir con el dólar y ahora pagamos las consecuencias. Seguramente en el mundo técnico son muy útiles, pero al ciudadano de la calle le producen cierta urticaria, es más, no se fían ni un pelo de sus pronósticos sobre lo que ya pasó. Otro tanto ocurre con las lumbreras que tenemos al frente de los supuestos centros de decisión, que al final del camino no deciden casi nada, puesto que los centros de poder están en otros lugares. Por eso me causa cierto estupor y desconfianza que cosas tan serias como la reforma laboral, la estabilidad presupuestaria o las pensiones se queden al albur de titulares sensacionalistas u ocurrencias de comentaristas que hablamos y escribimos con poca responsabilidad, que las ondas y el papel aguantan de todo. Aún así, permítanme que me mofe un ratito de todos aquellos que siguen hablando de poderes de decisión gallegos para superar la crisis en Galicia, como si la crisis fuese propia, como la lengua. Permítanme que me carcajee un ratito de todos aquellos que ponen en duda la necesidad de pactar, de llegar a un acuerdo político y económico que por lo menos deje de alarmar a la población aunque no sirva de mucho porque los que nos quieren jorobar nos van a jorobar de igual forma. La crisis en Europa seguramente también tiene mucho que ver con los nacionalismos franceses, alemanes, ingleses? Cuando a todos nos quede claro que los poderes económicos reales, los que de verdad tienen influencia, cogen la economía de un país, la levantan y la dejan caer sin piedad, entonces, estaremos en condiciones de entender algo de lo que pasa. Sí hace falta la reforma laboral. Sí hace falta insertar a los jóvenes en el mundo productivo al mismo tiempo que terminan su formación académica y profesional. Sí hay que estudiar la reforma de las pensiones, por ejemplo la de viudedad para aquellos que tienen ingresos suficientes, por ejemplo, o estudiar el periodo de cómputo de determinadas profesiones o el poner coto a jubilaciones anticipadas que no garantizan el relevo en el puesto de trabajo. Seguramente habrá que hacerlo antes de que nos lo hagan, de que lo hagamos opinando e incidiendo, tal y como hemos aprendido a hacerlo desde los Pactos de la Moncloa al propio Pacto de Toledo.

17 febrero 2010

Martes de carnaval y redes sociales

Marte es el dios de la guerra, apoyándose en esa referencia mitológica, Valle Inclán escribe la trilogía de esperpentos Martes de Carnaval, para pasar revista a un código de honor caduco de los militares y, de paso, ridiculizar la actitud de esos supuestos dioses, martes, amparados tras sus uniformes, disfraces que permiten transgredir los límites del buen sentido común y que se les consientan actitudes que a los demás, sin el poder del disfraz, les están vedadas. Seguramente el miedo o el respeto de los chavales a los tradicionales acomodadores del cine de barrio algo tendrá que ver con eso. Que las tradiciones culturales más antiguas, tanto religiosas como laicas, sigan escondiéndose detrás de las pinturas de guerra, de las casullas o de los disfraces de choqueiros, a nadie extraña. En algunos casos es la simple distinción para mantener la superioridad y en otros es la necesidad de la ocultación de un yo para transgredir lo bien visto sacando a relucir otra identidad, otro yo. Está claro que cuando un autor adopta un pseudónimo hace lo mismo, traslada al alter ego, su visión del mundo. Cuando escriben su autobiografía o unas memorias son pocos los casos en los que no encontramos un maquillaje poco disimulado de la realidad y un descarado ajuste de cuentas con sus semejantes y contemporáneos. Altas torres han caído o se han devaluado después de que se exhumasen las verdades escondidas tras la mitología diseñada por el mercado o por la circunstancia del momento. No en vano el refrán de todo el año es carnaval sigue teniendo la vigencia que nadie esperaba en momentos de libertad en los que no habría que tener necesidad de esconderse tras la máscara para expresar lo que se piensa o salir a la luz diciendo lo que se es, sin pudores o recelos a la discriminación. Esa vigencia y esa actualización muchos la están viendo en el éxito de las redes sociales, que ya han pasado de ser refugio de adolescentes, para ser auténticos medios de transmisión de datos, formas de conducta y de vida absolutamente dominantes en la sociedad digital. Comenzaron los jóvenes creando su propia identidad, su otro yo en el fotolog, en MySpace, después en el Tuenti, diciendo de sí lo que les convenía, maquillando su personalidad, contando su aparente intimidad, pero sólo hasta el límite que consideraban oportuno y con la inconsciencia de no controlar la posibilidad de acceso del medio utilizado. Pronto esas redes ampliaron su espectro tanto en lo referente a la edad de sus usuarios como a los temas y formatos, es decir, los adultos se dieron cuenta de que podrían ser otro, que aquello les proporcionaba una nueva vida bajo el llamado perfil, definido y creado por ellos mismos, ya no es un mero disfraz, ya no es pasar desapercibido unos días, tampoco es usurpar personalidades con fines delictivos, simplemente es crear un nuevo ser -aunque conserve rostro y nombre reales-, una nueva identidad con la que relacionarse virtualmente con el exterior, es lo que hace de Facebook o Twitter, los continentes del éxito, el contenido se lo crean sus propios usuarios, transformando la realidad a su antojo, resolviendo contradicciones personales, autocomplaciéndose y teniendo cuidado de no hablar mal del jefe, que también puede estar allí. En resumen, el gran teatro del mundo, casi todos actores y todos espectadores.

09 febrero 2010

Domínguez, el empresario sin romanizar

No sé muy bien la razón que lleva a todo bicho viviente, hablante o escribiente a meterse con algunos personajes que sólo dicen lo que piensan porque les ampara un manojo de leyes y estatutos. Son ciudadanos de pleno de derecho a los que no se debe desear ningún mal por el único delito de decir que la realidad es o ha de ser como a ellos les guste; seguro que muchos de ustedes tienen una visión del mundo distinta, pero de ninguna de las maneras ninguno de ustedes tratará de imponérsela a nuestro protagonista. Ahora bien, destapemos todas las cartas y seamos francos ¿verdad que el diseñador no está solo?, a buenas horas, si fuese un bicho raro, se hubiese arriesgado a sostener sus respetables tesis esclavistas ante la elite del empresariado, sabía que tenía un público entregado, forofos de sus prácticas -sólo que un poco más vergonzosos-. Él siempre fue un rompedor, un jovenzuelo emprendedor al que se le ocurrió arrugar las telas, no sé si antes o después de coserlas -quienes conocen mi percha y mi desaliño lo entenderán sin ningún problema- con todo éxito de público. Sólo se le puede poner una pequeña tacha a su currículo: es poco considerado con sus semejantes, y cuando digo semejantes ya no me refiero a sus siervas legales, las que gozaron de la benevolencia del amo y tuvieron un contrato de trabajo, aunque fuese precario, sino que pienso en las chavalas de los talleres clandestinos perpetrados en naves, en garajes, en sótanos ?agradables lugares en los que durante años se refugiaron del fracaso de una sociedad que no supo ofrecerles nada mejor. Tugurios clandestinos en cualquier lugar del mundo en el que se tejan, cosan o empaqueten sus prendas. Ha de saber el genio, esa especie de musa del nacionalismo en su momento, ese gallego universal, que desde todos esos lóbregos serrallos del hilo y de la aguja, se le maldice desde lo más íntimo de las entrañas. Vean su foto y verán su caricatura. Estudien su biografía y verán la realidad. No es un esperpento lo que se desliza tras sus declaraciones buscando la abolición de las leyes que rigen el mercado laboral, es la ley del deseo, la ambición de tantos y tantos como él; pero que son cobardes y lo niegan. Los que escuchan son los del quiero y no puedo, de buena gana externalizarían sus producciones, pero no saben; de mil amores recortarían nóminas, podarían plantillas, redactarían contratos laborales en una barra de hielo puesta a la lumbre. En resumen buscan abolir el Derecho, no sólo el derecho laboral con minúsculas que se ventila a diario en las conciliaciones y en las demandas por despido. Yo creo que tiene un conflicto de memoria y este ourensano quiere acabar con el Derecho Romano que reconocía ciertos derechos a los esclavos y deberes de los amos para con ellos. Recuerden que, para que nos romanizaran, se dice que el 138 a.C. Décimo Junio Bruto tuvo que cruzar el río Limia al frente a sus legiones; estaban amedrentadas, pensaban que se encontraban ante el río del olvido, que perderían la memoria si lo cruzaban. ¿Habrá perdido la memoria o está sin romanizar?

02 febrero 2010

Es hora de mojarse y dar alternativas en el pacto por la educación

Ya tenemos sobre las mesas bastantes folios dando alternativas, algunas de ellas con la intención puesta en lo más inmediato, otras con la vista puesta muy a lo lejos. Por lo tanto será hora de que alrededor de esas mesas se vayan sentando los contertulios más hábiles, con más cintura negociadora, que sean capaces de lograr la intersección de esos conjuntos rebosantes de elementos. Creo que la lectura de las cifras del paro, las cuentas que echan los entendidos sobre el futuro de las telarañas que amenazan la caja de la seguridad social, son un par de elementos lo suficientemente poderosos como para que los elementos mínimos, cuantos más mejor, sean compartidos en los próximos veinte años por todos los gobiernos. Es imprescindible crear un espacio para el debate con todos los que tengan algo sensato que decir en el que se aborden aspectos fundamentales como la financiación, la escolarización y el estatuto que regule la carrera profesional de los profesores. Hace semanas que conocemos el documento de los populares, tiene tintes electoralistas, pero también abandona viejas polémicas como la de la Educación para la Ciudadanía. Estos días Gabilondo hizo pública la propuesta del Ministerio de Educación, es más extenso y concreto en muchas de sus 104 medidas y deja suficiente margen de ambigüedad como para que pueda haber negociación Hágase lo que se haga, la financiación educativa es la premisa esencial para lograr que las medidas que se acuerden se conviertan en realidad, si no conseguimos que se llegue a la inversión del 7% de PIB -frente al 4,9% actual- mal empezamos. Es positivo que en el documento ministerial se refuerce la Educación Infantil como etapa educativa. Esto exigirá un aumento significativo de las plazas de titularidad pública para atender a la demanda existente. La propuesta estrella en ambos documentos es la modificación o la supresión del 4º curso de la ESO, aquí es necesario más que nunca el sentido común. Hay un problema, pero no vaya a ser que por arreglarlo vayamos a mandar al matadero a cientos y cientos de escolares; no se puede devaluar más la Formación Profesional, ni se puede dejar de prestar atención a la diversidad, ni llegar a la construcción de guetos para inadaptados. Por fin parece que empieza a hablarse en serio de la formación a lo largo de toda la vida, si no estamos convencidos de que éste será un factor determinante en el desarrollo de las sociedades modernas, es que no estamos viviendo la crisis de cerca. Hay que rejuvenecer las plantillas, hay que evaluar la función docente, valorar el esfuerzo y recompensarlo, como en todas las sociedades civilizadas. No se han hecho los deberes. Hasta ahora la educación ha estado sometida a las disputas ideológicas y políticas. Además se ha producido un constante enfrentamiento entre las administraciones autonómicas y central, que no hacen más que dar un mal ejemplo de cómo en nuestro país han predominado los intereses electoralistas sobre el buen gobierno. Necesitamos estabilidad normativa, pero también mucho consenso para hacer realidad los cambios necesarios que nos lleven a los objetivos de Lisboa para 2010. Sólo me preocupa una premisa por encima de las demás, determinados responsables, entre ellos el de la Consellería de Educación, insisten cada vez más en la precisa privatización del servicio público. Y por ahí no vamos bien.