22 febrero 2011

Algunos sin gobierno y otros con muchos gobiernos

Esta sociedad aplaude a rabiar ante los posibles amagos revolucionarios en la otra orilla del Mediterráneo y aún no nos enteramos de quién es la mano que mece la cuna en estos movimientos y si la tendencia que marcan lleva a democracias homologables. Los poderes militares siguen siendo decisivos para guardar el petróleo y las rutas de las flotas americanas. Los países teóricamente a salvo de veleidades islamistas, nuestros más próximos vecinos en el estrecho ya tienen su run-run, pero a 48 horas nadie es capaz de predecir. Mientras tanto Irak lleva sin gobierno centenares de días, mientras tanto Bélgica lleva centenares de días sin gobierno, mientras tanto Italia ignora a su gobierno de Berlusconi y sigue funcionando con absoluta normalidad, en el mismo centro de la crisis económica y sin amenazas de quiebras ni rescates. ¿Será posible que los gobiernos no sean tan imprescindibles para la gran masa popular? ¿Será posible que las últimas elecciones autonómicas hayan tenido una participación lamentablemente raquítica? Seguro que somos conscientes de la escasa repercusión que están teniendo los grandes intentos de comenzar las precampañas municipales y autonómicas en la gran mayoría de la población preocupada por el paro y sin confiar en que los poderes públicos sean capaces de colaborar para solucionar sus problemas. Los cientos de damnificados de un sujeto que no me explico cómo está en libertad y cómo los mecanismos de control del mercado te miran con lupa las entretelas para darte un préstamo cutre y el de Rumasa se va de rositas otra vez con un desfalco de libro. Sin ánimo de demagogias y sin intención de mandar al paro a centenares de concejales, aún no me explico y sus vecinos seguro que tampoco, qué sentido tiene la existencia de multitud de municipios, en Galicia es un clamor escandaloso. Leía hace poco de un municipio de 2500 habitantes con un alcalde que cobraba 3000 al mes de un presupuesto ridículo, sin otra fuente de financiación que los impuestos municipales y los ingresos provenientes del Estado ¿Qué servicio se le presta al ciudadano? Seguramente sería más lógico que se fusionase con sus municipios vecinos, que compartiesen ingresos y gastos y optimizasen servicios. De la funcionalidad de las diputaciones provinciales conviviendo con los gobiernos autónomos aún no he leído argumentos que me muevan a defender ambas instituciones en constante conflicto de competencias. Seguimos subiendo en el escalafón y nos encontramos pequeñas CCAA, despobladas, que generan gasto y poco ingreso y no les queda más remedio que el endeudamiento compulsivo a la murciana, como única solución se presenta la emisión de más deuda, que nadie pagará y de ninguna mente pensante sale la propuesta de devolver competencias transferidas al Estado, porque no hay recursos para mantenerlas y porque no se atreve nadie a decir que si quieres más autonomía, tienes que pagarla con tus impuestos. Mientras tanto, también comprobamos cómo cada vez es más importante la cesión de competencias a la Unión Europea, de la que depende la cantidad de bacaladilla que podamos pescar. En resumen, muchos gobiernos entremezclados y con escasas competencias en conflicto permanente. Hace años se hablaba de la necesidad de la cercanía de la administración al administrado, hoy esa circunstancia hay que repensársela con seriedad, las telecomunicaciones son la realidad y la simplificación de la burocracia nos demuestra con ejemplos palpables que las largas esperas de antaño hoy son historia, queda mucho por hacer, pero que Hacienda o el INSS funcionen centralizadamente algo tendrá que significar

15 febrero 2011

Las cajas y el ditero

Seguramente será muy injusto y políticamente incorrecto lo que les contaré a continuación; pero es lo que me sale del páncreas, es lo que hay. Recuerdo desde pequeño en mi casa con angustia la necesidad de buscar avalistas para los míseros préstamos que permitían mantener abierto el pequeño comercio. Recuerdo especialmente -no con odio, pero tampoco con cariño- a todos los directores de la sucursal de la caja de ahorros de la esquina, los que devolvían las letras, los recibos?en los momentos de mala racha. La cultura del régimen, entonces, difundía panfletos antisemitas y no era difícil para un chiquillo hacer asociaciones racistas entre judíos, banqueros y usureros. Lógicamente el tiempo puso las cosas en su sitio y los inocentes empleados fueron rehabilitados en mi memoria, pero no las instituciones. Desde joven recuerdo haber sido siempre deudor de un par de préstamos o hipotecas simultáneos, desde aquellas doscientas mil para el cuatro latas amarillo, hasta el momento. Desde los intereses del 20% hasta el Euribor de nuestros dolores. Las vivencias evolucionaron, al principio ibas con las orejas gachas, pidiendo un favor y con más garantías de las necesarias. Te trataban como un pedigüeño, no como un cliente. Tu obligación era arrastrarte y la suya mirarte por encima del hombro. Tuvo que pasar mucho tiempo, diría que casi dos décadas, para que acudieras a las sucursales como comprador de servicios, como cliente con capacidad de elegir, como el que escoge detergente o tienda de confección. Yo creo que ya insistí sobre lo mismo cuando el debate era si una o dos cajas de ahorro en Galicia, sobre si el ¿dinero gallego? tendría que guardarse en cajas o bancos con pedrigrí del país. Como aquel vejete del chiste que después de hacer el ingreso de sus ahorros esperaba a ver qué hacía el empleado con sus billetes si algún cliente acudía después a ordenar un reintegro, no fuese a ser que le diera los suyos. La fuerzas vivas del país vuelven a la carga, parece que el resultado de la forzada superfusión no garantiza la supervivencia de los euros del país con solvencia para evitar corralitos y que tendrán que tomar medidas o las toman con ella. Ya ven cómo de rasgadas están las vestiduras de los que ven sus ahorros emigrados más allá de Pedrafita. Pero entra en juego ahora otro factor, el del supuesto carácter público de las cajas, que nos quieren presentar como casi ONG o casas de caridad. Sé que es una percepción particular, pero para mí que esas asambleas de impositores, esos consejos de administración, son entelequias a las que nunca fui convocado y por las que no me siento representado. Sobre la supuesta reinversión de los beneficios en obra social y cultural, también habría mucho que decir, los bancos privados y los millonarios filántropos también tienen fundaciones para evadir impuestos, más de lo mismo, poca diferencia encuentro. En resumen todos se aprovechan de usted. Pero permítanme recuperar el recuerdo de un viejo personaje y una palabra desconocida hasta hace poco: el ditero; un profesional de la reventa ambulante a crédito que surtía a particulares y pequeños comerciantes por los pueblos andaluces vendiendo a dita, es decir, anotando en su libreta la cantidad debida y los plazos que se iban amortizando porque era imposible pagar al contado. Siempre recuperaba su dinero y no había sopeao, guiso o fiesta en el pueblo a la que el ditero no fuera invitado.

08 febrero 2011

¿Qué pato Donald nos están vendiendo?

No me negarán que en el asunto este de las religiones, las naciones y los gobiernos están las cosas un poco más revueltas que de costumbre. Los mal pensados ya estarán diciendo que ya está éste otra vez con lo del gasto de las autonomías, diputaciones y ayuntamientos, pero no, no, de eso hablaremos pronto, que no hay que dejarle a Aznar todo el campo a pastar. Pero el caso es que entre las cosas que no me creo y las que me dejan pasmado no me veo capaz de comprender el mundo en el que teóricamente vivo. Alguien hablaba hace días de las sociedades de ida y vuelta, de que a un lado del Mediterráneo se saltan todos los límites y se derriban los gobiernos como jugando en una bolera. ¿Alguien se cree que eso sucede así porque sí? A mí por lo menos me resulta chocante y sorprendente que los manifestantes egipcios tomen las plazas al salir de las mezquitas y que los mismísimos corresponsales de los medios occidentales confiesen que son los dirigentes musulmanes los que les facilitan terrazas y pantallas para retransmitir la revolución. Paralelamente nos enteramos de que Obama reza para que el conflicto se solucione. ¿Por qué nos insulta de esa forma? ¿Qué es lo que arregla este señor rezando? Todos suponemos que por su bien estará usando los servicios secretos para saber de qué no se enteró en su momento y de qué tendrá que hacer para seguir al frente del imperio. Si a estas alturas tengo que admitir que Facebook es la clave para deshacerse de sátrapas, me pienso lo de la jubilación anticipada. Hace tiempo que distinguimos los contenidos de los canales y seguramente desde los primeros estructuralistas las cosas han cambiado, pero también sabemos desde que Dorfman y Mattelalart escribieron Para leer al Pato Donald que tenemos más herramientas para saber cuándo y cómo nos engañan, sabemos quiénes mandan y quiénes gobiernan, aunque no sean los mismos. Se desenmascaraban las maniobras de ricos y civilizados frente a pobres y colonizados. Nos haría falta una relectura en la que se volviesen a definir las venturas que les esperan a Irán o a Marruecos. Estamos hartos de oír que de esta crisis vamos a salir desconocidos, pero cada vez tenemos más datos. Cuando lean esto no sé qué habrá pasado en Egipto, si Yemen o Jordania estarán en las portadas, la CNN nos lo tendría que estar contando, pero no tenemos garantías. Si el olfato sirve de algo, la cosa apesta a integrismo religioso manejando el cotarro, ojalá no sea cierto, a Rouco se le pondrían los dientes largos de envidia, tantas plazas millonarias sin ninguna revolución aparente. Pero hablando de revoluciones fue impactante la de Merkel la semana pasada, nos lee la cartilla, aprueba a Zapatero, le pone deberes para la próxima y se olvida de fronteras, religiones y naciones. Eso es, mujer, así se hace, que se necesitan ingenieros y médicos, pues se pagan y punto. Están bien formados por la universidad española y por sus departamentos muchas veces receptores de fondos europeos, pues no se está llevando nada que no sea suyo, que nadie se rasgue las vestiduras con aquello de que nos llevan los cerebros que nosotros cultivamos con nuestros impuestos, que puestos a hablar de capital, habría muchos que hablar. Como del capital de nuestra caja de ahorros, pero eso también queda para otro folio.

01 febrero 2011

¿Dónde están los progres a la hora de la verdad?

En estos momentos de aparente máxima urgencia, si no lo son que me pellizquen y me despierten de mi largo letargo senil, me pregunto dónde están los progresistas de toda la vida. A los conservadores ya los eximo de respuesta, la verdad es que siempre lo tuvieron claro, de familia les viene el futuro y de poco han de preocuparse. Pero a esos que nunca tuvieron más que deudas y precariedades, a esos les pregunto dónde están a la hora de defender los derechos y el futuro. La verdad es que lo hago sin mala intención. Sé que algunos secundaron las manifestaciones de la semana pasada convocadas por el mundo nacionalista y otras minorías; pero sus motivos poco tenían que ver con la defensa del sistema público de pensiones. Mi llamamiento se dirige a otros a los que hoy verán seguramente la firma del compromiso de las pensiones horas antes de que Merkel aterrice por estas tierras de sus clientes y paganos. Estoy buscando a otros y no me queda más remedio que localizarlos por la partida de nacimiento, permítanme la licencia; pero es que las pirámides de edad están de muy de actualidad y de muy mala leche. Los que hoy tienen sesenta y algunos seguramente tienen buenas perspectivas de dejar de trabajar y de disfrutar de un buen retiro a partir de los 60 y poco más, la verdad es que se lo merecen; los profesionales de altas rentas rondarán los 40 años de cotización y los de bajas y medias aportaciones no tendrán malas coberturas si el mercado de trabajo se lo permitió y si la salud fue benévola con su oficio. Siguiendo con los cincuentones, seguramente tres cuartos de lo mismo, habrá quien los haya podido aprovechar y habrá quien haya tenido una vida laboral irregular, con altibajos en las cotizaciones; pero creo que pueden estar prudentemente tranquilos porque el modelo de seguridad social del que nos hemos dotado y que hemos mantenido, a veces a sangre y fuego, desde el 78 siempre les ha prometido realidades y se han cumplido. Los más alterados parecen ser cuarentones y treintañeros, quizá sean los que tengan que estar más preocupados por ser muchos y haber nacido en esa especie de contenedor de la España del plan de desarrollo. Realmente tienen un problema, pueden tener pensión o no. Muchos les dicen que han de optar por invertir sus ahorros, si los tienen y no les hacen falta para comer, abrigarse, complementar la educación de sus hijos y esas cosas que los sistemas públicos no les proporcionan, o dejarse llevar por los cantos de sirena y buscar los incentivos fiscales, ahorrar y fabricarse un complemento que les permita mantener el poder adquisitivo mediante otro tipo de inversiones. Pero, claro, en este caso siempre estaremos hablando de aquellos estratos sociales que ya en la vida activa pueden permitirse un nivel de vida que no está al alcance de la mayoría de la ciudadanía. El resto tendrán las necesidades básicas cubiertas gracias al sistema público que tratamos de apuntalar. A los jóvenes veinteañeros no sé muy bien qué decirles, seguramente sólo puedo asegurarles que algunos, entre ellos los centrados progres de hoy, intentaron hacerlo lo mejor posible, que los más sensatos siempre han pensado que conservar un sistema de seguridad social de reparto interclasista e interterritorial era lo más conveniente; pero que no vivirán para ver si acertaron o no. Los que seguro no acertaron son los que se quedaron quietos, diciendo que hoy todo está bien y que no hay que hacer nada, que todas las reformas son retrocesos, los mismos que se equivocaron del 85 en adelante, los que esperaban que todo se lo dieran hecho, que con la pegatina de progre ya era suficiente.