13 agosto 2017

Las torres de doña Emilia y los okupas





Aprovecho para dar noticia de la próxima publicación de La tumba vacía , última novela de Isidoro García Sánchez , (ya conocido por El calvario de un apóstata ), en Esdrújula Ediciones . Parece que asistiremos al robo del cuerpo del dictador de su colosal mausoleo. La historia promete y cumplirá.
El único motivo que me provoca para hablar del monumento es la declaración del presidente Feijóo llamando a la moderación a los propagandistas del fascio que reclaman culto al dictador, por haber sido okupa de la finca ilegalmente y legarla a su supuesta prole. Digo okupa, porque todos sabemos que la comisión encabezada por Barrié de la Maza y Julio Muñoz Aguilar, gobernador en 1938, organizó los triunviratos de saqueo en todas las parroquias, formados por falangista, cura y maestro, encargados de hacer la lista negra de los desafectos, expoliar tierras y nóminas para, supuestamente, comprar las Torres de Meirás a las herederas de doña Emilia, tal y como está documentado.
Dicho esto, confirmo que no conozco a nadie que haya estado de visita en la vieja finca, ni a nadie que pretenda hacerlo, lo que no quita que de seguir así las cosas se llegue a reproducir una especie de peregrinación al Palmar de Troya, si tiene eco la propaganda fascista.
A propósito, se escucha con frecuencia que esto no podría ocurrir en Alemania ni en Italia, ni los sucesores de Mussolini o los de Hitler podrían posar encantados de conocerse y de la vida que se dan en las portadas del corazón. Parece que se olvida que las fuerzas aliadas pusieron interés en ganar la guerra mundial y la oligarquía financiera quiso repartirse Europa dejando a un lado a los tontos útiles, curas y militares vencedores en España a su libre albedrío con tal de no dejar aquí a un rojo vivo.
Seguramente hay variados culpables de declarar como Bien de Interés Cultural (BIC) las Torres de Meirás; pero no puedo llegar a comprender que se haga olvidando los orígenes y la historia de la propiedad y dejándolo todo en manos de los okupas y su disfrute, mientras no decidan los responsables a devolverlo a sus dueños.
Visitaré ese museo cuando sea restaurado como tal y pagaré para que alguien me explique los orígenes de la construcción del S XVI, propiedad de los Patiño de Bergondo y los Pardo de Lama, arrasada en 1809 y reconstruida por la condesa a finales del XIX (1893). Allí pasaba temporadas, escribía y tenía la biblioteca en el cuarto piso de la Torre de la Quimera, recibía a Unamuno o casaba a su hija Blanca con Cavalcanti. Las herederas trataron de llegar a un acuerdo con los jesuitas para la donación, pero las autoridades franquistas coruñesas se adelantaron y casualmente no se sabe el precio de la supuesta venta. Hasta ahí el BIC, señor Feijóo, para el resto aplíquese el código penal sin ponerse de perfil, ha de explicarse la historia no la propaganda.

01 agosto 2017

El testigo está en números rojos


http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2017/08/01/testigo-numeros-rojos/1204947.html



El testigo está en números rojos
Que yo recuerde ahora -y que conste que no va con segunda intención- creo que he sido testigo en un juicio solamente una vez. Un juzgado me citó como tal para dar testimonio de que una persona desempeñaba correctamente su trabajo, porque yo era el responsable de verificarlo; el tribunal juzgaría si podría ser responsable de cuidar a sus hijos o no. Lógicamente no me sentí presionado, respondí la verdad que yo conocía y esa persona pudo seguir ejerciendo sus derechos y deberes. Digo que no me sentí presionado, pero no es del todo cierto; en aquel breve interrogatorio una de las partes buscaba la contradicción para anular mi testimonio, me reafirmé; pero me quedé con las ganas de desahogarme con un par de frases irónicas referidas a la táctica procesal que libremente usaba aquel togado.
La semana pasada, viendo el desparpajo del testigo de la causa por corrupción en el PP, una tontería comparada con la vida de unos niños, observamos todos que el citado a declarar, además de mentir, lo hacía con una soltura envidiable y daba consejos insultantes a todos los presentes. Entiendo que incurriese en el delito de falso testimonio, puesto que de lo contrario, podría salir de allí como sospechoso o cómplice del delito investigado; pero lo que no entiendo es la arrogancia ni la chulería ante quienes le interrogaban. En derecho, el testigo es la persona que presenta testimonio ante el tribunal sobre hechos que son relevantes para la resolución del asunto sometido a su decisión. Nuestro ilustre testigo en cuestión, procesalmente salió ileso, pero su crédito político y personal quedó en números rojos.
Puestos ya a indagar qué es un testigo desde la antigüedad nos encontramos, como es frecuente, con variadas teorías. La más divulgada habla de la procedencia de la palabra testiculus, así que los testículos son los pequeños testigos; un bulo, para muchos, nos habla de la costumbre de los romanos, que juraban decir la verdad apretándose los testículos con la mano derecha, comprometiendo tan sensible parte si mentían. De hecho, aunque la jerarquía vaticana lo niegue, la papisa Juana, la mujer que usurpó el papado católico ocultando su sexo, pudo haber sido Benedicto III o Juan VIII, breves pontificados ambos en el S IX; pese a que se dice que después de cada cónclave, el cardenal que sería Papa, era sometido a una prueba, realizada por otro cardenal que debía palpar los genitales del elegido con el fin de asegurarse y testificar ante los demás los demás de que se trataba de un varón. Pese a todo, otra teoría etimológica más sesuda se remonta al indoeuropeo y según sus estudiosos, el testigo sería la tercera persona presente entre dos en litigio. El testigo Rajoy fue llamado por su conocimiento de los hechos. Observen, pues.