27 mayo 2008

El consorcio es buen negocio

No trato de hacer un ripio cursi, pero es verdad ¿Quiere un buen consejo gratuito? Móntese un Consorcio. Si no sabe qué es eso, vaya al diccionario y se enterará de que es una agrupación de entidades para negocios importantes (RAE) o grupo de entidades unidas por intereses comunes, sobre todo de tipo comercial (RAG). Es muy fácil, pongamos que usted es el que tiene la sartén por el mango, es decir, la pasta, y quiere que otras empresitas trabajen para usted a cambio de una parte del pastel; en vez de hacer una sociedad anónima, limitada o de cualquier otra sustancia, les aprieta las clavijas para que formen con usted un Consorcio de Igualdad y Bienestar. Esto es lo que han hecho los nacionalistas del gobierno de la autonomía con los ayuntamientos para la atención de escolares menores de tres años y mayores dependientes. El negocio es redondo, el señor Quintana va a Madrid exige dinero a la Ministra de Educación a cambio de los votos de un par de diputados; reúne a los alcaldes y, según su fuerza y color político, les suelta parte de lo recaudado en la Corte y se queda con los recortes de prensa y los minutos de telediario en los que aparece como venerable benefactor de tiernos infantes y abuelos pachuchos. Eso es el Consorcio de Vicepresidencia. Pero en esta pirámide faltan los de abajo, los que educan y atienden a los usuarios, maestras, cuidadores, personal de limpieza, de cocina, sanitario?aquí la brillantez de la facción nacionalista del gobierno fue digna de vítores y traca de fuegos de artificio. Convocó un casting. Ya sé que es un poco exagerado, pero me dirán cómo le tengo que llamar a la selección para un puesto de trabajo de la función pública -no precisamente de ministro- que termina con una entrevista personal en la que deciden si tienes trabajo o no. Las malas lenguas dicen que había que llevar un par de carnés entre los dientes para demostrar la adhesión inquebrantable, pero ya se sabe que las malas lenguas siempre exageran, a lo mejor era menester tener sólo uno. Que esos modos y maneras sean propios del empresario que se juega sus cuartos, vale; pero en la administración las cosas deberían de funcionar de otra manera. Nuestros revolucionarios gobernantes no se quedaron ahí, esos trabajadores fueron contratados de forma temporal, no tienen representación sindical, no tienen la cobertura de un convenio colectivo bajo el que ampararse; la ley la marca el correo electrónico que llega a la Dirección de la galescola o del centro de día para poner a andar a la voz de ¡ar! una maquinaria que funciona como un reloj, ¡faltaría más! El que se mueva ya no tiene foto en la que salir: servidumbre feudal sin paliativos. Ahora el brazo sindical de Quintana quiere que se celebren elecciones sindicales, por vergüenza torera, y ya me dirán quien se atreve a presentarse con siglas distintas a las que diga el jefe, sólo buscan una pantomima humillante para los trabajadores y esconder las inmundicias ante la opinión pública. El presidente de la autonomía debe de tratar de poner coto a tales desmanes, esto lleva trazas de convertirse en un desvarío humillante para un gobierno que más pronto que tarde ha de rendir cuentas; el cambio político no era esto.

20 mayo 2008

No le saludan por la calle

Veinte años no es nada, todo sigue igual. Sólo hace más o menos esos veinte años supe de la existencia de un sinvergüenza con los ojos saltones, la mirada sucia, la sonrisa libidinosa, el aspecto repulsivo y un actuar baboso impropio de cualquier ser humano; tal ejemplar se ganaba la vida -digamos que cobraba un sueldo- enseñando gimnasia hasta que fue denunciado por sus alumnos; sí, por sus alumnos; pero, sobre todo, por sus alumnas. La acusación fue bien simple, el individuo tenía siempre las manos dispuestas para ayudarlas, a ellas nunca a ellos, a dar volteretas, hacer pinos y demás frivolidades de la disciplina aunque no fuese menester. El proceso de la denuncia no fue fácil; clandestinamente ellos y ellas convocaron a un profesor de su confianza al que contaron, entre las lágrimas de ellas y el apoyo testimonial y sincero de ellos, lo que estaban sufriendo: sus acosos y sus humillaciones. Lo hacían con ese sentimiento de culpa propio de la educación católica, ellas eran las Evas responsables de la desgracia del género humano, las tentadoras, las culpables del pecado. Nunca podrían salir a la luz como víctimas de la violación de la que estaban siendo objeto, no podrían aparecer en sus casas, ni siquiera ante sus madres, contando que un delincuente les tocaba el culo impunemente. Lo que estaban confesando era absolutamente privado y secreto, lo negarían en cualquier otro lugar y ante cualquier otra persona. Estaban dominadas por ese sentimiento de culpa superior a cualquier deseo de venganza, a cualquier ansia de defensa. Su resignación dejaba sin salida cualquier resolución justa de la injusticia. Se negaron rotundamente a la denuncia pública, pero de alguna manera demandaban una recompensa privada, latía en ellas la necesidad de dejar de ser objetos, hoy son madres, y por esa razón buscaron ayuda. El ejemplar presunto culpable -presunto porque nunca pudo ser juzgado como se merecía- pasó por el trance de una, digamos, tensa y violenta entrevista privada con un compañero, en un despacho cerrado, tras la cual dejó de dar clase de gimnasia y al curso siguiente explicó matemáticas. Creo que ni trató de justificarse, ni de disculparse, ni de considerarse víctima de las armas de mujer; faltaría más, sabía perfectamente que su responsabilidad era notoria y que sólo le faltaba dar un paso al frente para declararse absolutamente culpable de sus actos. Sus alumnas no le saludan por la calle. Los tiempos han cambiado, pero tampoco se crean que hayan cambiado tanto, en este país tomatizado muchas mujeres siguen igualmente sumisas, no tan indefensas porque la ley las protege mejor, sino con la autoestima por los suelos, con su anhelo de ser felices amas de casa, dejando sus derechos personales al libre albedrío de cualquier energúmeno que tiene el cerebro entre las piernas. Si no nos importa que se objete de la Educación por la Ciudadanía porque en ella se habla de estas cosas, si no nos importa que un juez comprenda pero no comparta que un fulano mande a su mujer al otro barrio, va a ser mejor apagar la luz y cerrar la puerta.

13 mayo 2008

Pasaremos un rato con Pancho Álvarez-Fontenla

    Ahora podría decir todo lo que pienso, lo que nunca me dejaron saber: fui niño entre alambradas, (...) me asomaba a la vida, puse mi libertad encima de mis años. [José Manuel Caballero Bonald, ´Pliegos de cordel´]
No hace muchos meses leía en estas mismas páginas un artículo que hablaba de un personaje conocido en esta Universidad; al tercer párrafo estaba convencido de estar ante una necrológica y que el autor lloraba con sentimiento; sin prestar más atención también di por difunto al prócer causante de la laudatio, pero a los dos días me lo crucé por la calle vivito y coleando, ¡sólo se había jubilado! y el cronista se había pasado de frenada. Por lo tanto este folio sólo tiene la intención que dejar bien claro que Pancho está vivito y coleando, que aún va a dar guerra después de su jubilación. Por otro lado tampoco creo que a este profesor de Matemáticas que llegó el 75 a la Normal de La Coruña le presten mucho los panegíricos ni que haya estado esperando a su jubilación para que se le reconozcan sus méritos y dedicaciones exclusivas. Para algunos Pancho es el que les aprobó, honoris causa, para poder ir de maestros a pisar tojos por Galicia adelante. Para muchos es quien les abrió la cabeza para entender cómo se enseña? Para todos es el referente en la Universidad de La Coruña, organizando Orballo, frente al rector instalado en el poder con todos los parabienes y prebendas del mandarinato oficial. La memoria histórica está de moda sobre todo entre los que no la tienen y han de inventársela porque el 68 luchaban en las barricadas de la London School of Economics y durante la transición se afanaban duramente para conseguir un máster en Harvard; siempre pensando que un Audi oficial les estaba esperando. Mientras tanto, Pancho sí estuvo en marzo del 68 en Santiago, sí organizó el nacimiento Comisiones Obreras en la enseñanza? Hace más de dos años en estas mismas páginas dediqué un martes a los que no habían sido llamados a las puertas del poder del nuevo gobierno de la autonomía, decía algo así como que se pasaba frío si se dormía con los pies fuera del DOG. Eran los momentos en los que, si reconocías que no estabas en ninguna lista de nominados para ninguna Dirección General, es que eras un residuo de quirófano, políticamente hablando, claro. Me llamaron cosas bastante feas. Me consta que muchos, quizá Pancho también, ¿por qué no?, fueron llamados mucho tiempo antes, en los primeros ochenta, a las mieles de la moqueta del poder y no acudieron, por diferentes motivos, la integridad y la coherencia tuvieron algo que ver. La fidelidad a las personas y a las ideas es fluctuante, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, todos tenemos momentos de debilidad, pero a Pancho se le quiere y se le demostrará en la cena homenaje que le organiza Comisiones Obreras el próximo viernes, día 23, sin nostalgias y con la mirada en clave de futuro que "tenemos mucho que hablar, compañero".

El 1º de Mayo y el Dos de Mayo

Ya pasó el Primero de Mayo, ya pasó la polémica de todos los años sobre si lo que hubo fue una procesión con su liturgia o una manifestación con todas las de la ley. Haya habido procesión o manifestación -que cada uno se lo haya tomado a su aire- sí hubo mensajes claros y diáfanos. Habrá crisis y habrá paro. Después que se le llame como se le quiera llamar, pero el que quiera peces tendrá que mojarse el culo; ya están llorando hasta los especuladores de la construcción porque no venden pisos y quieren subvenciones. Hoy todo el mundo estaba de puente, escondiendo la cabeza; pero cuando nos encontremos con el ¡sálvese quien pueda! llegarán los salvadores de la patria, los de todos los Dos de Mayo tratando de expulsar a los supuestos extranjeros. (Aún seguimos celebrando el Dos de Mayo, en el que los curas de pueblo se levantaron agitando sus sotanas para sublevar al nacionalismo de siempre, para expulsar los aires de modernidad que soplaban más allá de los Pirineos) Cuando acabaron las arengas de rigor, me lo dijo muy clarito Enrique, al tiempo que veíamos que, después de que el cuarteto hubiese interpretado La Internacional, el grupo de senegaleses y el de bolivianos que sostenía las pancartas con sus reivindicaciones, comenzó a plegarlas. Pero el cuarteto seguía a lo suyo y empezó a tocar el Himno Gallego, aquellos trabajadores también siguieron a lo suyo, lo que tocaban no les sonaba a nada, por lo menos a nada propio con lo que identificarse, no hablaba de ellos, que no son ni rumorosos, ni imbéciles ni oscuros, por lo menos nadie se lo dijo en la cara. De ellos se había hablado antes, del paro que se nos viene encima, de que los primeros a proteger tendrán que ser ellos, que van a ser los primeros que tendrán que trabajar por salarios a la baja, que no faltarán los demagogos nacionalistas de siempre que vengan a traer su mensaje xenófobo berlusconiano tratando de arrasar sus raíces y justificando su aislamiento por razones étnicas. Los parados son parados porque no tienen trabajo, no porque tengan DNI, pasaporte o permiso de residencia. Aquí vamos a tener parados, de diferentes lenguas y colores y preparémonos para las campañas que inciten a quemar trabajadores de diferentes lenguas y colores. No quiero verme envuelto en otro Dos de Mayo. Hablando de empleo, pero ya en la elite, no me digan que la guinda no la ponen los de siempre: Taguas y Zaplana, no me digan que no tiene delito; por diferentes razones ambos tienen información, contactos, privilegios que no tienen sus posibles competidores. Han de someterse a los dictados de la Ley de Incompatibilidades, que me suena, en su caso, a algo así como el Tribunal de la Rota para disolver bodas de pedigrí. Durante el franquismo era habitual tener pingües retiros dorados en las empresas públicas. Después siguen siendo las mismas empresas, ahora privatizadas, las que dan cobijo con más o menos pulcritud. Todo el mundo se busca la vida para pasarse a la privada, que es la que paga; pero, ojito, cuesta mucho romper amarras con la posible vuelta a la pública.