27 noviembre 2012

Coles buenos y coles malos

http://www.laopinioncoruna.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2012112700_5_668187__Opinion-Coles-buenos-coles-malos

Supongo que como yo habrán sufrido experiencias negativas en las actividades desarrolladas en los colegios, recuerdo como especialmente penosas algunas competiciones deportivas en las que los padres y los profesores se comportaban como auténticos energúmenos animando a sus hijos e hijas a acabar con el contrario usando las malas artes si fuere menester.




Por el contrario también supongo que tendrán algún recuerdo amable en el que el alumnado de los centros competía en buena lid, para demostrar cuál es el mejor proyecto científico en una exposición, en un concurso de redacción, de ortografía, en las famosas olimpiadas de diferentes materias. Todos sabían que eran competiciones y que habría ganadores y menos ganadores, pero terminaban en sano intercambio de experiencias.



¿Qué centros eran mejores? ¿Cuáles son de mejor calidad? ¿Es mejor la educación en unos que en otros? Los comentarios del barrio sobre la calidad del centro, los resultados de una evaluación externa y seria sobre la calidad de un centro, quieren ser convertidos en un ranking según las notas que obtengan sus alumnos y todo esto en un sistema educativo como el nuestro que estaba camino de llegar a niveles de equidad reconocidos por las instituciones internacionales de evaluación.



Es cierto, este bendito ministro planea que la financiación de todo tipo de centros, públicos y privados, dependa de proyectos educativos y del éxito de sus alumnos: los Programas de Mejora de la Calidad Educativa. Craso error pedagógico y social utilizar los resultados de la evaluación del alumnado y de los centros, seguramente precisará más recursos aquel que atienda ambientes y alumnado más desfavorecido que el que atienda a clientela selecta. En resumen, los ricos, más ricos y los de abajo, más abajo.



Desengáñense, la desigualdad es algo natural para Wert: hay que mirar únicamente por su nivel de "productividad", o sea, por los resultados escolares, como si se tratasen de fábricas y no lugares en los que se educa y forma a personas en edad escolar. Se privará de los recursos necesarios a aquellos centros docentes con un elevado porcentaje de alumnos con necesidades educativas especiales, y que son en su inmensa mayoría centros públicos, ¿podrán competir en resultados con los privados que seleccionan a su alumnado según su origen social?



Todo encaja en la visión exclusivamente economicista que el Ministerio quiere imprimir a esta reforma, al margen de la comunidad educativa, sin un debate democrático y por imposición. La ley actual, mientras la autoridad competente lo permita, sostiene que la educación ha de actuar como elemento compensador de las desigualdades personales, culturales, económicas y sociales, con especial atención a las que deriven de discapacidad, de acuerdo con que no lo está consiguiendo totalmente, pero lo que es seguro es que no se conseguirá sin dotar a los centros de los recursos humanos necesarios para asegurar la atención personalizada del alumnado con necesidades educativas específicas.



La Lomce no es más que una reforma ideológica que no solucionará los dos grandes problemas del sistema: el abandono prematuro y el fracaso escolar. Al contrario, con la excusa de la transparencia en los resultados de las evaluaciones, se impulsará innecesariamente una competencia desleal entre centros, en perjuicio de la equidad del sistema.

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