07 febrero 2006

Y ya puestos a firmar...

Aquel día tuvo el desparpajo suficiente como para detener a la seria profesora de la facultad y solicitar su firma en un manifiesto en el que se pedía que los presos políticos antifranquistas fuesen amnistiados. A ella le pareció lo más justo y así lo hizo, estampó nombre y rúbrica; pero cuando lo comentó a la hora de la cena con su esposo, a la sazón jerifalte de la policía, empezó a dudar, los razonamientos de su marido eran contundentes, había metido la pata y tendría que deshacer el malentendido al día siguiente. El papelón que le tocó representar fue poco recomendable, hubo de buscar al postulante de las firmas y rogarle la retirada de la suya. Sólo encontró la disculpa obvia de que ya se habían enviado a la prensa, él lo sentía mucho, pero aquel palo tendría que aguantar su vela. Es que esto de las firmas tiene su miga, no voy a decir yo que no haya que firmar todo aquello con lo que se esté de acuerdo o con lo que nos presente aquel de nuestra confianza, pero hay que hacerlo con sentido común. Es que el señor Rajoy nos pone en unas tesituras muy comprometidas. Vamos a ver, nos dice que España se rompe, que nos quedamos sin nación y sin igualdad de derechos y ¿lo único que nos pide es una firma en un folio? ¿El único esfuerzo que nos pide es el garabato? Poco patriotas nos considera o poco peligro de desaparición de España ve a su alrededor. Si de lo que se trata es de salvar a España, habría que hacer algo más, digo yo. (...)

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