05 agosto 2014

Una batalla inútil para la ciudadanía

http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2014/08/05/batalla-inutil-ciudadania/866822.html

La batalla se presentaba tensa y expectante desde hacía meses, había habido abundantes amagos precedentes, pero ahora las disputas eran cada vez más frecuentes, personales o por medio de interpuestos. Cada uno de los contrincantes hacía acopio de agravios y errores del adversario, como en cualquier escaramuza diplomática. En los dos casos había que salvar la honra política y los dineros.
Ambos contaban con el peligro del fuego amigo, más cruel que el del adversario, los quintacolumnistas y, sobre todo, los columnistas poderosos disfrazados de periodistas de investigación podrían causar más bajas que el propio adversario.
Las escaramuzas previas de los revoltosos habían sido abundantes, ellos no lo deseaban fervientemente, les iba bien con la paz tensa, pero sus aliados eran muy beligerantes y provocaban continuos y rentables enfrentamientos cuerpo a cuerpo entre ambos generales, pese a que entre ellos nunca había llegado la sangre al río.
Poco a poco se acercaba el día en el que ambos líderes se verían las caras; durante ese intervalo el desgaste era cada vez mayor en los dos bandos; al líder legitimista la retaguardia le ardía, las deserciones abundaban y las traiciones eran cada vez más frecuentes, pero era un dirigente pachorrón y conseguía mantener neutrales a las otras fuerzas que podrían manifestar su beligerancia. Más peligrosos eran sus, aparentemente, más fieles que querían sangre y fuego a toda costa, menos mal que la parsimonia y la caradura del mandatario estaba a prueba de bombas conspiradoras; incluso, dicen los cronistas, que era tan falso, que lograba embaucar a los suyos con las mismas artes que usaba para trabar al adversario. ¡Vaya si era capaz!
El general levantisco que gozaba de apoyo popular creciente se encontraba con impedimentos naturales que impedían su avance y no le reportaban defensa, contra los elementos no podía luchar. Para colmo el ardor guerrero popular se arrimaba cada vez más a sus teóricos aliados, mermando sus propias filas, el que había sido su mano derecha durante años abandona el puesto de mando arguyendo diferencias de criterio táctico en la próxima batalla, cuando en realidad estaba escapando de la quema que le venía encima.
Más lo peor llegó cuando al patriarca de la dinastía díscola se le descubren abundantes traiciones, llega a los oídos de la opinión pública que se había vendido al enemigo durante décadas, que les había ofrecido su apoyo a los legitimistas de todas las tendencias a cambio del silencio; él aportaría paz y ellos mirarían hacia otro lado mientras él, su prole y su partido hacían negocios rentables e innombrables.
Este descubrimiento desanimó y debilitó, pese a que era conocedor a todas luces, al general Artur; solo le quedaban dos opciones, la huida hacia adelante en asalto suicida o la búsqueda de una paz pactada que contuviese las compensaciones simbólicas y económicas que salvasen su honor y su futuro.
Mientras tanto el general Mariano salvaba los muebles momentáneamente, calmaba a los más feroces y dejaba a sus aliados desarmados y sin discurso.
Hay tregua, sin duda, pero habrá más guerrillas; mientras, el pueblo municipal y espeso sigue sufriendo las consecuencias de un conflicto artificial y no buscado.

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