07 septiembre 2010

Cambalaches

Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé. En el quinientos seis y en el dos mil, también. Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos, barones y dublés Cambalache Así comienza el tango del maestro Disciépolo, con su descripción del mundo en plena ebullición de la gran depresión del 29, si no me informo mal se estrena en la banda sonora de El alma del bandoneón en 1934 y en un principio se llamó Década infame, por supuesto todas las dictaduras argentinas prohibieron el contenido de su letra hasta que llegó el salvapatrias, el populista por antonomasia, Perón. El autor reivindicaba la razón, el buen gobierno, el comportamiento cívico, el buen ejemplo, el respeto a la ley, a la educación, en resumen, la civilización frente a la barbarie; pero destila la amargura de la imposibilidad, de la impotencia para el cambio. A ratos parece que el bueno de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, agita las conciencias en la crisis del S XIV. No sé si el lunfardo habrá producido nuevas letras tan trágicas como ésta en los primeros síntomas que el primer mundo vivió en la piel de los argentinos con su corralito, cuando todos nos conformamos con creer que era su crisis particular, que era su mal gobierno el causante y que aquello no podría llegar a la vieja Europa y mucho menos a USA; luego resultó que empezamos a ver con nuestros propios ojos los efectos de la gran depresión, aunque le sigan llamando crisis y sigamos negándonos a ver la realidad, porque en el fondo cómo vamos a criticar a Camps por llevárselo crudo, si lo que tenemos en realidad es envidia cochina, si seguimos cobrando en sobres, si vendemos billetes de lotería premiados aunque sea con la pedrea?Unas pequeñas diferencias sí las hay entre el ladrón de altos vuelos, el avaro de medio pelo, el insolidario sin remedio y el comportamiento del superviviente que paso a relatarles. Escenario: Exteriores de la estación del AVE en una ciudad media, marquesina de una parada de autobús, 12 de la mañana y calor para aburrir. Protagonistas: lugareño de aspecto normal, cincuenta años largos y pandilla de turistas españoles recién llegados que consultan líneas, itinerarios? Acción: el lugareño otea, escoge ejemplar de visitante como objetivo, se le acerca, le ofrece amable información sobre la posibilidad más adecuada parra llegar cuanto antes al lugar deseado. Se le dan las gracias por su amabilidad. Retoma el contacto con su objetivo, le informa de que el precio del billete es de 1,20euros, a no ser que se tenga bonobús, se le agradece la información. Falta poco para que llegue el 32 y el servicial ciudadano se ofrece para pagar todos los billetes del grupo con su tarjeta y recibir a cambio el importe en metálico del precio del billete con un módico descuento. Desenlace: Fuere por el calor, por el desconcierto o por simple simpatía, la interlocutora del grupo accede al trueque fraudulento, presenciado por el conductor, por el resto de pasajeros, todos ellos conscientes de que el coste del bono es 0,60euros, o es gratuito en de caso parados o pensionistas con ingresos mínimos de subsistencia y de que la empresa pública de transportes es deficitaria y sus pérdidas son compensadas con dinero público; todavía y a ver cuánto dura.

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