14 septiembre 2010

Una de mártires calentitos

Mas no, de esotra parte, en la ribera,/ dejará la memoria, en donde ardía:/ nadar sabe mi llama el agua fría,/ y perder el respeto a ley severa Quevedo Oh llama de amor viva que tiernamente hieres de mi alma en el más profundo centro, pues ya no eres esquiva, acaba ya si quieres; rompe la tela de este dulce encuentro! San Juan de la Cruz No sé cómo lo verán la mayoría de ustedes, pero servidor no se acostumbrará a los artilugios eléctricos en la cocina, esas planchas, esas vitrocerámicas, no hay fuego, no hay llama, de leña, de gas; puede ser que parezcan avances, pero algunos seguimos prefiriendo para esos usos los hogares, la luz de las llamas, el calor de las brasas de las sardinas malagueñas, de las chuletas al sarmiento o de las cebolletas, las alcachofas o la piña un poco tiznadas. Pero el fuego no fue un simple invento que permitió la evolución de la alimentación humana; como apuntaba más arriba, en el mejor soneto de tema amoroso de Quevedo, la llama vuelve a ser el símbolo de la pasión, la misma que embargaba a San Juan de la Cruz en esa primera lira de Llama de amor viva. A fin de cuentas, para qué nos vamos a engañar, también el fuego siempre fue símbolo de purificación, de muerte, que se lo digan a Servet, a Savonarola o a las de Salem que seguramente no padecían más que Corea de Huntington, es decir, da vida y mata. El brujo de la tribu siempre trató de calmar las iras del volcán arrojándole vírgenes al cráter y al final de todo o se acababan las vírgenes o se acababa la lava ardiente, pero el brujo siempre salía ganando. A los iluminados siempre le vinieron bien los mártires y este curso parece que viene cargadito de candidatos a mártir de la causa lingüística buscando el concurso de la Xunta de Galicia que reinterpretó los contenidos de la Ley de Normalización Lingüística con el pretexto de modernizarla. Era una ley inútil, los que no sigan la política diaria del país no sabrán que partió de un consenso público, pero que siempre hubo otro consenso oculto, el de repartirse una buena tajada del presupuesto mediante el cual las editoriales, algunos medios, cierto circuito cultural monopolizado por el nacionalismo estaban casi satisfechos y con la conciencia tranquila quedándose dormidos sabiendo que trabajaban para que el gallego no muriese en las aulas. Cierto es, no murió en las aulas, pero está maltrecho en los recreos. Mientras tanto la generalidad del profesorado, aun conociendo al dedillo las entretelas legales, siempre actuó con el mejor de los sentidos comunes, haciendo compatibles sus preferencias con las necesidades de sus alumnos. Ahora volvemos a las andadas porque algunas asignaturas han de darse obligatoriamente en gallego y otras en castellano, comienzan a alzarse las primeras voces de los candidatos a mártir porque se les llama a la insumisión a no respetar la ley, sin disimulo y dar las asignaturas en gallego, digan lo que digan padres, alumnos y leyes. En las próximas municipales, en las próximas escaramuzas internas de PSOE y BNG será necesario presentar una hoja de servicios impoluta y repleta de méritos lingüísticos -a ser posible con expediente y sanción administrativa- aunque fuere a costa de machacar los derechos de los demás, la misma estrategia que intentará presentar Feijóo como adalid de la libertad a la fuerza con una norma tal irracional como las anteriores. Sigo esperando que las llamas sirvan sólo para las labores culinarias y para las imágenes amorosas y que no nos churrasquen la vida buscando mártires que ya vamos mayores para que nos aticen con religiones, naciones y banderas. www.lafelizgobernacion.blogspot.com

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