21 septiembre 2010

¿Qué sindicalismo añoran?

El protagonista, Max Estrella, pasa la última noche con vida con un anónimo obrero catalán. EL PRESO: Parece usted hombre de luces. Su hablar es como de otros tiempos. MAX: Yo soy un poeta ciego. EL PRESO: ¡No es pequeña desgracia!... En España el trabajo y la inteligencia siempre se han visto menospreciados. Aquí todo lo manda el dinero.(?) EL LLAVERO: Tú, catalán, ¡disponte! EL PRESO: Estoy dispuesto. EL LLAVERO: Pues andando. Gachó, vas a salir en viaje de recreo. El esposado, con resignada entereza, se acerca al ciego y le toca el hombro con la barba. Se despide hablando a media voz. EL PRESO: Llegó la mía... Creo que no volveremos a vernos... MAX: ¡Es horrible! EL PRESO: Van a matarme... ¿Qué dirá mañana esa Prensa canalla? MAX: Lo que le manden. EL PRESO: ¿Está usted llorando? MAX: De impotencia y de rabia. Abracémonos, hermano. Valle-Inclán Luces de Bohemia Anda la derecha endemoniada, está perdiendo los papeles y el Gobierno no tiene otra cosa mejor que hacer que esforzarse con ahínco en el trabajo sucio, parece el sino de la socialdemocracia en este país. Cuando más felices nos las veíamos y nos las prometíamos, la caverna se ampara en la depresión económica para desempolvar sus ansias más oscuras e inconfesables. Parece que ya nos olvidamos de que este viejo continente es, eso, viejo y que su vieja economía no aguanta más sin renovación generacional, que vendrá del exterior o no la habrá. Junto a esos brotes nacionalistas e individualistas no dejan de renacer viejas ideas obviando que el capitalismo tal y como lo conocemos ha fracasado, que se le pueden buscar pequeños parches, pero que nadie puede desmentir que el mercado desregulado y campando a sus anchas está en la base de todos los problemas actuales y que ante este río revuelto hay miríadas de pescadores que desean que las relaciones laborales vuelvan a ser aquellas beatíficas del nacionalsindicalismo, las de la gran familia laboral en la que el padre empresario cuidaba de que a su productor no le faltase casa barata y pistola o muñeca a sus retoños en el día de Reyes. ¿Quién mejor que él para saber lo que debería disfrutar el productor? El final de los 60 y primeros 70 abrió los ojos a los empresarios más lúcidos y se dieron cuenta de que sus beneficios estarían mejor garantizados si se basaban en el diálogo y en el pacto con representantes electos y no con el pelotas del capataz disfrazado de enlace sindical. Ahí empezamos a homologarnos, mucho antes de que se soñase con que las elecciones y la democracia fuesen a llegar inmediatamente. Seguramente está escrito, pero no suficientemente valorado el papel de los sindicatos en la transición, en los Pactos de la Moncloa, en la moderación reivindicativa y en los esfuerzos negociadores mientras ellos conspiraban para ganar el envite del 23-F, el sindicalismo que a ellos les gusta es el que practicaban con las pistolas los asesinos de los abogados de Atocha: ¿hay abogados que defienden a los obreros? Pues se les mata ¿y qué pasa? Pero el asunto se complica, a la caverna ya no le sirve nada de eso, busca las relaciones laborales individuales, como mejor sustituto del esclavismo y como una suerte de feudalismo redivivo. Seguro que no tienen libro de cabecera, pero muchos creo que ansían lo que sus bufones de tertulia les sugieren, ser como aquellos empresarios del textil catalán del primer cuarto del XX, de los del diálogo de los puños y pistolas. Volver a Valle, volver a Luces de Bohemia, a Max Estrella en el calabozo con el obrero catalán al que le aplican la ley de fugas ¿Habrá que pensárselo? www.lafelizgobernacion.blogspot.com

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