30 octubre 2012

Cine y palomitas

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 Hace años que dejé de frecuentar regularmente las salas de cine clásicas, por comodidad, vagancia. Paralelamente fui descubriendo que, sobre todo los jóvenes que me rodean, se las ingenian de mil maneras para encontrar entradas a menor coste, incluso gratuitas. A una de mis hijas le doy todo tipo de tiques de gasolineras, supermercados...los fotografía con el teléfono y, no me pregunten cómo, dice que desde hace tiempo, no paga una entrada, supongo que en horarios de poca afluencia.
Por otra parte, observo que el relativamente caro precio de la entrada a las salas frente a sus competidores domésticos, alquileres, descargas...hay que repartirlo en múltiples partijas, el 21% de IVA, el 2% para autor, guión, argumento, dirección, música... ¡menuda fortuna!, el distribuidor puede quedarse con otro 20% dependiendo de lo que gaste en publicidad y el productor con el resto, que a fin de cuentas es el que arriesga, con lo cual sospecho que el margen de beneficios será más bien escaso para todos, a no ser que Torrente desparrame las estadísticas. Cerraban los grandes cines y nacían las microsalas; aún así seguía sin ver el negocio hasta que comprendí que el beneficio estaba en las palomitas de maíz; fabricarlas es barato, los granos, sal, aceite, calor y el caldero de cartón. Seguramente un porcentaje de beneficios altísimo, mucho mayor que el obtenido por el motivo real de la visita a la sala: ver una película.
¡Ay los mercados! Cómo nos tratan, cuando creemos que nos venden un producto, nos están colocando otro de rondón, el que pagamos de verdad. Denle vueltas a la imaginación y piensen qué estaban consumiendo en los últimos días de la campaña electoral gallega; el candidato peor pronosticado de salida radicaliza su discurso, incluso desproporcionadamente en desafortunadas ocasiones, buscando vender su película y su producto es consumido por un electorado creciente. ¿Quién es el beneficiado? ¿Quién vende las palomitas? Seguramente el candidato mejor posicionado de salida, las palomitas son seguridad y tranquilidad, el candidato que predica el nunca peor que ahora. Es pan duro, pero seguro, como siempre pensó el conservador.
Mitt Romney vende una película de americano estúpido que no sabe nada de política internacional y que quiere que las ventanillas de los aviones se abran; en realidad le están comprando las palomitas un conjunto de americanos simples que solo buscan verse en el espejo fotografiados con unos cientos de generales en la reserva.
Obama tiene en exhibición una película de progresismo, muy comprensible ante los europeos, aliados naturales, defensor de la paz, de las minorías -cada vez más mayoritarias-, adalid de los derechos sociales y civiles. Su producción se ve arropada de artistas, famoseo, intelectuales...son los que venden las palomitas.
¿Son lícitas las artimañas político-mercantiles? Sin duda sí, pero a menudo arriesgadas y con efecto bumerán.
Algunos podrán dudar si Javier Marías intenta vendernos de matute una película publicitaria renunciando al Premio Nacional de Narrativa. Personalmente creo que no hay palomitas coladas de rondón, aunque ahora aumenten sus ventas y traducciones -yo hacía tiempo que no leía una novela como Los enamoramientos-, pero creo que es sincero, ya había advertido que no admitiría ningún premio oficial; a su padre se lo negaron todo.
Más precauciones me provocan las donaciones, en USA son claras, los lobbys están regulados, las desgravaciones fiscales son transparentes, los papas y mecenas renacentistas apostaban a caballo ganador, invertían en obras de futuro. Hoy y aquí solo tenemos limosnas y donaciones. Las multimillonadas que reciben las organizaciones humanitarias podrían no ser publicitadas, ¿qué problema habría en hacer lo mismo sin buscar repercusión mediática? seguro que compran la misma parcela de paraíso y seguro que obtienen la misma desgravación fiscal que defraudan legalmente mediante las SICAV, pero en ese caso no tendrían esa buena propaganda de marca. Mejorar las condiciones de trabajo de las empleadas seguramente no vende tantas palomitas.

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