23 octubre 2012

¿Nobel de qué paz?

http://www.laopinioncoruna.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2012102300_5_657680__Opinion-Nobel


El premio Nobel de la Paz de este año a todos nos trajo recuerdos poco gratos, de cuando se lo dieron al señor de la guerra, a Kissinger, a los culpables de la aniquilación de Oriente Medio. Seguro que no podemos caer en el topicazo de buscar en todas las concesiones un Gandhi, pero entre una cosa y otra caben muchas posibilidades, individuales y colectivas, que dejarían satisfechos y contentos a todos, incluso a los que siguen creyendo en que la búsqueda de la paz sin libertad es una contradicción, así como la declaración de la paz sin justicia es una solemne estupidez que insulta la inteligencia; pero analicemos el tópico, ya que existe.
Los actuales gobernantes europeos no merecen ningún premio, en particular los máximos responsables de las instituciones políticas y económicas de la Unión Europea, lo que merecen, más bien, es la reprobación, y así lo han manifestado todos aquellos que coinciden en que las políticas de la inmensa mayoría de los dirigentes europeos traen como consecuencia de unas actuaciones tan injustas como erróneas, que están llevando a una mayoría de los países europeos a una profunda recesión, al desempleo masivo y a la ruptura de la cohesión social, de suerte que no resultaría exagerado anticipar que si se produjera una ruptura de la UE, podrían ser culpables de crear condiciones para la desaparición de la paz en el futuro del viejo continente.
Si la intención de la Academia noruega, responsable de la concesión es la de subrayar lo que la Unión Europea y sus antecedentes históricos -CECA, CEE, CE- ha significado para terminar con la historia de guerras que ha sido la Historia de Europa, podría haber acertado, aunque tal vez 2012 no sería el año más adecuado para el premio. Si lo que ha tratado de realizar es una llamada de atención sobre los peligros para la paz de la actual crisis económica y política que sufre la UE también sería aceptable.
Sin embargo, dado que ninguna de las dos consideraciones anteriores aparece en la resolución de concesión del Premio Nobel, porque probablemente no pudieran aparecer explícitamente, y conocidas además algunas de las interpretaciones que comienzan a darse en Bruselas y otras capitales europeas, los actuales gobernantes europeos no merecen ningún premio, en particular los máximos responsables de las instituciones políticas de la UE, lo que merecen, más bien, es la crítica.
Lo ocurrido en la recientemente pasada cumbre del Consejo Europeo (18 y 19 de octubre), con Alemania imponiendo -y los máximos responsables políticos de la UE acatando- es el incumplimiento de las conclusiones de la cumbre del Consejo del mes de junio en relación con algunas de las tímidas medidas que podrían ayudar a paliar la crisis de las deudas soberanas, y conseguir que la deuda pública española no se dispare, es un nuevo y demoledor ejemplo de por qué no se merecen ningún premio.
Lo mismo podríamos decir del resto de los países del sur de Europa víctimas de la avaricia especuladora de los banqueros, que siguen haciendo su agosto, sus Américas y viviendo de las vacas gordas.
Acaba de pasar sin pena ni gloria el Día Internacional contra la Pobreza y aquí nadie se inmuta, la papeleta se sobrelleva con un par de reportajes por la tele, y no en todas las cadenas, que los pobres revolviendo en los contenedores hacen feo, sobre todo cuando es la prensa norteamericana la que publica las fotos mientras Rajoy se fuma un puro por Manhattan. Lavamos la conciencia con una visita de caridad y a otra cosa mariposa.

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