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Este tendría
que haber sido el primer consejo del ministro de interior al señor alcalde de Valladolid para que su
integridad física e intelectual –en caso de haberla- no fuese violentada. La
verdad es que no sé si se cree que es artista de éxito alterando las hormonas
de la juventud o se palpa continuamente el costillar para buscar el hueco
dejado por la pieza ausente usada para crear a la mujer. Está claro que es un
monstruo de la naturaleza, creo que lleva la manzana de Eva tatuada en el
cerebelo y que en las mujeres solo ve carne vestida a punto de desvestirse.
Supongo que muchos investigadores del comportamiento humano tendrán sus teorías
sobre las lesiones psíquicas que puede sufrir el señor De la Riva ; puede ser que las
chicas le hayan dado calabazas con frenesí en su juventud, espero que no haya
sufrido abusos traumáticos en su infancia…
Es cierto
que toda la culpa de sus actuaciones no es absolutamente suya, no sé nada de su
genética, pero sí me aventuro a sospechar que la educación recibida algo tendrá
que ver en su comportamiento; mas también es cierto que la mayoría de su
generación ha evolucionado o, por lo menos, lo disimula; han superado lo de la
manzana y la serpiente paradisíacas y la fruta envenenada de la madrastra de
Blancanieves.
Podríamos
ser benévolos y cargar la culpa a su subconsciente, pero tengo para mí que sus
actos han superado ya las simples emociones intelectuales y han llegado a un
punto de consciencia muy hábil y rentable para sus intereses, él ya sabe que su
auditorio es receptivo a sus bravuconadas, sobre todo porque todos mordemos el
anzuelo y le ponemos altavoz a sus barbaridades incompatibles con la
civilización.
El segundo
consejo que el ministro del interior debería haberles dado hace tiempo, tanto a
él como a su colega malagueño –entre otros-, es que sigan manteniendo escoltas,
chóferes y guardaespaldas a su disposición, que les acompañen siempre y a todas
horas, en plazas, escaleras, ascensores, parques, portales…no tanto para no les
roben la cartera o les partan la cara, sino para que las mujeres no abusen de
sus ilustrísimos cuerpos gentiles.
Pensarán que
son consejos propios de cualquier radical islamista del califato naciente con
las mujeres bajo siete llaves; pero, como sus colegas integristas, ellos siguen
viviendo en la barbarie, no han llegado a la civilización racionalista,
seguirán pensando que la educación segregadora por sexos es la panacea, los
niños a mandar y las niñas ya veremos.
Se resisten
a saber que padres y madres, incluso la escuela, hace décadas que educan en el
respeto, en la prevención, pero también –sobre todo a ellas- en la creación de
un mundo en el que vivan sin miedos y con libertad; aunque siga habiendo
sujetos salvajes que se cobren vidas, depredadores que no suelen ser Jack el Destripador
ni salen de ninguna selva; sino que surgen de los círculos más cercanos.
El discurso
del alcalde de Toledo en su disputa política con su oponente de la derecha
también es desgraciado, pero su origen es el mismo: los roles femeninos y,
sobre todo, clasistas y machistas.
A estas
alturas no sé si habría que sancionarles a todos quitándoles puntos del carné
de ciudadano o seguir los consejos del gobierno y dejarlos de alcaldes
perpetuos para que sirvan de anticuerpos contra la infección. Ustedes
decidirán, pero casi me inclino por la jubilación anticipada, que la
deportación solo está bien vista para los subsaharianos de las vallas.
1 comentario:
Buenísimo, Adolfo.
Gracias por escribir así.
Helena. (CONFAPA-GALICIA).
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