02 septiembre 2014

QUE TENGAN UN BUEN AÑO, SI PUEDEN

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Como siempre, en este año que ayer comenzaba, hay que hacerse buenos propósitos, quien no haya desistido del gimnasio, el inglés y la dieta puede consolarse buscando nuevos alicientes para abordar la cuesta que le viene encima. Gastarse los euros coleccionando miniaturas bélicas y fascículos de los quioscos puede ser una alternativa, darse una vuelta por las últimas noticias que pueda haber perdido, es otra.
No se han encontrado en Hendaya como aquel alemán, austriaco de nación, y el de Ferrol con la voz de pito; se han encontrado en el camino de Santiago, la alemana y el gallego. Corren por la red decenas de gracietas al respecto con mayor o menor éxito, pero no se puede poner en duda que ambas escenificaciones fueron muy productivas para sus participantes germanos. El encuentro del año 40 intentó salvar la imagen de un régimen fascista naciente que no tenía ya mucha carne de cañón para ir a matar ni para dejarse matar, la represión interna, el hambre y la miseria se iban encargando del resto; parece ser que acordaron lo de la División Azul y Franco hacía ademanes de ponerse al pairo.
El encuentro de Labacolla en Santiago también tiene su enjundia, no sé si más transparente, pero no hay duda de que el gallego le está sacando jugo propagandístico para hacernos olvidar el otoño y el invierno con el que nos amenazó hace poco; en resumen, que no han acabado su faena y que las tijeras siguen en ristre, como bien se ha demostrado hace poco en Francia.
Por lo tanto, olvídense de brotes y rebrotes, que les viene encima otra andanada de sacudidas a sus condiciones de vida, átense los machos, aprieten los dientes, defiéndanse como puedan y que el agua no les pase del cuello, que no será un buen año.
No se alegren tanto de que Rouco salga menos en las portadas, no me creo nada, su capacidad para gobernar marionetas no está desmontada y sus ansias de devolver a España a los años 50 siguen estando vigentes, no solo para obediencia de sus leales, sino para martirio de los que nada tienen en común con él mas que pertenecer a la especie humana, aunque a veces no lo parezca.

Si ninguna de las alternativas que les proponía antes causan furor, puedo sugerir alguna más que me viene al magín ahora que hablo de los cincuenta y del cardenal. Pienso en un par de obras publicadas por la editorial Siruela de las que son autoras Rosa Ribas y Sabine Hofmann: Don de lenguas y El gran frío. Estas cuatro manos de filólogas están consiguiendo cautivar al lector con una suerte de novelas de ambientación histórica en los años cincuenta y trama negra, las vísperas del Congreso Eucarístico de Barcelona en 1953 y el misterio del mundo rural subdesarrollado en un pequeño pueblo del Maestrazgo. Hasta aquí podrían decirme que no hay nada nuevo, pero sí encontramos en su lectura amplitud de horizontes hasta ahora poco frecuentados. La protagonista de los trhiller que han creado es Ana Martí, periodista, hija de colega represaliado, hermana de fusilado, que se abre camino en el oficio investigador para ser reconocida en un ambiente hostil por ser mujer tratando de introducirse en un mundo controlado por los hombres, periodistas y policías, mudos ante un escenario infectado de corrupción, injusticia tiránica, de prejuicios y supercherías religiosas. Como ven poco nuevo bajo el sol.

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