26 noviembre 2013

La calle es suya, otra vez

http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2013/11/26/calle-vez/786918.html

Estos días coinciden muchas fechas y recuerdos. Es el segundo aniversario del gobierno Rajoy, hace 39 años que se fue físicamente Franco, seis años sin Fernán Gómez y que no les siente mal el mezcladillo, porque si el genio siguiese entre nosotros lo mandaría todo a la mierda otra vez y, quizá, por más razones.
Estos dos años le han dado para mucho, -quiero decir para dar mucho a sus protegidos y amiguetes- y no creo que nadie se atreva a ponerlo en duda, todos comprobamos que no queda títere con cabeza; el ejemplo de la inspectora de Hacienda que osa poner en duda la contribución que una multinacional del cemento ha de aportar al fisco español es un esperpento, la funcionaria dura menos que un suspiro y sus colegas detrás, ¿qué broma es esta? Con esto no se juega.
Si algún juez de los que investigan infantas y consortes se pone tonto, se cambia y a otra cosa; si los policías que investigan la Gürtel averiguan más de la cuenta se van a la Gran Vía a poner multas. Pero no me digan que lo más chusco de esta temporada no es la escenita montada por el juez que cita a Camps como testigo y que la policía no logra encontrarlo hasta pasados cuatro días que tiene que ir a votar al parlamento valenciano y no pasa nada, ni al juez, ni a los policías ni a Camps que estaba harto de ver en la televisión que lo buscaba hasta el Mosad, lástima de Berlanga.
Una vez controlados, mejor dicho desactivados, los convenios colectivos y activadas las reformas rasuradoras de derechos sociales solo queda ir a por el derecho al pataleo. Dos cartas le quedan a Rajoy por jugar de forma inmediata, si no se le pone coto a su avaricia.
La primera es la amenaza de la ley de huelga, después de una buena campaña de desprestigio mediático de los sindicatos, y comprobado que no van a desaparecer por arte de magia ni a pesar de sus propios errores, las mentes pensantes del poder recuerdan que son el único interlocutor válido para solucionar conflictos antes que la gasolina llegue al fuego. Repasen, por ejemplo, la huelga de limpieza y jardines de Madrid, ni fue extremadamente larga, ni violenta, pese a los infundios mediáticos y la alarma social creada por una alcaldesa incompetente disfrazada de dama del ropero de caridad en todos sus actos, con perdón. La huelga se resuelve como todas, con unidad de los agredidos por la amenaza de despido y rebaja abusiva del salario presionando para que en el otro lado de la mesa aflojen sus posturas y se llegue a un acuerdo más o menos válido para las dos partes; por cierto que no se vieron mareas ni camisetas de colores, parece que los nuevos movimientos no están muy duchos en solucionar problemas laborales. No hace falta más legislación, si quieren hablar de servicios mínimos, ha de hacerse, pero sin amenazas de la troika contra los subsidios de los parados ni otras ocurrencias. Mientras tanto, solo tendremos servicios mínimos abusivos, sin acuerdo y anulados a toro pasado por los tribunales de justicia.
La siguiente amenaza viene de ese digno heredero del Fraga más genuino que tenemos en Interior, llevamos 40 años manifestándonos legal y pacíficamente, sin caer en provocaciones de reventadores ni de policías y este señor parece querer resucitar jornadas de luto en las que el aire de los pulmones manifestantes era el objetivo del orden público. Los jueces le dieron una lección a Corcuera, esperemos que este ministro no tenga que repetir curso por suspender las reválidas de Wert. La calle ha de seguir siendo de todos

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