01 febrero 2012

La discusión de las ideas, con estos, es del género inútil

 El jueves pasado el Vaticano se vio envuelto en un nuevo escándalo, el que fuera su vicegobernador, el arzobispo Vigano, vio como se hicieron públicas sus cartas del pasado año en las que denunciaba múltiples casos de corrupción, nepotismo y trapicheos económicos a la hora de adjudicar contratos públicos; en fin, nada que nos debiese llamar la atención si no fuese porque es constatable que el monseñor dice haber informado a todos sus superiores, hasta al más alto. 

No sé de qué podríamos asombrarnos, ahora resulta que Camps es declarado no culpable porque nadie puede demostrar que los agasajos que se le hicieron lo fueron en función y con conciencia de que era el todopoderoso presidente valenciano. Suena el run run de que aspira a ser el embajador en la sede vaticana, en el puesto ocupado antes por nuestro paisano. ¿Lo ven factible? Seguro que tanto como que a Garzón se lo cepillan, fijo. 

Mientras tanto nos mantienen entretenidos haciendo la porra sobre lo que pasará con los sueldos de los que aún los tenemos, que le meten mano está seguro, pero aún no sabemos cuánto ni por dónde. 

Nuestros gobernantes autonómicos no dejan de sorprendernos con sus ocurrencias; pero no dudemos de que forman parte de un plan perfectamente organizado por alguno de los sectores del PP que gobiernan los asuntos educativos. 

Es obvio que los recortes son generalizados y ya nadie parece asombrarse de lo que le pueda caer del cielo. Entre las nuevas disculpas que tiene que pedir el presidente Rajoy desde el gobierno central está el hecho de haber ninguneado al propio sistema educativo a la hora de cerrar sus nombramientos en el ME relegándolo a un asunto residual en la cosa pública. Hasta el propio presidente Feijóo ha sumergido las desgracias de la gestión cultural en la vorágine de los recortes educativos. Pues eso, siguen los recortes, siguen sin convocar oferta de empleo docente, siguen escatimando sustituciones de todo el personal y amenazando con no pagar el tiempo de baja, es más, estos días se apuran a privatizar escuelas infantiles del Consorcio. Las universidades ya no saben cómo respirar con sus presupuestos agobiantes. En un afán de deslucir lo público y de procurar que la ciudadanía se desespere y lo evite, intentan que los empleados públicos se enfurezcan más y hagan dejación de sus funciones. Están fracasando. Las protestas por causas puntuales en todos los servicios públicos están siendo continuas, la ciudadanía no calla y observa que sus gobernantes las ignoran. 

Pero es todo más o menos imposible, los sindicatos pueden mantener las posturas más o menos responsables, para salvar los muebles, para que el mal menor de un mordisco se imponga frente a la boca de la piraña y el tiburón que se lo llevan todo de un golpe. La verdad es que frente a ese mundo triunfante es del género tonto ponerse a discutir, es otro mundo, es el desencuentro de las ideas, de las ideas con mayúscula, no del 0,5% del salario, sino de qué clase de sociedad quieren o queremos. Queda el pataleo o quedarse en casa.

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