24 noviembre 2009

Galicia, centro de decisión ¿para decidir qué?

Yo no sé dónde estuvo el centro de decisión para que el atunero del Índico pueda volver a faenar ¿usted sí? ¿Londres, Nairobi, Madrid, Bermeo, Vigo...? La verdad es que a estas alturas del culebrón, me importa poco. Pero el caso es que estamos inundados de opiniones que no hacen más que reclamar que no sé qué centros de decisión se queden en Galicia; se están refiriendo a un supuesto poder financiero, a las cajas de ahorro; no es poder económico, es poder político. Hasta últimamente el gurú de los magnates, el adalid de la libertad de comunicación en Galicia, semeja una suerte de nacionalista de andar por casa que pontifica con máximas propias del populismo, del de siempre, del que se cree por encima del bien y del mal. Yo no sé cuál es su experiencia con bancos y cajas, pero si se parece en algo a la mía, será que vieron a sus más próximos acogotados con el pago de los préstamos concedidos por la caja de la esquina al tipo de interés más alto del mercado y sin posibilidad de negociación y donde digo caja, digo banco, que tanto monta. Seguro que en un momento determinado, en el de la hipoteca, procuraron tantear una especie de negociación con la caja de turno a la hora de comprar dinero, les siguieron un poco la corriente, pero al final fueron extorsionados con mayor o menor delicadeza. Les dejaron algo de dignidad para farolear en la tertulia del bar, pero le exprimieron hasta la última gota. Todo con mucho centro de decisión en el país ¡faltaría más! Y que no me vengan con la obra social, es todo pura parafernalia de evasión fiscal y de directivos que engordan por la vía del accionariado en los bancos o por la vía de los dividendos de las empresas participadas y financiadas con sus depósitos, señor gallego. Hay que ver cómo se les llena la boca al hablar del país, como si existiera; ni aquí ni en Madrid hay ningún centro de decisión que no sea por delegación y con poderes más que limitados. Hay que dejarse de historias: o hay globalización o no la hay, las cajas o bancos supuestamente gallegos andan buscando caladeros, como los del atún, por los cuatro puntos cardinales, su misión es garantizar los depósitos de sus cuentacorrentistas y si para eso hace falta invertir en ladrillo en Túnez, se invierte. Desengáñense, no hay bancos o cajas del país, el nombre no confiere existencia, no es más gallega una caja por su nombre o no es menos catalana otra por expandirse hasta ser la primera o qué me dicen de la pelea por el control de la madrileña ¿hay algo de geografía? Lo que se está jugando es el papel de sus dirigentes en la política del país, eso sí, ahí sí que aprieta el calcetín, no es lo mismo que el político nombre al banquero que el banquero nombre al político; pero, que no le engañen, a usted la hipoteca le costará lo mismo, que su voto no se vea condicionado por realidades virtuales de un país. Sí, realidades que anuncian que dentro de diez años sólo cuatro de cada diez gallegos estarán en edad de trabajar, réstenles incapacitados voluntarios o forzosos y se encontrarán que viven en un parque temático, con mucho centro de decisión; pero sin nada sobre lo que decidir.

1 comentario:

jogonzaglez dijo...

Gracias por poner las cosas claras en un chocolate que nos venden por espeso pero que está tan licuado. Vendrán los peces grandes y se comerán a estos enanos que se enzarzan entre el norte y sur para despistar al personal. Todo esto, cada vez, me resulta más aburrido. Al menos, nos quedan personas que nos gratifican con sus opiniones.
Un abrazo.
José Luis González