05 noviembre 2009

Gabilondo ¿camina o revienta?

La semana pasada el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, sorprendió a la audiencia en los maitines informativos con lo que algunos calificaron como ¡otra ocurrencia! Hablaba el ministro de la posibilidad de ampliar la escolarización obligatoria a los 18 años, como otros países europeos -Portugal entre ellos-; los primeros comentaristas de su propuesta, hecha sin voluntad de inmediatez, son absolutamente ignorantes de que este debate ya es por lo menos tan viejo como el de la LOE, ley que nació coja de presupuestos, como todas. Entonces ya se discutió la posibilidad de esta ampliación, como también se debatió la posibilidad de hacer obligatorio el ciclo de 3 a 6 años, ya prácticamente universalizado. A partir de la supuesta ocurrencia comienzan las especulaciones sobre qué es lo que propone el ministro; como las explicaciones han sido más bien parcas, especulemos un poco con las posibilidades. ¿Cuántos y qué alumnos no están escolarizados hasta los 18 años? La respuesta requiere una pregunta más matizada, porque la madre del cordero está en el adverbio que falta: BIEN, es decir, el problema es si están bien o mal escolarizados. Un alumno normalmente termina a los 17 años su bachillerato con unas expectativas más o menos claras puestas en una titulación universitaria o en un ciclo formativo, las cosas le saldrán según su esfuerzo, sus habilidades, los recursos familiares, las becas o los profesores desaprensivos que se haya encontrado en su camino. Convengamos que aquí entra la mitad de la población escolar sujeta a debate, sabemos también que un porcentaje menor fracasa en la ESO, a los 16 y a trancas y barrancas, con Programas de Diversificación Curricular alcanza la titulación para entrar en un Ciclo de grado medio de FP. Seguramente no el de sus deseos, seguramente no el que tenga salida profesional en su entorno inmediato, pero está escolarizado ¿De quién hablamos entonces? Podemos estar hablando de la posibilidad de volver al bachillerato de tres años, que los profesores del pasado BUP añoran y los de la universidad echan en falta. También podemos hablar de la posibilidad de hacer el bachillerato en 2 ó 3 años, sin fomentar el fracaso voluntario y favoreciendo el esfuerzo de quien no alcance el rendimiento medio. Pero seguramente estamos hablando del fracaso de verdad del que fracasa en secundaria, del que ya no supera la primaria porque no ha tenido los apoyos suficientes. Pero claro, no faltará quien ya esté en estos momentos clamando por la limpieza de supuestos indeseables, de gandules redomados, de discapacitados, retrasados escolares, de inmigrantes, de las aulas de la secundaria y que allí sólo queden JBSP, es decir, jóvenes blancos sobradamente preparados. Las administraciones han de poner todos los medios para que a los 18 años el mayor porcentaje de la población haya superado la secundaria y tenga las herramientas y la oferta necesaria para encauzar su futuro laboral. La teoría ya está inventada, no hay que modificar leyes, hay que hacer realidad el apoyo a la diversidad, con los medios necesarios, hay que potenciar los PCPI, para formar alumnado capaz de terminar con éxito la FP y que no se conviertan en almacenes de fracasados del sistema. El ministro Gabilondo camina, al parecer, por esa senda, puede ser que reviente solo o que las comunidades autónomas, que son las que mandan, le revienten las propuestas. Si logra alcanzar el Pacto por la Educación será buena señal.

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