31 enero 2009

Miopía en la mundialización

A estas alturas de la crisis cualquier miope sabe que el efecto frontera empieza a funcionar. No fue raro antes, los empleados de las fábricas de coches de marca francesa o japonesa lo vieron bien en la crisis de 1993 y anteriores. El ministro Sebastián emula a sus correspondientes franceses y demás llamando al consumo made in spain. Entre nosotros, y ahora que no nos oye, no sé cuántos de ustedes pueden escoger entre los Pirineos y los Alpes a la hora de ir a esquiar, suponiendo que sepan, que ya lo dudo. Ahora, en serio, me parecen de poca utilidad esos consejos para gastar los 150 euros en mercancía del país, en esa tendencia a la autarquía que parece proclamar y estoy convencido de que el ministro no es tan simple, por lo tanto ¿para qué este populismo aldeano? El europeo, el norteamericano, el del primer mundo -por lo ahora- ha de procurar gastar su renta de la forma óptima a sus posibilidades de consumo de calidad, a sus intereses y necesidades, independientemente de las etiquetas controladas por los servicios de consumo y que éstas digan que el producto está fabricado en Asia o en América del Sur. No sería mala idea que comprobase que su fabricación no se apoya en la explotación infantil, ni en el mercado negro y que su precio se adecua al comercio justo? pero no debe dejarse seducir por esos cantos de sirena que aparentemente fomentan el empleo nacional basado en el consumo nacional, cuando la mayor parte de las ocasiones el primer mundo fabrica bienes de consumo de calidad y distribución mundial. Argumentos como los de Sebastián le dan pie a nuestros?, no sé, a los nuestros -ustedes ya saben- a decir cosas similares y, lo que es peor, argumentos que se los creen, del tipo de que hay que consumir lo del país, de la tierra, o noso, ¡cuánto les gustan los posesivos a los nacionalistas! Claro que siempre hay algo peor, cuando chocan los localismos y menos mal que en Galicia sólo queda -supongo que por poco tiempo- una fábrica de coches; que si hubiese dos ya la teníamos liada, como en el fútbol. Es una pena esto del minifundio potenciado desde el poder. Para muestra no tenemos más que mirar los botones que nos van ofreciendo como aperitivo en la campaña electoral de las autonómicas. Los dos posibles ganadores inician con la presentación de productos cutres en los medios y para el electorado ya convencido. El otro, el que no tiene nada que perder, el nacionalista, y sí mucho que epatar, se suelta el pelo con una promo yoísta y nacional-aldeana con la que la crítica está siendo muy compasiva. Se alaba su originalidad y su factura profesional y audaz; pero se deja de lado el análisis de su mensaje con las dosis de demagogia habituales y esperables en el que el victimismo y el llamamiento al autoconsumo son el hilo conductor del mensaje al electorado de una fuerza política que ha tenido las responsabilidades de gobierno en los últimos años y, en vez de rendir cuentas, dispara con pólvora del rey contra todo lo que se mueve

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