13 enero 2009

De fotos y trajes

Recuerdo bien quién me dijo hace tiempo aquello de que si en Ginebra encuentras un papel tirado en la calle, seguro que es un billete de veinte francos suizos. Esa es la moral de las buenas formas, de los buenos ciudadanos que disimulan con un comportamiento externo impecable, cumpliendo todas y cada una de las normas sociales de las que se dotan, aunque la procesión vaya por dentro y, si hay que hacer botellón, se hace, pero en casa. Traigo esto a comentario por lo que les pudo haber sorprendido a algunos el recibimiento a Obama por parte de los anteriores presidentes de los Estados Unidos; los de cultura apostólico-romana puede ser que vean la escena de la foto en la que aparecen los Bush, Clinton, Carter y el nuevo como un gesto de hipocresía y no es para tanto. Primero porque las diferencias ideológicas entre unos y otros son tan escasas y ligeras que cada uno de ellos las lleva en el monedero sin que el peso le suponga ningún esfuerzo, ni desgaste físico ni político; las señales de humo que posiblemente envíe dentro de unos días el electo dirigidas a Guantánamo, Irak o Gaza serán seguramente poco relevantes y muy mediáticas. En segundo lugar, porque es lo que sus vecinos esperan ver, que el sistema funciona, el cambiar algo para que nada cambie, la estabilidad y la reafirmación de que estos son los míos. Ahí es donde me choca Aznar y su nacional-catolicismo; no lo puede remediar y suelta en Vanity Fair lo de que tener a un negro en la Casa Blanca es algo exótico. ¡Claro que es algo raro, inaudito y exótico! Para una persona de orden como él, un orden que poco menos que mandar que los chinos hayan de estar en Asia y los negros en África?, todo bien ordenado, cada cosa en su sitio. Pero como todos los de su clan siguen manteniendo la máxima de que la mano izquierda no se entere de lo que hace la mano derecha y, si el buen gobierno precisa esclavizar a algún exótico, no tiene que haber problema alguno. De estos das una patada y salen legión y para muestra fíjense en el sarao ese que montan los militares que nunca sé si es para felicitar al Rey por su cumpleaños o por otra razón clásica o histórica que coincide con su celebración. Pues bien, no es raro que cada cierto tiempo un uniformado de relumbrón y con el riñón bien cubierto suelte la lengua a paseo y se despache a gusto con cuatro frescas al presidente o ministro de turno, para ello se tomaron las medidas oportunas y a las copichuelas ya no están invitados los periodistas; una vez matados los mensajeros, sólo quedan las miserias que esparcirán los hipócritas de turno y este año todas las rifas las tenía la ministra Chacón; como no se puede decir nada de ella por su labor al frente del ministerio, como no se puede decir que es algo exótico tener a una mujer al frente del ministerio, pese a que a muchísimos les encantaría, pues se meten con su vestimenta, cual porteras de vecindario rancio y castizo. Dicen que hay depresión económica, dicen también que hay riesgo de que, para muchos afectados, esta depresión económica pueda traer depresión psíquica como efecto colateral; pero la verdad es que el que no se deprima al leer el periódico tiene una salud de hierro. www.lafelizgobernacion.blogspot.com

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