27 febrero 2007

Mal gallego el que no bote

Dejemos para más adelante el estudio detallado del recién consensuado Decreto da Ensinanza en galego alumbrado después de cinco reuniones, nada más y nada menos, en las que los tres grupos parlamentarios y la Consellería de Educación analizaron, estudiaron, reflexionaron y decidieron sobre la lengua en la que los estudiantes gallegos habrían de empaparse de ADN, Revolución Francesa, hidrocarburos y racionalismo cartesiano; después de ese esfuerzo llegaron a la sesuda conclusión de que fuese cual fuese su deseo, el de su padres y el del perrito que les ladre, todo, todo eso han de hacerlo en gallego, quieran o no.

Ante tamaño esfuerzo de galleguismo triunfante la mismísima mesa camilla de Ramón Piñeiro temblaría de satisfacción.

Temblar no tiemblan, aplauden a rabiar los benefactores del la humanidad de la Mesa-Taburete de la Normalización y hasta el mismísimo colega diputado nacionalista en Cortes, que no ceja en sus esfuerzos laudatorios a la Conselleira de Educación. Yo no sé lo que ella piensa, pero haciendo el esfuerzo de ponerme en sus zapatos sospecho que estas alabanzas coligen que algo está haciendo mal.

Los acordantes hablan de consenso, entre ellos, difunden el ensimismamiento entre sus cúpulas tremendamente alejadas de la realidad: unos consensúan porque si quedasen fuera les llamarían nacionalistas españoles de derechas, otros lo hacen porque les llamarían nacionalistas españoles de izquierdas y los otros consensúan porque les llamarían nacionalistas gallegos intransigentes. Para unos es el tope, para otros es el punto de partida. En resumen, creo que nadie que se mueva en el mundo de la izquierda puede avalar que se imponga una lengua de escolarización, ni para que se salve ni para que deje de salvarse.(...)

No hay comentarios: