10 diciembre 2014

Civilización y barbarie

http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2014/12/09/civilizacion-barbarie/907192.html

Cuando a muchos les preguntan si son pacifistas o son no violentos les entra una duda existencial, a la mayoría se les viene la idea de que no son violentos porque no se han dado de bofetadas con nadie en los últimos 30 o 40 años; al mismo tiempo responden que por supuesto son pacifistas porque no quieren la guerra.
Ante esas respuestas instintivas, si seguimos preguntando, obtendremos respuestas que constatarán que los encuestados sí practicaron la violencia verbal, gestual, ideológica? y si les preguntamos si precisan de alguien que prevenga, por ejemplo, el terrorismo usando la inteligencia, no dudarán en afirmar que no tienen ninguna objeción.
Descendamos algún nivel de concreción, podríamos indagar si los que reconocen haber ejercido algún tipo de violencia verbal o psicológica han vivido o conviven en un ambiente en el que la violencia es norma de conducta, en la escuela, en la pareja, en el trabajo? la respuesta es obvia; pero no son conscientes de que esa violencia la ejercen por frustraciones que no pueden combatir o ante las que no se quieren enfrentar, el paro, el ambiente de trabajo, la familia?
Los días pasados falleció un aficionado al ¿fútbol?, una policía nacional a manos de un atracador, hubo varios casos de asesinatos machistas?; pero lo que acapara la atención informativa es el asesinato del Manzanares. A partir de entonces los sastres no son capaces de remendar tantas vestiduras rasgadas, un trágico suceso se ha convertido en el mayor problema nacional. Tremenda hipocresía de dirigentes deportivos y de aficionados doloridos que no actúan de la misma forma ante cualquier caso de muerte violenta. Parece mentira, pero da la impresión de que el duelo y las controversias sobre las responsabilidades ocupan tanto a la masa que no busca otro entretenimiento, sino el asistir al propio espectáculo a desahogarse.
Ya el poeta Juvenal, en la Roma clásica advertía de que "El pueblo, del que en otro tiempo dependían el gobierno, la justicia, todo, ahora se desentiende y solo desea con ansia dos cosas: pan y circo". Incluso cuentan que Calígula, harto del ruido que le mantenía insomne, ordenó una carga de la guardia imperial para disolver el gentío que aguardaba la entrada al espectáculo.
Bien fuera tomado como rito o como diversión, ya fueran competiciones de carros, combates de esclavos, enfrentamientos con fieras? de forma que llegó a mezclarse lo lúdico y lo glorioso. Es decir, un significado sagrado frente a un significado mundano, gloria eterna frente a gloria terrena. El público estaba acostumbrado a ver peleas emocionantes, no todo estaba permitido, había árbitros que regulaban la refriega. Los patricios estaban contentos con el espectáculo y la masa, entretenida.
Sin duda, las mentes preclaras que nos gobiernan darán con la tecla para comprobar cómo otros deportes y espectáculos no despiertan la violencia que ven a diario los que asisten a descargar adrenalina y forzar la laringe, tienen pan y circo; pero los que no tienen pan, ya no tienen ni circo.

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