La verdad es que parece que el clima de contraste está afectando a las neuronas, no me refiero al clima político, sino al soleado oeste y a la gota fría y los chaparrones del este de la Península. Un inciso, me quedo con esta denominación geográfica, pues usar cualquier otro sustantivo seguro que ofende a tribus y etnias de todo color y lo de Península aún no está puesto en cuestión, que todo se andará.
Es evidente que, después de no haber tenido casi vacaciones veraniegas, unos porque les insulta el cajero automático al pedir efectivo y otros porque la cantidad de efectivo a justificar les quita el sueño, se han sumido en el despropósito verbal, callejero e, incluso, terrorista; dicho todo sin ánimo de ofender a todos, pues las provocaciones, delitos y sanciones han de ser proporcionadas a las responsabilidades de los actores.
Por ejemplo al actor Wert le ha salido lo bruto al exterior y justifica su sueldo con varias perlas salvajes, bravas y picantes. Ha dicho, aa propósito de las goteras en el Congreso, que a la prensa le llueve en el tejado, vamos, que le importa un bledo lo se diga y escriba sobre sus actuaciones, porque salen de cerebros inundados por aguas contaminadas. ¡Ay cuánto le debe este señor a las cámaras y a la tinta que gastamos en su nombre! Pero esta bravuconada no sería nada sino viniese acompañada por sus reflexiones sobre las becas de matrícula en la universidad (recuerden que el límite para los que no superen el umbral de renta no es aprobar con un 5, sino con 5,5). Este buen hombre, experto en estadísticas, sitúa -él, a ojo y sin datos- la cifra de afectados en 10.000, es decir, esa cantidad de chicos y chicas se quedarán al margen de los estudios superiores por 0,5 puntos que pueden ser debidos a una enfermedad durante el curso que haya mermado la media, puede ser que un mal día en la selectividad haya frustrado una buena nota merecida o porque problemas personales o familiares de cualquier adolescente les haya podido hacer caer en un mínimo bache.
Pero no es solo eso, el ministro quiere provocar, quiere desgaste, sabe que la protesta de los afectados desgasta a los afectados, sabe que él está amortizado y solo cumple sus últimos servicios al neoliberalismo y a la privatización. Al tiempo que se despacha a gusto con sus gobernados (padres, profesores y alumnos, la sociedad en su conjunto) se ríe de sus protestas, insinuando que son fiestas infantiles de cumpleaños si se comparan con las que podemos ver en varios países sudamericanos en los que adquieren apariencia más violenta. Seguramente él preferiría que los padres de la escuela pública dinamitasen comedores, los alumnos secuestrasen a los decanos y los profesores se negasen a firmar las actas de las notas o quemasen los exámenes en la plaza pública. Pero nada de eso va a ocurrir desde el lado de la razón, la comunidad educativa está usando el derecho europeo para buscar amparo legislativo contra sus desmanes, recogerá firmas manifestando el desacuerdo contra sus privatizaciones, parará la actividad el 24 de octubre y programará marchas pacíficas con carteles y pegatinas.
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