05 marzo 2013

La carne de caballo y la Academia

http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2013/03/05/carne-caballo-academia/698666.html


La expendeduría de carne de caballo me acompañó desde que aprendí a leer, hacía esquina frente a mi casa, tenía una cabeza de caballo pintada en la fachada y gracias a ella aprendí pronto el significado del verbo expender. Recuerdo haber preguntado a mi madre qué vendían allí, ella no entraba nunca a comprar -la verdad es que veía entrar allí a muy poca gente del barrio- y la respuesta era siempre algo así como que a nosotros no nos gustaba la carne de caballo; no sé por qué, tampoco me gustaban las judías. Después asocié aquella especie de monopolio con los estancos y su exclusiva, después con los combustibles, después con?, después ya me di cuenta del país en el que vivía, de quiénes tenían la sartén por el mango y que hacérselo soltar no era cosa de uno ni de dos, ni de un cuarto de hora.
Como imaginarán, todo esto viene a mi memoria por las famosas trazas de proteína equina en diferentes productos elaborados con compuestos cárnicos, ya sé que alguien me estará diciendo que les está bien por comprar productos precocinados, si supieran lo que compran y comen no habría peligro; pero nos piden que seamos dóciles e indulgentes, que el control sanitario es estricto, que no es la colza, no hay más problema que el fraude en etiquetado; pues, si hay fraude, habrá que meter un puro.
Recuerdo también que, poco más que mozalbete, empecé a ir a las asambleas de enseñantes que se celebraban algunos sábados por la mañana en Compostela. Allí vi por vez primera a Ferrín -y a algún coronel aparentemente retirado- vociferar (entiéndase que no había megafonía) sobre cosas que servidor comprendió con el tiempo y no con su didáctica, la de ellos.
Sí comprendí que aquello del nacionalismo no me gustaba, que yo era bobo, progre,?lo que quiera que pudiese ser a mi edad, allí. Recuerdo que sí había leído Retorno a Tagen Ata y su mezcla de exilio, dictadura, galleguismo y metáforas, duras metáforas. Después, ya fue la vida, las relaciones, y alguna cala en su obra, lo que me obligó a aislar al escritor del personaje. Ya sé que esto no está bien y menos en alguien que lee por oficio y por placer, pero me lo hizo más llevadero.
El pasmo vino en plena efervescencia del conflicto político-lingüístico-editorial en Galicia y aparecía él como presidente de la RAG recurriendo el decreto de Feijóo en nombre de la institución. Si en aquel momento valoré tal bronca como un órdago del presidente autonómico y una lucha intestina entre comerciales, hoy, a la vista de la campaña contra los dirigentes de la Academia, me reafirmo en lo dicho, aunque haya nuevas interferencias políticas desde las últimas elecciones.
Es cierto que contratar familiares es feo. No sé si esta directiva tiene mandato legal para contratar eventuales de otra forma. Habrá un problema ético, según los señalados no hay lugar para hablar de malversación ni, por lo que veo, falta de transparencia y se justifican en función de la eficacia para sus encargos.
A mí me gustaría que los mejores expedientes de graduados en su especialidad fuesen llamados para la Academia, pero en este país parece que no.
A fin de cuentas también nos quieren decir que es un problema administrativo, que no hay dolo, como en el caso de la carne, solo un problema de etiquetas. ¿No sería mejor que las dos editoriales buscasen otro campo de batalla?

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