18 abril 2012

Defraudador


El pasado ejercicio fiscal cometí la ignominia de presentar mi borrador sin modificar un apunte que significaba unos 200 euros de devolución injusta de mis retenciones, todas debidas al trabajo personal y ninguna debida a rendimientos de sociedades, acciones, plazos fijos, retribuciones en especie o promesas de futuros rendimientos del capital fuera de las cuotas de mercado, eso que está de moda ahora. Quiérese decir, ahora públicamente, que de mi nómina se pudo suponer que quise defraudar los 200 euros de marras. Como mi intención no era esa, en cuanto me advierten de que ese apunte es irregular, les conmino que, a mandar, que lo corrijan y retiren, que lo pongan en orden y me devuelvan lo que me corresponda. Así lo hace la Agencia Tributaria, ya en 2012, me liquida la devolución descontando lo debido.

Un par de meses después se reabre el suceso y se me comunica una sanción de 150 euros por haberme retrasado en la presentación de los documentos, hecho absolutamente falso, puesto que admitido el error, el resto de los pasos fueron dados milimétricamente a sus órdenes.

Calculo a ojo que el salario de un par de funcionarios de la Agencia, uno investigador y otro sancionador, más el porcentaje del mantenimiento informático, más los gastos postales, certificados, acuses de recibo, durante mi inspección suman mayores cantidades que las obtenidas gracias a mi detallada, y obligada, observación, pero ¿estamos optimizando recursos humanos y materiales? Pagué los 150 euros de sanción con cara de gilipollas al tiempo que el ministro de las orejas de soplillo nos anunciaba que ÉL lava más blanco y desinfecta mejor. Aquí me detendré en estos dos conceptos.

Lavar dinero, blanquearlo a cambio del 10%. Puede ser que un paisano que guarda billetes de 500 euros en la viga de su casa y son fruto de la venta de unos terneros, tenga que meterlos en el banco; puede ser que arrendadores de pisos de estudiantes tengan que empezar a cotizar por las exiguas rentas que ya cobran; puede ser que el que se cree ejecutivo de medio pelo esté cobrando un tercio de su salario en B, antes de que se lo cepillen con la reforma laboral y se dé cuenta de que las cotizaciones a la SS son ridículas... Podríamos seguir, pero tenemos que concluir y aceptar que todas estas acciones por parte del Gobierno son un fraude a la sociedad.

Pero vamos con el segundo concepto, la desinfección. A veces no llega con el blanqueo de la ropa y hay que usar la lejía. Pues con el dinero pasa lo mismo, hay dinero infectado, y ahora resulta que el Gobierno va a garantizar el ingreso en las redes legales bajo el secreto de confesión sí, los fondos desinfectados cotizan otro 10%, pero es que se trata de dólares del narcotráfico, de la trata de personas, del juego ilegal...libere su imaginación y su experiencia, la mía es muy raquítica.

No paso por ahí, el Gobierno está promoviendo el delito y, como si delito y pecado fuesen lo mismo, propone que se deposite el óbolo en la boeta, en el cepillo de hacienda y, pelillos a la mar.


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