03 enero 2012

No hay ministro de Educación ni se le espera, pero los problemas siguen (y II)

Sobrevolábamos el martes pasado algunos de los problemas con los que tendrá que lidiar el nuevo equipo educativo del Gobierno y concluíamos que abandono prematuro y flexibilidad eran asignaturas pendientes. A día de hoy sabemos que un tal Sr. Benzo se hace cargo de una subsecretaría o similar que se ocupará de la Educación, la FP y las universidades con un currículo que lo sitúa ampliamente versado en temas de Interior, Justicia e Instituciones Penitenciarias. A estas horas no sé si saldrá una corrección de errores en el BOE o si, en realidad, el presidente Rajoy ha sopesado la importancia que tendrá el Gobierno de la nación en la ordenación del sistema educativo y ha llegado a la conclusión de que lo que hagan sus conselleiros, bien hecho estará. Bien es posible que la falta del consenso entre ellos fuese determinante y que los desencuentros se resuelvan gracias a lo pactado con Rouco, Aguirre y las patronales de la escuela privada, que será el currículum oculto que guiará la política educativa del presente Gobierno, por eso al frente del negociado solo queda poner un gestor, testaferro, ejecutor de lo que le manden. Prometo matizar o desdecirme de las maldades inferidas desde este folio. 

Mientras tanto continuaremos recordando que es tarea pendiente que las administraciones fomenten la experimentación de los equipos directivos siempre coaccionados por los dueños de las empresas de transporte escolar. Los adolescentes tienen mucho tiempo a ocupar en esa carrera de obstáculos para llegar a la selectividad en el que se queda el 40% de la población. Los no tan jóvenes vuelven y merecen mejor tratamiento por parte de los poderes públicos. No nos olvidemos que se aprende durante toda la vida, pero de distinta forma. 

Un par de pinceladas ya sobre el tiempo de ocio. Evidentemente nadie con sano juicio es partidario de que las actividades sustituyan la vida familiar, la solución ha de de venir contemplada en los convenios colectivos, planes de igualdad.... que faciliten la conciliación. Por lo tanto hemos de evitar que ese tiempo extraescolar se transforme en escolar. Nuestro conselleiro parece a veces un fervoroso nostálgico de las viejas permanencias y de las permanentes pasantías. El refuerzo educativo ha de hacerse en tiempo escolar y con profesionales ad hoc, no en el tiempo de ocio. 

Hay que rechazar la guardería en manos de aficionados cutres o de elite y reivindicar empresas, cooperativas... profesionalizadas en la ordenación del tiempo de ocio, no tanto para que el chaval de 10 años se aficione al baloncesto o al ajedrez, sino que para que cuando tenga 15 siga siendo aficionado y sepa autoadministrar su tiempo libre sin depender de botellones o adiciones electrónicas. 

Lamentablemente hoy hay que seguir repitiendo que la escuela como institución no es ente al margen de la formación social a la que sirve. Es evidente, por otro lado, que sociedades más evolucionadas, y con sistemas educativos con excelentes resultados en los informes institucionales, alcanzan niveles objetivos relativamente mejores, pero no logran la integración ideal ni evitan males mayores producidos por la insolidaridad y el aislamiento. Por lo tanto, asentiremos con que en la medida que se incrementen y especialicen los medios materiales y humanos, tendremos una escuela más integradora que seguramente será reflejo de una sociedad más justa. Desgraciadamente los tiros parece que van por reducir la esuela a instrucción para fabricar la mano de obra especializada que se necesite en cada momento. 

Pero vamos a terminar con cierto optimismo utópico, pensemos en una escuela que tenga autonomía para desarrollar su proyecto contando con equipos estables para entre otras cosas proponer a la comunidad escolar el tratamiento idóneo de los tiempos de acuerdo con el medio, pensemos que ese proyecto va a ser evaluado, que se comprobaría su eficacia y se repararán los errores. 

Claro que esta escuela tendría que estar enmarcada en un ambiente en el que las estabilidades laborales y económicas de las familias, fuesen razonablemente normales, que el resto de los servicios sociales que interactúan con el escolar garantizasen sus objetivos sanitarios, socioculturales... En resumen, avanzando todos en la misma dirección y a buen paso. 

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