22 noviembre 2011

Las otras elecciones, ahora la udc


Apenas recuperados de la resaca unos y del naufragio otros, la Universidad de A Coruña se apresta a elegir a su rector el próximo primero de diciembre. Pero a diferencia de las pasadas elecciones en que todo se juega a una única vuelta, la pluralidad de candidatos -nada menos que cinco- que aspiran a regir los destinos de la UDC hace presagiar que esta será una primera vuelta en la que se elegirán los dos contendientes que habrán de competir en una segunda y definitiva. Corren tiempos poco propicios y tal vez más, después del vendaval del 20N, para abrigar la ambición de gobernar una universidad joven con severos problemas de reconocimiento e identidad, con recursos escasos y decrecientes y con el quijotesco reto de aspirar a los objetivos de la declaración de Bolonia, frente a los gigantescos molinos de viento que amenazan con disfrazarlos cuando no pervertirlos. Este humilde observador asiste maravillado a tan loable y generosa entrega a la cosa pública en momento tan propicio para la abnegación como difícil para la euforia. Sorprende agradablemente no solo lo civilizado de los contendientes, que al menos hasta el momento se han mostrado pulcros en extremo, sino su loable esfuerzo por no diferenciarse en exceso, conscientes de que solo se puede llegar a la segunda vuelta empezando en la primera a pescar en caladeros ajenos. Se produce aquí una curiosa fenomenología y es que, a falta de identificación formal con las ideologías políticas al uso, cada quien presume de que tal o cual personalidad le apoya, para que se le identifique con las posiciones que aquella supuestamente representa y por el contrario se sugieren rumores sobre el apoyo a otros contendientes por parte de terceros, con el fin de que se les identifique negativamente con ellos. Para quienes tienen el derecho y la responsabilidad de votar, las cosas se complican bastante. Todos están por la universidad pública -faltaría más- y por la financiación adecuada y suficiente. Todos quieren convertirla en centro de excelencia al servicio de los intereses patrios y todos apuestan por los mejores equipos de gestión, declarados o no; pero al observador pausado le surgen algunas dudas. ¿Cómo va a resolverse la necesidad creciente de recursos, cuando la tendencia a los recortes se tornará incontestable? ¿Cómo se podría alcanzar la excelencia tan vinculada a la innovación y a la investigación, cuando es en ese concepto donde más escandalosos han sido y según parece van a ser los ya tristemente famosos recortes? ¿Qué decir de los objetivos de Bolonia? Ser competitivos frente a universidades de otras latitudes, implantar un nuevo sistema de aprendizaje en el que el trabajo del alumno sea el centro del proceso, hacer intercambiables de modo automático las titulaciones de todo el Sistema Universitario Europeo y garantizar un sistema de gestión de calidad que permita verificar con indicadores objetivos requerirá algo mas que declaraciones de buenas intenciones. Queda el recurso poco riguroso, pero tal vez práctico, que es el recurso a la confianza que pueda a cada quien inspirarle el candidato. Y digo con pesar candidato en masculino, porque no estaría nada mal que en una institución con un importante número de mujeres, hubiera una catedrática dispuesta a competir con tanto varón rampante. Se avecinan días de intensa campaña y es posible que no sobre información veraz, pero seguro que abundarán los rumores sin origen conocido. Tiempos difíciles para ingenuos y para incautos y mucho ojo con los espejos cóncavos y convexos que ofrecen reflejos distorsionados. ¿Algún candidato se atreverá a fotografiarse en el espejo de España? Cousas veredes.

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