12 enero 2011

Un proyecto de ley enloquecido y contradictorio

Sobre este mismo tema, servidor se pronunció hace más de un año (22-09-09) en estas páginas (Potestas y autoritas, señora Aguirre). Entonces la presidenta de Madrid se abalanzó sobre el código penal presumiendo que sus profesores serían ayudantes del sheriff de turno, que su placa pondría a los malos en estampida sin poder llegar a atracar el banco del pueblo. Hoy su buen discípulo, el conselleiro de Educación Vázquez Abad, no sólo emula las gestas de la condesa de Murillo y Grande de España, sino que consigue que todas las rotativas del país le reseñen su original proyecto de ley. Antes de la lectura de tal obra maestra se presupone que es el resultado de un sesudo análisis de todos los problemas de la escuela en Galicia y que propone los medios necesarios para que de ahora en adelante los índices del PISA los sobrepasemos con soltura ya que los estudiantes serán angelicales, el marco incomparable y los recién graduados se darán de bofetadas por acceder a la docencia desechando todas las oportunidades que les ofrezcan la industria y la investigación? quedando rechazados los desencantados y rebotados de otras profesiones y escalafones. Parece ser que, según la lectura del proyecto de marras, la comunidad educativa en Galicia está en un sinvivir por la vestimenta del alumnado, por los vídeos alojados en YouTube o por la elección de los idiomas de algunas asignaturas, y que, por lo tanto, son precisas con urgencia leyes y reglamentos sin tregua. Piensen que hoy los padres tiene en sus manos la decisión del horario de la jornada escolar, continua o partida, si el transporte escolar lo permite, pero la decisión está sujeta a una participación masiva y a una mayoría muy cualificada para cambiarla, nada de la mitad más uno de los votantes, les va la vida en ello. Pues bien en este proyecto contradictorio, casi esquizofrénico, por un lado se quiere potenciar la adulación a los padres llamándoles a participar y decidir sobre cuestiones, algunas importantes y otras accesorias; por ejemplo, la consulta y decisión sobre la indumentaria, sobre las modas que lucirán sus retoños en función de las series de TV que triunfen en audiencia; y que conste que no tengo intención de meter el dedo en la llaga sobre las decisiones lingüísticas en las que la administración se muestra irresponsable. También creo que es una ley escapista y un poco paranoica. Una vez más el legislador se cree que separando la escuela de la sociedad se crean replicantes mejor dotados para el futuro. La escuela sin problemas, la escuela feliz, la escuela en la que niños y familias abandonan sus defectos, prejuicios y valores cual si apagasen el pitillo en la puerta, para internarse en el gran hermano que nos alecciona. Seamos serios, los problemas de la escuela se solucionan poniendo los medios materiales formativos y personales precisos para atajar la contingencia que se presente, eso es lo que falta. Hoy la escuela tiene medios para solucionar casi todos los problemas disciplinarios de los menores y para los mayores ya está el código penal, no se precisan más cortinas de humo, los fiscales están del lado del agredido. Sin embargo sí faltan en la escuela profesionales especialistas para tratar los problemas difíciles, que los hay; a los docentes no les faltan galones, les falta autonomía y medios para desarrollar su trabajo. Pero de eso no hay en esta ley propagandista.

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