20 enero 2010

El día 21 los señoritos se partirán la cara en dos idiomas

Desde final de año los señoritos amigos del presidente Feijóo se esfuerzan con saña para predicar que hablar en gallego es de paletos y que lo chic es que se estudie en inglés. Él y su conselleiro mienten como bellacos porque saben que ni tienen profesores, ni dinero para que la enseñanza de los idiomas no oficiales se amplíe en el sistema público. Se hará en la privada, ese es su objetivo. Prometerán denarios, doblones y cantidades desmesuradas de euros, libras y dólares para que medio país pueda estudiar en Irlanda, Glasgow, Boston o California, pero la realidad será la mitad de un cuarto. En la campaña, el presidente se perdió por la boca y se le calentó el paladar. Frente a él, los señoritos de la parte contraria convocaron a los profesores de la enseñanza pública a la huelga -a los de la privada, no, claro- contra las bases del decreto de Feijóo y todo para que unos funcionarios que se ganan un justo y sustancioso salario decentemente en el servicio público le hagan el caldo gordo al nacionalismo victimista que lleva décadas lamiéndose las heridas, no sabiendo presentar alternativas que vayan más allá del chantaje al gobierno central o de la subvención facilona a los adjuntos cuando pillan cacho en ayuntamiento, diputación o vicepresidencia. Pues bien, el 21 en la Alameda muchos de los que se reunirán serán de la clase media, los de las casitas del barrio alto, los que pueden pagar una buena clase de inglés para sus retoños fuera de la escuela pública, los que pueden mandarlos de vez en cuando de vacaciones lingüísticas en Irlanda, los que les pueden pagar las clases de conversación con un nativo, de la misma forma que les pagan el suplemento de matemáticas o física que la pública no les cubre. Pero, eso sí, esos señoritos siempre exigirán que a los padres de sus alumnos que sólo se les pregunte si su hijos han de ir a patinaje o baloncesto en el horario extraescolar que cubre la programación de la asociación de padres. El resto de los centros escolares -privados y concertados- también afectados por las Bases del Borrador de Feijóo quedan tranquilos, no se les convoca a la huelga y siguen dando el servicio de calidad más o menos aparente, pero sus padres usuarios no han de preocuparse de buscar canguro para el 21, siguen protegidos por esa paz, sosiego y equilibrio que venden a las familias. Un debate político, partidista, innecesario, se teletransporta a las aulas, sin vergüenza, con los populares removiendo las aguas, los nacionalistas pescando en río revuelto y los socialistas -ay, los socialistas- una buena parte en la clandestinidad y su jefe cortejando al Bloque, desgastando castrapo como progres de los 70, con el calendario cambiado. Mientras tanto en la cola de la charcutería se comenta lo bien que está que los chicos estudien más inglés. Mientras tanto en la mayoría de las aulas se convive sin conflicto y sin necesidad de espías, reina el sentido común, los profesores y los alumnos se entienden en ambas lenguas y cuando surge algún problema, se soluciona. Mientras tanto, estos señoritos que se van a manifestar el 21 son alérgicos a manifestarse si 4 millones de parados reclaman solidaridad el 12 de diciembre, como los señoritos del castellano de Feijóo.

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