05 enero 2010

Educación, crisis y Lisboa 2010 (III)

Continuamos esta semana con el análisis de los objetivos educativos de Lisboa 2010, centrándonos ahora en la educación postobligatoria. El apartado IV del Informe se ocupa de los varones titulados en los estudios de educación secundaria postobligatoria. Este indicador, al igual que el del aparatado anterior, es también específicamente español y se dirige al objetivo de incrementar la tasa bruta de varones graduados en educación secundaria de segunda etapa. En el año 2000 el porcentaje de alumnos titulados en Bachillerato fue del 38,6%, baja un 1,5% en 2007 y la previsión para el 2010 es aumentar ese porcentaje hasta el 42,3%. En el año 2000 el porcentaje de alumnos titulados como técnicos en Formación Profesional de Grado Medio fue del 8,7%. En 2007 había aumentado al 15,5%. La previsión para el 2010 es seguir aumentando ese porcentaje hasta el 21,6%. En resumen, en 2007 la tasa de varones que titulaban en la segunda etapa de la educación secundaria (CINE 3), esto es, en Bachillerato o en FP de Grado Medio, era de 52,7%, notablemente más baja que la mayoría de países europeos, ya que muchos de ellos superaban el 85% de titulados en esta etapa postobligatoria. El desequilibrio entre hombres y mujeres en la educación secundaria postobligatoria se manifiesta fundamentalmente en el Bachillerato, en el que existen 16,5 puntos de diferencia entre la tasa bruta de titulados varones y la de mujeres a favor de éstas últimas. También este indicador señala fuertes variaciones entre comunidades autónomas; superan la tasa media española nueve comunidades autónomas, entre ellas el País Vasco, con el 80,5% (56,3% en Bachillerato y 24,2% en Ciclos Medios de FP); Asturias, con el 69,9% (49,0% y 20,9%); Navarra, 65,2% (42,8% y 22,4%), o Castilla y León, 63,4% (44,5% y 18,9%). De acuerdo con los datos del año 2006, nueve comunidades autónomas superaban la tasa española de varones que habían titulado en educación secundaria postobligatoria, 52,7% (37,2% en Bachillerato y 15,5% en ciclos formativos de grado medio), destacando el País Vasco, 80,5% (56,3% y 24,2%). Por último, se advierte una desproporción entre el Bachillerato y los Ciclos Medios de FP: las tasas de titulados en Bachillerato en nuestro país representan más del doble que las de FP. En cambio, en la práctica totalidad de los países más desarrollados de la UE no existe esa desproporción, y la situación es inversa a favor de los ciclos y estudios formativos profesionales. Resulta, pues, urgente corregir esos desajustes con una importante inversión en Formación Profesional que logre a corto plazo la revalorización y expansión de los estudios profesionales en nuestro país. Además de la profunda reforma y de esa perpetua necesidad de revalorización seguramente habrá que ponerse las pilas en todo lo referente a la relación entre un bachillerato únicamente dirigido a la preparación de la selectividad y unos ciclos formativos destinados al estancamiento, incluso con profundas zanjas y trincheras entre los grados medio y superior y con un dificilísimo trasvase al Bachillerato. Parece ser que el proyecto de ley de economía sostenible avanza ciertas pasarelas que podrían contribuir a paliar estos defectos legislativos, pero los cambios propuestos seguramente serán costosos y de difícil asimilación por los sectores más corporativos e instalados en el statu quo actual.

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