05 agosto 2008

El manifiesto y la normalización (II)

Recuerdan que el martes pasado les comentaba mis dudas e impresiones sobre el Manifiesto por la lengua común y les anunciaba mi intención de sopesar ahora mi opinión sobre el libro del profesor Sarille sobre la normalización lingüística (A impostura e a desorientación na normalización lingüística) En primer lugar pongo sobre la mesa la sinceridad y el cambio de tono con respecto a todo lo que nos tienen acostumbrados los gurús del tema. Percibo varios detalles, el primero es el escaso eco que ha tenido la obra; si fuese de autoría de algún nacionalista de carné, este hombre tendría la agenda más repleta de actos para explicar sus teorías que el Planeta de turno. O muy mal informado estoy o no se come una rosca. Las causas del desplante pueden ser dos: el análisis pesimista que hace de los progresos normalizadores del gallego y las críticas sin piedad a quien él considera culpables. Vayan a la fuente original; pero, para hacer boca, les contaré mi visión de la jugada descrita por el autor. Ya en el prólogo arremete contra los filólogos, llevan leña todos, supongo, que por pasar el tiempo mirándose el ombligo sin preocuparse de ganar gallegohablantes. Entrando en harina y analizando las causas que él observa nos encontramos con los gritos de rigor sobre la presión (ojo, no dice opresión) del español como era de esperar. Pero también critica algo que no es tan común: el seguidismo catalán y, por lo tanto el bosque de equivalencias inmersoras traídas de Québec, el Benelux, Israel ? No le duelen prendas en decir que aquí se malgastó el dinero público a espuertas, gobernase quien gobernase la política lingüística, montado chiringuitos subvencionables. Sistematiza después en dos periodos el fracaso normalizador: el Período Débil hasta la llegada de Fraga al poder y el Período Clientelar a continuación. Con respecto al primero hace las alabanzas oportunas a las leyes elaboradas -Estatuto, Ley de Normalización?- deja claras sus influencias catalanas, destaca la creación de los cargos oportunos -Direcciones Generales? y se detiene en las normativas dedicadas a la enseñanza, a la creación de la TVG? Con respecto a los gobiernos de Fraga, los clientelares, apunto de mi cosecha que no fueron clientelares en temas lingüísticos solamente, sino que era su sustancia de funcionamiento. Sostiene dos afirmaciones aparentemente contradictorias: el PP no quiere que se extienda el uso del gallego, pero inyecta pesetas sin control a tal fin, el de callar las bocas presuntamente discrepantes, 3.000 millones al año. Por otro lado, parece alabar la labor de la Mesa pola Normalización Lingüística, presidida por él desde el 86 al 97, como único bastión de integridad normalizadora. En resumen, y por lo de ahora, no ha aumentado el número de gallegohablantes -presumo- porque a ellos no les ha dado la gana. www.lafelizgobernacion.blogspot.com

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