15 abril 2008

Del bachillerato y sus alrededores

Seguro que cualquiera de ustedes coincidió hace unos días con algún compañero de bachillerato. Del bachillerato de verdad para algunos, o del polivalente para los más jóvenes. Con él habrá echado una lagrimita o unas risas forzadas por la copa, que hablaron de lo que pudo haber sido y no fue o de que mira tú donde está éste que no mató una mosca en su vida. Al día siguiente te preguntas si en realidad aquella opción que hiciste -o te hicieron hacer- de letras, ciencias, puras, mixtas o mediopensionistas a los catorce añitos fue tan importante para tu futuro o en realidad lo que importó fueron otras cosas, las amistades que conservas a distancia o las imágenes de los profesores o los castigos o los suspensos o los enemigos para toda la vida. Supongo que usted habrá hecho el bachillerato, el de verdad, en los viejos recreos, los fines de semana, en los pasillos, en los baños o en los billares más cercanos. Por lo tanto siempre les enmiendo la plana a los que dicen que el espacio -lugar, provincia- en el que se viven las experiencias, en este caso el bachillerato, tiene muy poca importancia, lo que en realidad importan son las personas con las que vives en Lugo o en Palencia. Estos días merodea por los claustros la reforma del contenido del nuevo bachillerato, están revueltos por las horas que se asignan a cada materia y los colectivos supuestamente representantes de cada una de ellas se convierten en lobby para presionar a la Administración, a los sindicatos, a los colegios profesionales, a los decanos de las facultades, a cualquiera que pueda incidir en el ¿qué hay de lo mío? Para los que no estén en la pomada les cuento que su retoño de 16 añitos puede empezar la dichosa etapa teniendo más horas de religión que de educación física y eso no hay santo que lo mueva, eso está pactado y repactado entre Zapatero y el Vaticano. No nos engañemos, mandan los de siempre, las sotanas, que Vázquez lo dejó muy clarito estos días; también con el nuevo Gobierno, aunque tengamos a una señora de ministra de los ejércitos. No puede haber obispas ni cardenalas ¿Está claro? Volvemos a clase, sus descendientes tendrán una nueva asignatura obligatoria, Ciencias para el Mundo Contemporáneo, que tiene como objetivo que, aunque estudien Derecho, salgan barnizados, y con las herramientas suficientes, de cultura científica, por lo menos convencidos de que tener ADN no tiene nada que ver con el examen del carné de conducir. Pues bien, alguna de estas horas de clase está en juego, como lo están las de Historia o las de Filosofía. Busquemos prioridades, que hay que mojarse, la religión no hay quien la toque, los hábitos de vida saludable que proporciona el ejercicio físico o se crean y consolidan durante la ESO o no hay nada que hacer en el bachillerato. ¿Quién le pone el cascabel al gato? Lo más triste es que los profesores no son capaces de quitarse el caparazón corporativo, en muy pocos casos sincero, que trata de proteger su estatus, sus posibilidades de promoción o de empleo y abusan de la demagogia, del ombliguismo. Quizá depurando contenidos hoy inútiles en todas las asignaturas podríamos llegar a conseguir algo más que un parche.

No hay comentarios: