29 enero 2008

El cartero y el sereno les desean Felices Fiestas

Ya son oficios de otros tiempos, los primeros son privatizados e informatizados y los segundos tratan de renacer como vigilantes. Antes dependían de la buena voluntad ciudadana, de un mísero sueldo y de los aguinaldos navideños.La moda parece que renace, claro que lo diferente es que ahora no es la calderilla del barrio la que soluciona los problemas alimenticios de los servicios públicos. Ahora es el gobierno, o los gobiernos, y la oposición, u oposiciones, los que se creen en la obligación de ofrecer aguinaldos a los colectivos menesterosos. Un problema es que se trate de aguinaldos prometidos para ser sufragados con el dinero público; otro distinto es que se trate de aguinaldos virtuales, prometidos y nunca vistos y el tercero es que los aguinaldos se atisben inútiles o cargados de efectos perversos.Veamos algunos casos. Por ejemplo, hay quien dice que subvencionar el alquiler de la vivienda es una medida discriminatoria, que deja de lado a los trabajadores en precario, mayores de 30 años, a los jubilados con pensiones minúsculas o a los viudos sin recursos. No creo que pase de ser una bienintencionada medida electoralista; pero, si no se toman las medidas apropiadas, servirá para que los dueños de las viviendas suban el precio de los alquileres. Siempre habrá algún optimista que argumente que aflorará dinero negro, beneficios que hoy no se declaran; tiene razón. Ahí tenemos algún argumento a favor del aguinaldo en el candelero, a fin de cuentas de un aguinaldo contante y sonante, sujeto sus normas y sin discrecionalidad del beneficiario.Otro titular a debate podría ser el de la promesa del postulante Rajoy. Nos cuenta que rebajará hasta 1000 euros anuales en el IRPF de las mujeres trabajadoras. Veamos qué puede significar este presunto peloteo. Lo más simple sería pensar que pagarían menos a Hacienda y que por lo tanto ganarían 70 euros mensuales más. No estaría mal. Pero el muy taimado candidato no aclara lo que significaría, llegado el caso, la preposición hasta. La evidente conclusión nos arrima el argumento de que no todas las mujeres trabajadoras se beneficiarían del supuesto descuento fiscal. Una vez llegados hasta aquí, cabría reflexionar sobre si es justo y necesario que haya un trato de favor de 1000 euros para todas las mujeres trabajadoras, puesto que a la señora que hace limpiezas a domicilio esa cantidad le puede solucionar necesidades imperiosas, vitales. A la profesional de buena posición le resolvería una pequeña parte del servicio doméstico o un par de caprichos de menor cuantía.Por lo tanto, lo menos que se podría preguntar al candidato es si para él la aportación a la hacienda pública está en función de que la partida de nacimiento diga hombre o mujer o de las necesidades y posibilidades del declarante.Por otra parte, tratar de aumentar el empleo de las mujeres por esa vía es ser tonto de solemnidad, los empresarios seguirán seleccionando por la valía de la candidata y por sus perspectivas de rendimiento, maternidad... Un aguinaldo tan frustrado como su profeta.

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