22 enero 2008

Letra y música

Parece que se acabó la polémica sobre la letra del himno nacional, les confieso que tenía pensado dedicarle el folio a este asunto con cierta frivolidad, pero afortunadamente para todos el genio de Pepe Caballero Bonald me pisó todos y cada uno de mis posibles sarcasmos y razonamientos diciendo que el himno no tendría que tener ni música. No estoy autorizado para opinar sobre las calidades musicales de ciertas partituras que adornan a nuestras autonomías y a nuestras naciones vecinas, háblese en ellas vasco o francés; pero sí entiendo las letras y no voy a decir que me repelen, pero sí que no me emocionan como un símbolo de este tiempo; la historia es otra cosa y hay que apechugar con la que hay. Quizá Galeuscat tendría que echarle un poquito de imaginación y buscarle alguna melodía al invento, pero sé que nunca buscarían a Miguel Hernández, como inspirador de la letra, aquello de Vientos del pueblo, les espanta por falta de identidades excluyentes. Hace pocos días leía en Periodista Digital, web que destila abundante ictericia, ciertas reflexiones críticas contra los "partidos visagra" (sic) que hablan literalmente de condicionar el futuro de España, así con todas las letras. PNV, CIU y ahora BNG siempre se ofrecieron al mejor postor, se subastaron y pusieron en almoneda sus votos en Madrid a quienes les hiciesen falta a cambio de favores políticos que pudiesen vender con facilidad a su electorado. Participé en una sobremesa esta semana en la que salió el tema de la prostitución, de su regulación, está en el candelero, las opiniones y los argumentos eran muy divergentes entre los que se manifestaban partidarios de su persecución y los que se mostraban favorables a la regulación laboral. Confieso no tener una opinión muy formada y claramente definitiva sobre el tema, pero, en principio, he de ser contrario al esclavismo, a la explotación, por lo tanto, a que nadie tenga que vivir de vender sus favores, lógicamente el corolario de esta argumentación llevaría a defender la regulación de la prostitución, de relaciones contractuales, laborales, sanitarias... Sin querer me desvío del tema; esta campaña electoral podría servir para que se pusiese de una vez en claro, azul sobre blanco, rojo sobre amarillo o blanco sobre rojo y verde, como quieran los nacionalistas de Galeuscat, que no es ético que se aprovechen de sus minorías para condicionar las políticas que afectan a todos los españoles. Ahora recuerdo que en la tertulia, que comentaba antes, los que defendían la persecución del sexo de alquiler, sostenían que tanta culpabilidad -y por lo tanto tan reprobables y perseguibles- eran los vendedores como los compradores de la supuesta mercancía. Perdonen el desorden, pero es que se nos murió Ángel González, aquel que nos contaba cómo había nacido y existía, como todos, sin letra ni música:
Para que yo me llame Ángel González, para que mi ser pese sobre el suelo, fue necesario un ancho espacio y un largo tiempo: hombres de todo el mar y toda tierra, fértiles vientres de mujer, y cuerpos y más cuerpos, fundiéndose incesantes en otro cuerpo nuevo.

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