07 noviembre 2006

El sudoku educativo: altares y taburetes

Van a tener que permitirme un desahogo, porque acabo de perder un cocido por culpa de las elecciones catalanas; en realidad tendría que invitar a tres cocidos -uno por cada diputado de Ciudadanos por Cataluña- y lo haré de buen grado. No porque yo crea que las formaciones presuntamente independientes y modernas, alejadas de las ideologías tradicionales sean más fiables que las siglas de toda la vida, sino porque a la sociedad, como a todos, le viene bien echar una canita al aire.

Y saludo la llegada de la nueva formación para que, por lo menos en el terreno educativo, a los que están y a los que lleguen a Cataluña se les haga más llevadero y aquí pongamos las barbas a remojar. Hoy pueden tener las cosas más claras y el tripartito no sólo estará marcado por las derechas nacionalistas, los medios tendrán que atender a nuevas voces.

Estamos solos ante los borradores de las nuevas Enseñanzas Mínimas, lo que se estudiará, que ya importa un poroto la LOCE y la LOE; lo que vendrá encima es el sudoku de las horas que se dedicarán a cada asignatura -que se decía en Castilla la Vieja-. El problema es saber quién negocia estos números, estas horas de clase de Historia o Ciencias Naturales; el problema es que los únicos interlocutores influyentes son los de los altares, muchísimo más que los padres y, a años luz, los profesores. A estas alturas no se sabe si se podrá cerrar el sudoku nacional con las horas de religión, si se podrá cerrar con su alternativa obligatoria o si podrá cerrar como a los padres de la criatura les venga en gana ¿Ya saben quién ganará? Los de siempre, los que están echando una mano en el proceso de paz, por su propio interés, como siempre.(...)

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