EL MUNDO, EL DEMONIO Y LA
CARNE : ACLARACIÓN PARA ROCIEROS
Un grupo de almonteños me escribe para ponerme a caldo por
mentar su romería de El Rocío con el tono en el que lo hice la semana pasada. Exigen
rectificaciones, mas no sé muy bien qué he de rectificar, los datos que aporté
no se desmienten. Ahora bien, sí se indignan por el uso del término botellón
para referirme a las grandes cuchipandas que se meten entre pecho y espalda
mientras hacen el camino.
Los corresponsales que me interpelan no rebaten ningún
argumento de los dados y pienso que se equivoca la mayoría cuando interpreta
despectivamente la palabra botellón; a fin de cuentas no es nada negativo, ni exclusivo de jóvenes licenciosos y descreídos, ni algo
contemporáneo, va cambiando de forma y los jóvenes no hacen más que adaptar las
distintas formas de botellón que han vivido y conocido por transmisión familiar
y social.
En ningún momento dejé caer que en el peregrinaje no hubiese romeros que
fuesen guiados por el fervor mariano; pero lo que nadie puede negar es que en
el millón largo de personas asistentes hay de todo y que la motivación
religiosa fue paulatinamente sustituida por la práctica santera.
Tampoco fue mi intención desprestigiar los placeres
mundanos, me gusta todo lo epicúreo, también lo del Rocío, digno de elogio;
tampoco quiero restar méritos a las penas del camino, pero si se llevan con
pan, con vino o, mejor, con todos los supuestos pecados capitales, son penas
menores.
Por lo demás, también les aclaré que las creencias y las
liturgias de las mismas son algo personal, particular e intransferible, que si
se viven con esa precisa discreción, nadie tiene derecho a meter las narices,
mas creo que no es el caso, entonces se convierte en noticia y en negocio.
Quitémonos las caretas, todas las civilizaciones cumplieron
con sus dioses y lo seguirán haciendo, los adornos que se le quieran poner en
cualquier época, son objeto de estudio, de opinión y las tradiciones no son
obligatorias ni gozan de patente de corso. Del género tonto sería considerar
cultura tradicional los empalamientos o las lapidaciones.
Bien pensado, en vez de botellón, tendría que haber hablado
de simposio, es posible que lo que hagan los romeros sean reuniones, ese tipo
de reuniones; claro que para los griegos esto del simposio era el festín de los
hombres alrededor de la bebida para hablar sobre lo divino y lo humano, eso sí
siempre acompañados de las hetairai,
las señoras que les complacían en todos sus deseos y les aclaraban las ideas.
Como ven los señoritos no son un invento muy reciente. En las películas, por supuesto
sólo en las americanas, los congresos de dentistas y similares tienen los
mismos fines y medios
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