20 enero 2015

La libertad sigue saliendo derrotada

Un recuerdo al maestro Alvite, al que no llegué a conocer; 
PERO sí a aprender de su prosa y a compartir páginas con él


Además hoy recuerdo con admiración a un ilustre profesor de ciencias, don Luis Díaz. Adornaba sus lecciones, incluso para los que éramos más torpes, con simpatía campechana y con los exiguos medios didácticos a su alcance; con el cepillo de la pizarra explicaba el movimiento y dejando caer la silla de clase desde la tarima, el momento de las fuerzas. Don Luis alegraba incluso las malas noticias cuando entregaba exámenes corregidos en los que el alumno no obtenía el deseado aprobado; en esos casos solía decirnos que si alguno quería acordarse de su madre, estaría gustoso de facilitarle la dirección y allí podría decirle lo que pensaba de él y de ella misma. Su justicia era impecable, nadie osaba a poner objeciones a sus correcciones y a nadie se le ocurría insultar a su madre, ni en público ni en privado. Muchos años más tarde nos enterábamos de que era un represaliado político, que recuperó su cátedra demasiado tarde. Nos estaba educando para ser LIBRES.
La anécdota me ha venido a la memoria gracias a las presuntas gracietas de Francisco, el jefe del ESTADO vaticano, que hace unos días le prometía, entre bromas y veras, unos guantazos a quien osase hablar mal de su madre. Sin duda es muy libre de pensar así, pero yo me quedo con el sarcasmo y la ironía de don Luis. La parábola papal provenía de los primeros atentados en París y, aunque condenaba la violencia, ha dejado abierta una peligrosa puerta. Habló de las ofensas, del respeto debido al prójimo, pero arrimó el ascua a su sardina desautorizando toda alusión crítica a las confesiones religiosas. Evidentemente todas las creencias deben ser respetadas y aquellos que injurien o difamen han de ser puestos a disposición de la autoridad judicial competente y pertinente para ser multado, condenado o lo que dictare cualquier código penal en un estado de derecho. Sin embargo, creo que no ha sido lo suficientemente rotundo y contundente a la hora de considerar mis derechos, por ejemplo, cuando soy tildado de asesino por defender el derecho de la mujer a interrumpir su embarazo o por defender el derecho que tengo a elegir el momento de mi muerte, por considerar que soy un degenerado por considerar que las relaciones homosexuales han de ser libres y no perseguidas ni insultadas.
La irracionalidad de los conflictos de la fe religiosa frente al resto del mundo que no las profesa sigue siendo una lacra que oculta o disimula conflictos económicos, usurpa los derechos de las materias primas, valiosos metales...ocultando la primacía de los derechos humanos, en primer lugar, y de las leyes civiles, en segundo lugar. Mientras, ofensores y ofendidos, agresores y agredidos aprovecharán la coyuntura para controlar pensamientos y comunicaciones, endurecer las CONDICIONES de vida en nombre de los dioses o de la seguridad. La libertad siempre sale perdiendo.

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