07 octubre 2014

¿Nos hará falta un cambio de siglo?

http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2014/10/07/hara-falta-cambio-siglo/886090.html

La pregunta puede parecer tonta si pensamos que casi llevamos vividos catorce años del siglo XXI, pero los siglos y los años no siempre cambian con el calendario gregoriano, ni con el lunar, ni con el musulmán, ni con el judío, por no hablar ya de los orientales que nos suenan más extraños.
Digo yo, que si no habría que pegarle un vuelco a la situación, pero seguramente un vuelco que ya hemos visto en nuestra historia, un vuelco que nos lleve otra vez al racionalismo abandonado desde púlpitos, cátedras y senados. Que vuelva ese racionalismo como nos llegó en el S. XVIII para que clero, nobles y desocupados abandonasen su alianza con los poderes feudales que heredaron los futuros nacionalistas.
Algunos ya me están acusando de prestigiar al Borbón vencedor, de defender el despotismo ilustrado y hasta de ponerme del lado de la invasión napoleónica. Si esto traía algo de ciencia, de educación, frente a los fueros viejos vascos y catalanes, no me opondría.
Cuando decimos que los problemas del setecientos son los nuestros, seguro que no erramos mucho, pese a que algunos llegaron a decir que fue la centuria menos española porque, afortunadamente, algunos lucharon contra la superstición y los gobiernos venales, que seguimos padeciendo.
La tradición anquilosada no ha sido desterrada, la lucha por la moral laica y la libertad intelectual es cada vez más necesaria. Aún hace falta recordar a Jovellanos cuando clamaba: "Qué sería de una nación que en vez de geómetras, astrónomos, arquitectos y mineralogistas no tuviese sino teólogos y jurisconsultos!".
Parece que la burguesía que tendría que haber tomado el mando contra el fanatismo, la intolerancia religiosa y social, volviese a las cavernas oscuras, sin luces reales ni intelectuales. Ahora comparen esto con las sesudas filípicas de Gallardón y sus palmeros.
Cuando salimos de la depresión del seiscientos parece que hubo un cambio de coyuntura, de más ahorro y por lo tanto de mayor producción y desarrollo económico de la mano de una incipiente burguesía reivindicativa. Resulta curioso que ahora sigamos teniendo un país de tenderos y especuladores, que la picaresca nunca nos ha abandonado, no ya la de los jovenzuelos que se buscaban la vida, sino la de los supuestos ingenieros de la economía que solo saben crecer en negro y con plásticos opacos.
Se reproduce, como hace 300 años, la caridad laica contra el hambre y las nuevas pestes, las nuevas censuras de los medios de comunicación tradicionales y la tendenciosidad de los novedosos. Podríamos incluso establecer cierto paralelismo en las dinámicas demográficas, en la villa vallisoletana de Mayorga en 1787 había 500 vecinos, siete parroquias, 24 sacerdotes y tres conventos. Los nuevos modelos educativos del ministro Wert parece que persiguen situaciones parecidas.
En resumen, unos siguen apostando por la libertad y otros siguen gritando "vivan las cadenas".

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