06 agosto 2013

Transparencia, autocrítica y Gibraltar

http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2013/08/06/transparencia-autocritica-gibraltar/749519.html

Ya suponen la causa, estos días me vienen a la memoria diferentes escenas, algunas les resultarán familiares y otras extrañas. Por ejemplo, muchos recordamos aquellas películas en las que actúan los telepredicadores americanos que, con su pico de oro, engatusan al personal y se llenan los bolsillos; siempre llevan en su nómina ganchos que confiesan en público sus maldades pasadas y que una vez que ya han visto la luz, son felices. Siempre se descubren los fraudes de los charlatanes y sus cómplices. Al hilo de esta escena, seguro que muchos recuerdan una parodia genial de Les Luthiers, El sendero de Warren Sánchez, en la que se burlan con su fina ironía de aquellos que se arrepienten en público, con expresiones como yo era un desgraciado, yo era un infeliz? esperando la comprensión de sus semejantes y su perdón.
También pueden estar de actualidad esos grupos de terapia televisados en los que la confesión pública de los adictos, nunca por su culpa, siempre por las malas compañías, que descargan sus ansiedades ante los desconocidos y se salvan, con la ayuda de alguna oportuna intervención sobrenatural, de sus dependencias pecaminosas.
Es todo muy extraño, porque las confesiones suelen ser privadas; en nuestra cultura que tradicionalmente confunde, por propio interés, pecado y delito, se tiende a que el primero lo absorba todo, te arrepientas y pagues tu penitencia en secreto. El presidente del gobierno optó por la tercera vía, la del error; sin duda la mejor de todas, ni peca ni delinque, ni merece penitencia ni sufrirá condena; simplemente pide perdón porque lo han engañado?y ¡viva el vino! (fin de la cita).
Pocos relacionarán esta situación vivida hace días con la concepción que muchos tienen de la crítica y la autocrítica; yo me hago la autocrítica por mis malos actos y te critico por los tuyos, pero es que este señor cuadra el círculo y llega a hacerle a sus adversarios una señora autocrítica. Si ya éramos el hazmerreír del mundo civilizado, ahora nos darán el Oscar a la mejor astracanada política.
El engañado por antonomasia ha prometido todas las enmiendas legales habidas y por haber dentro de una larga marcha por el desierto que empezó con el proyecto de Ley de Transparencia del 2004, retrasada el 2009, sepultada el 2011.
O aprobamos ahora esta asignatura pendiente o nos convertiremos en una anomalía con respecto a nuestros vecinos. No llegará con un pasteleo de los dos partidos mayoritarios en la actualidad; como en todo, o se logra un gran consenso político y social o nos vamos comprando ya unos rifles para uso particular como cualquier americano de bien.
Pero este fin de semana creo que se han cruzado las líneas rojas, como las cifras de paro ya no alegran la vida al personal, se le inyectan unas dosis de nacionalismo rancio y sesentero reviviendo el ¡Gibraltar español! haciéndoles la puñeta a españoles y gibraltareños y anestesiando así con los noticiarios las siestas veraniegas.
Servidor no alcanza a saber si este es un modelo de civilización que está tocando fondo, si es un problema de las democracias con modelos trasnochados, de los países mediterráneos o de nuestro ancestro carpetovetónico; pero el caso es que las alarmas de la corrupción han saltado hace tiempo y dudo que tengan mucho que ver con la recesión económica, la desconfianza en el poder es generalizada y la lacra de los golfos sigue criando músculo.

No hay comentarios: