21 mayo 2013

Españoles a la ´intemperie´


http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2013/05/21/espanoles-intemperie/724067.html

Este martes, después de lo observado el día 9 en escuelas y calles, de que la ley Wert haya pasado por el Consejo de Ministros sin el más mínimo maquillaje que diese a entender que pudiera haber ciertas esperanzas de acuerdo, de búsqueda de consenso, a uno le entran las ganas de mandarlo todo a paseo, de huir, de desistir, de seguir pensando que la política con mayúsculas sirva para algo y que vamos camino de la ley de la selva en un páramo desértico, en el que la lucha por la supervivencia será lo que prevalezca.

Permitan que asocie esta reflexión a una breve lectura que dosifiqué estos días. Sin duda pienso que es, será una de las mejores de la narrativa publicada este año, me refiero a la obra de Jesús Carrasco Intemperie (Seix Barral, Barcelona 2013) que vio la luz, creo recordar a final de enero, desde entonces recoge las críticas más favorables y ya en la Feria de Fráncfort vendió los derechos de traducción para los idiomas más importantes. Pura literatura, narración de calidad con trama, personajes, espacio y tiempo, pero todo tratado con un realismo de características especiales, de hecho se le ha asociado a Delibes y a sus descripciones detalladas del mundo rural; pero además en Carrasco sí encontramos ese espacio anónimo y acrónico, cruel, paupérrimo, desértico, proveedor de escasos recursos imprescindibles para la vida.
Ese espacio es el escenario en el que nos encontramos a un chico, sin nombre, que se ha escapado de casa, que se ve perseguido y solo podemos hacer conjeturas sobre las causas de su peripecia vital, inhumana. No hay diálogos, solo descripciones escalofriantes que vemos a través de sus ojos. Hasta que encuentra al cabrero, personaje también sin nombre, anciano sabio, seguro que ustedes le pondrán la imagen del último Paco Rabal. Se produce el encuentro en medio de la desconfianza, pero pronto, con muy pocas palabras y a base de gestos perfectamente descritos llega la simbiosis, se produce la conexión de los dos extremos, el que empieza y el que acaba, el alfa y el omega, la vida y la muerte, ambas en cada uno de los personajes, el joven que puede morir sin ayuda y el viejo que da las claves para vivir.
El viaje iniciático del chico ya no transcurre en solitario; cabrero, perro, asno y rebaño forman el cuadro que se ayuda a sobrevivir aportando cada uno su esfuerzo en situaciones cada vez más adversas en las que intervendrán los otros personajes, antagonistas quizá, el alguacil y el tullido, que colaborarán para que la trama se vuelva cada vez más insufrible, empezando por el clima, en una zona donde hace mucho que el agua escasea y cada gota es ansiada como oro puro. El muchacho tendrá que tomar decisiones en las que nosotros dudaríamos, seguro, y deberá enfrentarse a una violencia cruda y silenciosa que subyace en cada rincón.
El tiempo corre, pero apenas tenemos más referencias que sueños y amaneceres, introduce momentos de tensión que emocionan, desasosiegan.
Todo con un lenguaje inhabitual, pegado a la tierra, muy técnico si quieren, pero que no nos obliga a recurrir al diccionario, nuestra imaginación soluciona nuestros desconocimientos de parte del léxico para describir un mundo cerrado, en el que la moral y la civilización han desaparecido, como el agua.
Con esta primera obra Jesús Carrasco ya es un nombre a seguir, lleno de posibilidades y que ha acertado a ofrecérnosla en el momento justo de esta sociedad española en disolución que yo veo en las páginas de Intemperie.

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